Inés Aráoz: “No sé si lo que hago es poesía, pero la he buscado y sé que ella es lo real”

SU AMBIENTE FAVORITO. Nada mejor para Inés Aráoz que rodearse de verde. Los colores y los sonidos de la naturaleza impregnan su poesía. FOTO GENTILEZA NICOLÁS ARÁOZ. SU AMBIENTE FAVORITO. Nada mejor para Inés Aráoz que rodearse de verde. Los colores y los sonidos de la naturaleza impregnan su poesía. FOTO GENTILEZA NICOLÁS ARÁOZ.

La poetisa vive un feliz reencuentro con su obra reunida. Edunt la reedita y para la gran poeta tucumana es un motivo de celebración

Guillermo Monti
Por Guillermo Monti 25 Agosto 2024

Las respuestas de Inés Aráoz resultan sorprendentes y cautivadoras. Como si de leer su poesía se tratara. Por momentos es de lo más escueta y precisa; luego extrae de la manga el recuerdo justo para envolver la pregunta: y de repente apela a fragmentos de su obra en el afán de profundizar la entrevista. Es una experiencia celebratoria, y más aún cuando viene con el regalo de un poema inédito (ver “Dijo la palabra”).

Hablando de celebraciones, el martes será un día especial para la gran poeta tucumana. La presentación de “En la Casa-Barco”, libro que condensa el grueso de su obra y que reedita Edunt, será la excusa para el encuentro en el Virla. Antes, Aráoz compartió recuerdos, pensamientos y -por supuesto- poesía con LA GACETA.

- ¿En qué momento te encuentra esta reedición de “En la Casa-Barco”? ¿Cómo te moviliza esta presentación programada para el martes?

- Agradecidísima a Edunt y orgullosa a la vez por ser Edunt la editorial de la Universidad de mis amores. También es una alegría muy especial en un momento difícil. Esta “Casa-Barco” que presta su nombre a la obra reunida ahora reeditada, la misma casa “de cuya navegación me ufano/En el secreto movimiento/De mis células más íntimas”; la misma casa “Que construí con la pasión/ De quien va a montar su primera obra”; la casa que dediqué a mis amigos, a mis maestros Béla Bartók, Paul Klee, Michaux, Saint-John Perse; esta misma casa “inserta en una selva” en la que me preguntaba “cómo sellar/ Ese último reducto de libertad/ Que haría de mi casa un templo”; ella misma, digo, ha sido asolada no por un barco pirata sino por un edificio (alias “progreso”) de trece pisos adosado a su medianera Oeste. Nos quita luz y ofende a cyccas y palmeras, a lapachos y sobre todo a su poderoso mástil araucaria (araucaria más que centenaria que alguna vez me valió un primer premio municipal de jardines por haberla respetado construyendo alrededor de ella y preservando su papel de pulmón de manzana).

- ¿Cómo vivís la experiencia de visitar tu obra reunida? ¿Sentís que esos poemas siguen formando parte de tu cotidianeidad?

- Tal como construí la Casa-Barco, vehículo de mis navegaciones, he escrito buscando lo real: “En cada paso, en cada letra, en cada espacio, más allá del dibujo o la composición; desde las alturas o también desde los misteriosos bajíos a los que mi ojo curioso me acompañara, mi única pretensión ha sido la más simple y la mayor: vivir. Y para ello me he perseguido sin cansancio, o al menos, sobreponiéndome al cansancio. Me he perseguido como al más distante de los seres, transeúnte en un fotón, trepada en un bastón de lluvia, con el ojo curioso saliéndose de su órbita, como si órbita hubiese para ese ojo aferrado siempre al entrecejo. Me he quedado muda, estremecida ante la voz del amado que desde tan lejos me llamaba. Me la he pasado escalando, escalando todo tipo de escalas, de ésas que parecen conducirnos a los vientos o de las que con los vientos cimbran y nos muestran el abismo. Me perseguí en tiempos idos, en el vuelo (y sí que he volado) y pocas veces me he encontrado, una de ellas reflejado mi rostro en el cerro Torres cuando nada sabía de tal cerro (yo soñaba), salvo mi propio rostro, el muy mío rostro asomando entre sus filos. Otra de esas veces me sostuve en la mirada de un pericote que detuvo de pronto su carrera para mirarme. Inquietante bola de fuego la que pasara una noche por las ventanas altas de casa cuando era niña. Fue un encuentro. Y quién rondaría cuando quedé atónita ante los palos del telégrafo? Encontrarse y vivir no es fácil. Tienen mucho que ver los intersticios, los espacios o eso otro que llamamos silencio para sentir el arrobamiento de una segunda o la dicha de un glissando. Hay que primero ver el crecimiento de las piedras y poder acompañarlas. Dónde, dónde está el sonido escondido tras el lento giro del rodillo de oro? Quién es el bastonero? Quién la música que nos transporta en esta inmensa y sigilosa nave”. (De “Paisaje con figura”, Leviatán, Buenos Aires, octubre 2022)

