
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“No puedo tener relaciones sexuales hasta el matrimonio”. Saif Yousef, el participante egipcio que ingresó a Gran Hermano pocos días atrás, hizo ruido con sus declaraciones sobre castidad dentro de uno de los realitys más vistos del país. Es que en una contemporaneidad donde mucho se habla de libertad sexual, poco se dice sobre la elección de dejar el sexo para otro momento de la vida.
Saif aclaró que en su decisión influyó su religión ya que es musulmán. La fe es uno de los factores comunes detrás del celibato, pero no la única. En la capital de la provincia vive Brenda, quien a sus 26 años está a punto de recibirse de abogada y tiene una promesa de castidad hecha a la virgen de Lourdes.
“La hice en mi adolescencia y continúo convencida de mi decisión”, afirmó. ¿Se siente juzgada cuando lo comenta? Sí. ¿Tuvo parejas que no lo entendieron? Sí. No obstante nada la hizo declinar en su pensamiento.
Sin consagrarse a ninguna deidad, Vanesa también decidió esperar para explorar su sexualidad y a sus 29 años, la maestra jardinera del sur de la provincia indicó que muchas veces se sintió tan incomprendida como la futura letrada.
“Lo mío nació por un deseo personal de sólo estar íntimamente con una sola persona, es decir con quien me case. Muchas veces me pregunté si no me perdía de algo, pero sucedió a raíz de comentarios del afuera. Lo cierto es que ya llevo más de una década tomando esta determinación y me siento cómoda con ella”, comentó.
Sea cual fuese el motivo detrás de poner en pausa el sexo, la psicóloga Natalia Díaz explicó que la clave está en que sea voluntario.
“Si el celibato es elegido voluntariamente y se alinea con los valores personales incluso puede tener efectos positivos en la salud mental, como una mayor sensación de autonomía, autoconocimiento y control sobre la vida sexual”, manifestó y ejemplificó: “algunas personas experimentan una reducción de la ansiedad relacionada con las relaciones sexuales o el deseo, lo que les permite enfocarse en otros aspectos de su vida, como el desarrollo personal, profesional o espiritual.”.
Caso contrario, si ser célibe se percibe como una imposición externa o si la persona lucha con la represión de deseos sexuales no resueltos, puede aparecer sentimientos como la frustración, aislamiento y sentimientos de incomodidad emocional.
“La clave aquí es el equilibrio: si el celibato se vive de forma forzada o como un sacrificio doloroso, podría derivar en una disminución del bienestar emocional”, argumentó la psicóloga.
Amor sin sexo
Surgen varios cuestionamientos ante aquellos que optan por ser célibes, y una de las más frecuentes es si es posible combinarlo con una vida amorosa o afectiva. Para Díaz, la respuesta es afirmativa.
“De hecho hay quienes lo escogen para centrarse en relaciones no sexuales, pero igualmente profundas y significativas. El celibato no implica necesariamente la ausencia de afecto, cariño o amor”, continuó.
La psicóloga señaló que hay personas célibes que desarrollan relaciones afectivas plenas basadas en la amistad, el compañerismo y el apoyo emocional, sin que haya una necesidad de involucrarse en relaciones sexuales.
“El concepto de ‘amor sin sexo’ es viable y en algunas culturas o comunidades, donde se valora la cercanía emocional sin la necesidad de la sexualidad como una parte esencial de la relación. Esto requiere un enfoque flexible, en el que la comunicación y el entendimiento de las necesidades emocionales y afectivas sean prioritarios”, analizó.
Diferencias con la asexualidad
Ser célibe no es lo mismo que ser asexual, por lo que a esta diferenciación la desglosó Mileva Pavicich, sexóloga.
“Una persona que se identifica con la etiqueta de la asexualidad es aquella que no siente atracción sexual hacia nadie, y tiene en claro que puede ser feliz y estar desarrollada en otros aspectos de la vida, sin que los temas de sexualidad ocupen un lugar importante en su mente”, señaló.
La sexóloga además comentó que muchos de ellos a veces se preguntan si les pasa algo o se advierten diferentes a los demás, porque no sienten que le guste nadie. “De todas maneras hay que tener en cuenta que la sexualidad es dinámica como la orientación sexual también lo es, y una persona puede ser asexual un tiempo de su vida o durante una etapa, y de pronto esto puede cambiar porque conoce a alguien en particular, empieza a darse cuenta que sí se siente atraída hacia otra persona o los temas del sexo le empiezan a interesar”, contó.
La asexualidad, por otro lado, también es una orientación sexual. “Es un espectro, lo que significa que no existe una única forma de vivir de vivirla”, detalló Pavicich.
Así, hay personas asexuales que sienten esporádicamente atracción sexual o ganas de tener contacto o acercamiento hacia alguien. Ellas se conocen como grisexuales.
“También hay quienes sienten una atracción romántica, afectiva hacia otra o que necesitan tener un lazo afectivo, conocer íntima y emocionalmente a esa persona, para que en el contexto del vínculo aparezca la atracción y el deseo. Son personas demisexuales”, continuó la sexóloga.
Dentro del espectro de la sexualidad hay distintas maneras de vivenciar el deseo y la atracción por lo que cada ser humano puede encontrarse identificada con estas especias de rótulos. “Hay que tener en cuenta que las etiquetas no son fijas porque la sexualidad no lo es; cambiamos con las circunstancias, los momentos, el contexto, la salud orgánica, hormonal, y un conjunto de elementos que están implicados en la forma que la vivimos”, manifestó Pavicich.
Un punto en lo que coinciden quienes se consideran asexuales y aquellos que deciden ser célibes es que se descree en sus palabras.
“La salud sexual y el placer sexual son importantes para la vida plena de una persona, pero no hay que sobredimensionar la vida sexual activa porque sexualidad es todo”, reflexionó la sexóloga.
Y subrayó: “Tenemos que dejar en claro que la asexualidad no es un problema, no es una enfermedad, ni una disfunción sexual y que aunque la sociedad espera que todos respondamos como seres sexuales cuando esto no sucede de una manera pronunciada, no es que sea un inconveniente sino que se relaciona a su biografía sexual y sus necesidades”.
Las personas pueden ser felices, sentirse completas, desarrollarse en todos los ámbitos de la vida y formar una pareja con alguien que comparta su visión, ya que mientras que la asexualidad es una orientación legítima que refleja la diversidad de los deseos y necesidades, el celibato es una decisión personal que puede surgir de una variedad de motivos, que no deberían cuestionarse o descreerse.