

Bajo un cielo ennegrecido y amenazante y un viento que presagiaba una tormenta que no se dejaba tutear, Alberto Lebbos miró hacia arriba y esbozó una sonrisa: “Mil veces marchamos bajo la lluvia. Nada nos frenó nunca. Recuerdo una tarde, en medio de un verdadero diluvio, éramos sólo Jésica Morillo y yo marchando en la plaza, los dos solos, abrazados y llorando bajo la lluvia”.
Morillo es una artista y activista tucumana que estuvo con Lebbos desde un principio reclamando por el esclarecimiento del crimen impune de su hija Paulina, ocurrido el 26 de febrero de 2006. Morillo no pudo asistir ayer a la Plaza Independencia porque se encuentra de viaje por una beca.
- ¿Por qué dejaron de marchar todos los martes?
-Fue un año en que comenzó a marchar con nosotros la familia de un chico que había sido asesinado por una banda narco. Después vino la banda narco, a los que también le habían asesinado un hijo, y nos pidieron que también los apoyemos. Entonces esta guerra narco se trasladó de los barrios a la plaza, donde nuestra lucha era con coraje pero con todo el amor por nuestros seres perdidos, y nos pareció que era un peligro seguir con nuestras manifestaciones. Ahora sólo las hacemos los 26 de febrero.
Algo que llama la atención es que en estas marchas contra la impunidad, como ocurre en casi todo el país, la presencia de mujeres es abrumadora.
-¿Por qué ocurre esto?
-Yo tengo mi teoría después de haber participado en cientos de marchas en todo el país”, respondió el papá de Paulina: “En una sociedad con una fuerte impronta machista el hombre siente que es el protector de la familia, y cuando pasa algo siente que ha fallado, siente vergüenza. Incluso no son pocos los padres o esposos que terminan suicidándose por la impotencia. No es una exageración lo que digo, conozco muchos hombres que se han suicidado después de una tragedia familiar. Por eso vienen más mujeres.
-Usted repite cada vez que puede que nada ha cambiado en Tucumán, que la impunidad está intacta, pero viendo en retrospectiva estos 19 años usted ha logrado muchos cambios.
-Mirá, yo creo que en la Justicia, en el Ejecutivo, en el Poder Judicial, en la prensa… está lleno de buena gente, honesta, pero los malos, que son los menos, son malísimos y son muy poderosos y siempre terminan ganando.
-Si bien no está preso el o los asesinos de Paulina, fueron condenados por encubrimiento y falsedad del instrumento público el ex secretario de Seguridad Eduardo Di Lella; el ex jefe de Policía Hugo Sánchez; el ex subjefe de Policía Nicolás Barrera; del ex subjefe de la Regional Norte Rubén Brito; el ex policía Waldino Rodríguez; y el ex fiscal Carlos Albaca, y a partir de allí hubo otros avances.
-Es cierto, logramos muchas cosas, como que se sancione la ley 27.372 de protección y garantías a las víctimas de un delito y que obliga a que cuando una persona vaya a Tribunales deba ser bien atendida, que haya protección para los testigos. También logramos que se cree la División de Homicidios en la Policía, que no había; que haya fiscalías especializadas en estos delitos, porque antes todas hacían de todo; que se mejore el área de bioquímica, que era un desastre y es fundamental en las investigaciones y todavía quedan 20 mejoras que hemos pedido y seguimos insistiendo, pero ni el gobernador (Osvaldo Jaldo) ni el vice (Miguel Acevedo) nos responden ni nos reciben. Tampoco es posible que les den sólo seis años a los encubridores y ahora casi todos están libres, menos Di Lella y Albaca que están con arresto domiciliario, cómodos en su casa. Eso es una invitación a seguir delinquiendo, es otra victoria de la impunidad”.
-¿Se siente solo, Lebbos? ¿Siente que por el desgaste de los años lo han ido abandonando?
–Para nada, no estoy ni me siento solo y esta conversación que estamos teniendo confirma lo que digo; hay periodistas que han sido fundamentales en esta lucha, artistas que han aportado su sensibilidad. Hay miles de familias, de dirigentes de todo el país que han colaborado. Yo solo no hubiera podido. Esto empezó con una pequeña marcha de compañeras de Paulina, del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, hace 19 años. Un año después vemos que aparece un cartelito que decía “Justicia para David”, que era un chico (David Acuña), que habían asesinado un año antes. A partir de ese momento empezaron a sumarse familias y más familias hasta que fuimos una multitud. La impunidad sigue, porque está garantizada por gente muy poderosa, pero nosotros hemos logrado que ese muro de impunidad empiece a romperse un poco.
Falta mucho, hay sentencias firmes desde 2019 que no se cumplen y hay otras 23 causas por encubrimiento que están paralizadas. ¿Usted vio que las fiscalías penales están protegidas por rejas? Intente hablar con un fiscal como una persona común, no como periodista, no lo atenderán nunca.
Lebbos no para de hacer señas para que lo esperen, a otros periodistas que lo requieren, a manifestantes que se quieren acercar. El papá de Paulina quiere seguir contando verdades, anécdotas, tiene miles, y retiene cada caso en su memoria como el disco de una computadora.
- Usted tenía una lista de víctimas que leía cada martes y que nunca paraba de crecer. ¿Qué pasó con esa lista?
-Se detuvo por la pandemia, digamos que en 2022. Llegué a anotar más de 700 personas asesinadas en Tucumán, que además del crimen son de nuevo victimizadas por la impunidad.
Se despide con un abrazo profundo, que afecta la necesaria distancia periodística, pero Lebbos es así, anda por la vida abrazando gente, poniendo el hombro para el llanto incontenible de una madre o de una hija, y se muestra más joven y más fuerte que hace 19 años.