- En el libro se acumulan papeles sueltos, cuadernos, grafías... ¿Por qué te pareció importante incluir ese material a la hora de la edición?

- Cuando hace unos años mis jóvenes amigos Sofía de la Vega y Exequiel Nacusse propusieron a Edunt la primera edición de la obra reunida, ellos ya sabían que la condición previa era respetar las ediciones originales con sus notas, dibujos, fotografías, etc. El modo en que un texto se concibe es para mí tan importante como el texto en sí.

- La conexión con la naturaleza siempre fue muy potente en tu obra. ¿De dónde viene y cómo la fuiste trabajando?

- A los 17 años, en un viaje, de pronto vi un árbol y supe, por primera vez, que era un árbol. Cuántos árboles habría visto antes no importaba en absoluto. Esto era un árbol, otro, distinto de mí. Fue mi primer árbol, una experiencia de asombro total. A partir de entonces, sé lo que es un árbol.

- ¿Qué pensás que puede aportarle la poesía a este mundo tan complejo en el que vivimos?

- Aún no sé si lo que hago es poesía. Con frecuencia me he oído decir: no soy poeta, soy Inés. Pero la he buscado y sé que ella es lo real.

- No tenés WhatsApp, pero sí presencia en redes sociales. ¿Cómo te llevás con ese universo virtual? ¿Qué le aporta a tu trabajo?

- Para mí es como viajar sin moverme de casa y me gusta compartirlo

- Seguís escribiendo y publicando. ¿Imaginás un instante en el que digas “hasta aquí llegué”?

- Jaja... Cada día que pasa es un “hasta aquí llegué”. Quizás estoy entrando en ese silencio necesario que “ha de fundamentar mi lenguaje”. Pero es verdad que publiqué libros después de la aparición de “En la Casa-Barco”. En julio de 2018, Leviatán publicó “Todo estaba diseñado para que el caballo rozase apenas la montaña con su cola”. En febrero de 2019, la editorial Palabrava publicó “Otras lenguas”, con fotografías de Mercedes Roffé. En octubre de 2022 Leviatán editó “Paisaje con figura” y en abril de este año Todos los Mares publicó “Balada para Román Schechaj”, traducido al francés por Vincent Degelcke.

Dijo la palabra

Dijo la palabra

Ya estaba yo

Cuando tú llegabas

Hubo quienes me llamaron

Verbo, percutor de vida

Y otros, fuego

Dirás fuego una y otra vez

Y se curvará el sonido

Pero me encontrarás solamente

En la Alegría

Puro don entonces

En ti

Ardiendo                                                                                     

Poema inédito de Inés Aráoz

Inés Aráoz: “No sé si lo que hago es poesía, pero la he buscado y sé que ella es lo real”

Encuentro en el Virla

La presentación de “En la Casa-Barco” contará con varios invitados

“Se trata de una reedición del libro original, sin agregados. Los únicos cambios están en la portada; la fotografía es la misma, lo que se modificó es la tipografía y el diseño”, explica Soledad Martínez Zuccardi, directora de Edunt. La presentación de esta reedición concretada por la editorial universitaria tendrá lugar el martes a las 20 en el Centro Cultural Virla (25 de mayo  265). Javier Foguet tendrá a su cargo la bienvenida al público y el análisis de la obra; y a partir de la puesta en escena de Nicolás Aráoz actuarán Gustavo Escalante y Antonella Mazziotti. Por supuesto, Inés Aráoz dialogará con el público y firmará ejemplares, que estarán a la venta en el Virla.  

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