La tecnología desacelera: de las cámaras digitales retro a los celulares rotos

La tecnología desacelera: de las cámaras digitales retro a los celulares rotos

En un mundo que alguna vez estuvo obsesionado con la actualización constante, la tendencia está cambiando. Al igual que el slow lifestyle propone desacelerar y vivir con más consciencia, la relación con la tecnología también está mutando. Ya no se trata de tener el último celular ni de seguir la carrera interminable por lo más nuevo, sino de valorar lo que ya tenemos y usar la tecnología de manera más relajada.

Hoy, lo cool no es estrenar un celular impecable, sino hacer que el mismo teléfono dure el mayor tiempo posible, incluso si tiene una pantalla rajada o una funda gastada. En un giro inesperado, la obsolescencia programada empieza a perder fuerza frente a una mentalidad más sustentable, donde extender la vida útil de los dispositivos se convierte en una pequeña forma de resistencia ante el consumo acelerado.

La nostalgia también juega un papel clave. Así como el slow lifestyle nos invita a recuperar los placeres simples, la fotografía vuelve al pasado: las cámaras digitales de los 2000, son el accesorio estrella de las influencers. Sacar fotos con un dispositivo separado del celular cambia la experiencia: las imágenes tienen una estética más espontánea, sin la obsesión por la edición perfecta. Además, cada vez se impone más la estética del caos, de las fotos desordenadas, sin filtro, sin pose y sin la necesidad de ser "aesthetic".

La tecnología desacelera: de las cámaras digitales retro a los celulares rotos
La tecnología desacelera: de las cámaras digitales retro a los celulares rotos

Pero el regreso al pasado no termina ahí. En redes sociales, muchos están desempolvando viejos iPhones como el 4 o el 6, que en su momento fueron lo último en tecnología, pero que hoy funcionan como una alternativa funcional y libre de la hiperconectividad de los modelos actuales.

La tecnología desacelera: de las cámaras digitales retro a los celulares rotos

Para los más radicales, las reliquias tecnológicas como los Nokia, Motorola y BlackBerry se convirtieron en joyas y artefactos de colección. Estos dispositivos, que en su momento dominaron el mercado, ahora representan un escape del ritmo frenético de las pantallas táctiles y las notificaciones constantes.

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Algo similar ocurre con los auriculares con cable. En un contexto donde lo inalámbrico parecía la evolución definitiva, los cables colgando se han convertido en un símbolo de identidad. Más allá de la estética, representan un regreso a lo funcional, sin la preocupación constante por la batería o la conectividad. La tendencia es tan fuerte que algunas it girls están adoptándolos, y figuras como Bella Hadid, Lily-Rose Depp y Jennie de BLACKPINK fueron vista usándolos con sus looks de calle, consolidando su regreso como un accesorio de la generación Z.

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Este cambio en la relación con la tecnología se alinea con la misma filosofía del slow lifestyle: desacelerar, disfrutar lo que ya tenemos y salir del ciclo de consumo acelerado. En tiempos donde todo es reemplazable, elegir lo imperfecto y lo duradero puede ser la mayor declaración de independencia.

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