EN PLENA TAREA. Paz Vermal, en el centro con la mano en el mentón, trabaja junto a su equipo para mantener actualizadas las redes del Comité Olímpico.
En la voz de Benjamín Paz Vermal ya no queda casi rastro de la tonada tucumana. Se escucha una mezcla de acentos, una combinación de su vida en España, su paso por Brasil y más de una década fuera del país. “Me fui de Argentina hace 13 años para seguir mis sueños”, dice. Y lo cierto es que su camino lo llevó a convertirse en el responsable de redes sociales del Comité Olímpico Internacional (COI).
Suena imponente. Y desde ese puesto maneja una comunidad de más de 154 millones de seguidores y se mueve entre eventos globales, planificando estrategias digitales para mantener vigente el espíritu olímpico en un mundo donde el contenido es efímero.
Su historia arranca en un rincón mucho más familiar: Yerba Buena, Tucumán. Hoy, su oficina es el mundo. Desde chico, Benjamín mostró inquietud por la comunicación. Aunque estudió para ser contador y luego Administración de Empresas, su interés siempre estuvo en otro lado: los blogs, las webs y la edición de videos. Antes de que las redes sociales dominaran el mundo digital, él ya exploraba formatos y lenguajes. “Siempre me gustó, más por algo propio que por la carrera en sí”, cuenta. Su vínculo con la comunicación se fortaleció en el movimiento Schoenstatt y, más tarde, en Juventud que se mueve (JQM), una ONG con la que se buscaba trascender lo religioso y generar impacto social.
Ese compromiso lo llevó a una oportunidad única: trabajar en la organización de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en 2011. Lo que empezó como unos meses de trabajo, se convirtió en una estadía indefinida. “Hice un máster en comunicación institucional y política y trabajé en una agencia digital en Madrid, incluso en la campaña presidencial de Mariano Rajoy”, recuerda.
Cuando parecía que su regreso a Argentina estaba cerca, el llamado de los grandes eventos apareció nuevamente. En 2013, la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro le abrió otra puerta. “Pasé de manejar sólo redes sociales en Madrid, a encargarme de la web, la app, la prensa y el marketing en Río”, dice. Ese salto fue crucial. Su exposición en el evento lo puso en el radar de los organizadores de los Juegos Olímpicos.
Así, en 2014, entró al Comité Organizador de los Juegos de Río de Janeiro. “Conocí al director de comunicación de los Juegos y él ya había visto cómo había funcionado la comunicación de la visita del Papa. Me dijo que había un espacio en el equipo para que trabaje con ellos”, cuenta. No era un simple cambio de trabajo: era el inicio de un camino que lo llevaría hasta la cúspide del olimpismo digital. Su labor en la comunicación del evento le permitió conocer a quienes estaban preparando una nueva plataforma: Olympic Channel.
“La idea era mantener la relevancia de los Juegos con el público joven”, explica. Desde 2016 hasta 2020, trabajó en la plataforma; primero como responsable de redes sociales y luego, con la reestructuración digital del Comité Olímpico Internacional, pasó a liderar las redes sociales de Olympics a nivel global.
En su día a día, Benjamín se mueve entre reuniones con organizadores de futuros Juegos, planificación de estrategias y coordinación con atletas, federaciones y sponsors. En un entramado tan complejo como el movimiento olímpico, su trabajo es encontrar la manera de que la marca Olympics siga vigente todos los días más allá de los momentos de gloria cada cuatro años; sabe que la magia de los Juegos no se apaga cuando se extingue la antorcha. “El mayor desafío es no volvernos obsoletos. Necesitamos que la gente siga conectada en el día a día. Hay que encontrar momentos para generar engagement, como el lanzamiento de las medallas, la antorcha o aniversarios de Juegos anteriores”, explica. “No somos FIFA, Fórmula 1 o NFL que tienen eventos regulares, pero sí trabajamos con un archivo inagotable de grandes momentos olímpicos”, agrega.
El mensaje olímpico se adapta a las diferentes redes sociales
El crecimiento de plataformas como TikTok transformó la estrategia. “Tenemos que hablar el idioma de cada plataforma. En TikTok y Snapchat podemos ser más flexibles y descontracturados, volcarnos más a lo humorístico. En Facebook, por ejemplo, el público es otro y el contenido cambia para poder llegar a todas las personas”, detalla. Y los números lo confirman: con París 2024, el engagement y los seguidores en redes sociales se duplicaron e incluso triplicaron. “Es muy satisfactorio para todo el equipo; significa que estamos haciendo un buen trabajo”, dice con orgullo.
Para Benjamín hay algo más. No es sólo un trabajo: es la posibilidad de ser parte de algo más grande. “El propósito es una de las cosas que más me mueve”, dice, y su recorrido lo demuestra. Nunca fue un aficionado de los deportes. Los practicó, sí, pero su labor y pasión actual tiene otro trasfondo: contar historias que inspiren, resaltar valores del deporte como el esfuerzo, la resiliencia y el fair play. Porque el olimpismo es un acontecimiento social y cultural que muta a una plataforma que cambia realidades.
Habla español, inglés, portugués y un poco de francés. Se define como un “alma inquieta” y sigue capacitándose constantemente. “Hace poco hice un curso de inteligencia artificial, que va a cambiar mucho nuestra área de trabajo”, dice. Asegura que no hay una fórmula mágica para el éxito, pero sí valores que lo guiaron: constancia, optimismo y pasión. “Siempre trato de resignificar los momentos difíciles y verlos desde un punto de vista positivo. Eso te da mucha fuerza y te ayuda a ir para adelante”, reflexiona.
A pesar de la distancia, Benjamín regresa a Tucumán cada año. “Lo primero que hago cuando vuelvo es comer un asado de mi papá, acompañado de un postre de mi mamá”, cuenta con nostalgia. Claro, su familia es su refugio.
Este diciembre, además, logró reunirse con sus tres hermanos en Tafí del Valle, algo que no pasaba desde hacía mucho tiempo.
Eso sí, el futuro lo entusiasma. Hay proyectos en camino, aunque no puede adelantarlos. Desde su oficina global, con la bandera argentina siempre presente en su historia, sigue tejiendo las redes que mantienen viva la llama olímpica. Y aunque su camino lo llevó lejos, su propósito nunca dejó de ser el mismo: comunicar, innovar y dejar huella. (Producción periodística: Sofía Lucena)





















