
Recorrer el Camino del Perú se ha vuelto un calvario para miles de ciudadanos que a diario deben sortear todo tipo de obstáculos para llegar a destino. Este sector de la ruta provincial 315 funciona como una especie de muestrario de problemas irresueltos que se agravan a medida que pasa el tiempo.
Si bien nos referimos al tramo que corre desde la intersección de las avenidas Mate de Luna-Aconquija hasta Tafí Viejo, la zona más complicada es la que se extiende hacia el norte a partir del cruce con la Belgrano-Perón. A la altura del complejo Natalio Mirkin la calzada se enangosta drásticamente y empieza a mostrar el deterioro típico de las calles que reciben un tránsito excesivo y lento. Así, aparecen baches alimentados por numerosas pérdidas de agua potable y deformaciones en el pavimento. Entre este sector y hasta lo que se conoce como la Curva de los Vega la presión urbana es altísima. Populosos barrios como San José y el Oeste II aportan un flujo vehicular y peatonal intenso. A eso hay que sumar que el Camino del Perú no deja de ser una ruta en la que convive el tránsito liviano de la ciudad con el pesado. Sobre la calzada es posible ver camiones enormes cargados con ladrillos o con limones, colectivos urbanos e interurbanos, camionetas, autos, motos, bicicletas, carros tirados por caballos, chicos que van a la escuela, vecinos que se mueven a pie y hasta animales domésticos.
En cierto modo, el caos vehicular se produce como consecuencia de un crecimiento urbano que no responde a ninguna lógica. A los cada vez más populosos San José y Villa Carmela se suman barrios cerrados relativamente nuevos, viejas fincas de limones, citrícolas, colegios y escuelas, predios de comunidades religiosas, cerámicas, corralones y clubes. El problema es que el desarrollo de infraestructura adecuada no ha acompañado este crecimiento.
A lo largo de los años se han anunciado diversas ideas para mejorar la situación, pero hasta el momento ninguna se ha concretado. En algún momento se habló de la posibilidad de construir una autopista al estilo de la Diagonal Leccese. Luego, la propuesta mutó a un simple ensanchamiento de la cinta asfáltica y a la construcción de una bicisenda, que nunca ocurrió.
Desde 2022 se habla sobre la posibilidad de construir una avenida de circunvalación noroeste que permita unir la Perón, en Yerba Buena, con la autopista que conduce a El Cadillal. El proyecto propone trazar la avenida a través de una serie de terrenos privados que no están edificados. Por el momento, los técnicos están trabajando en el desarrollo del proyecto, pero para la concreción de la obra aún falta.
Creemos que urge encontrar una solución para una zona de la ciudad que seguirá creciendo indefectiblemente. Es clave entender que para evitar que aparezcan nuevos “Caminos del Perú” en el futuro, la planificación urbana es fundamental. De ese modo se podrá lograr un desarrollo ordenado que sea acompañado por la infraestructura adecuada.