

Donald Trump volvió a poner de cabeza al mercado. Esta vez al no negar la posibilidad de que el país que preside, Estados Unidos, caiga en recesión. No lo descartó durante una entrevista con Fox News. “Odio predecir cosas como esa. Hay un período de transición (...) Lleva un poco de tiempo”, declaró el jefe de Estado republicano, al ser consultado si espera una recesión este año.
Por si esto fuera poco, el mandatario estadounidense fue más allá durante la entrevista, al reconocer un posible aumento de la inflación, aunque restó importancia a la reciente volatilidad del mercado de valores tras su nueva política arancelaria, apuntando que “hay que hacer lo correcto”, incluso si no gusta a los mercados.
Las declaraciones de Trump contradijeron otras del secretario de Comercio, Howard Lutnick, formuladas también el domingo, de que no había una recesión a la vista. Y fueron en contra de sus propios comentarios anteriores, según los cuales aseguraba que sus políticas traerían resultados rápidos y notables para la economía estadounidense, recordó la agencia de noticias Xinhua.
Con todo, Wall Street vivió su peor rueda en tres años. Sucede que los analistas del mercado, aunque no creen que la principal economía del planeta llegue a una recesión, consideran que es más probable que el mundo enfrente una fuerte desaceleración de la actividad. En poco tiempo, Estados Unidos modificó el panorama económico y, por ende, “engripó” al resto de las economías. Sucede que ese país venía de una fuerte mejora del consumo, con un mercado de trabajo estabilizado en medio de una salud empresarial que sostenían la actividad económica. Pero el proteccionismo de Trump, con los aranceles a sus principales socios comerciales, como Canadá, México y China, causó incertidumbre en el mercado global que no dudó en hablar de una guerra comercial.
Así, en la Bolsa de Nueva York, el índice tecnológico Nasdaq sufrió su peor caída diaria desde septiembre de 2022; el índice tecnológico se hundió un 4%, arrastrado por acciones como Tesla (-15,4%), Nvidia (-5,1%), Alphabet (-4,4%), y Meta (-4,4%). A su vez, el Dow Jones cedió un 2,1%, mientras que el S&P 500 perdió un 2,7%.
Las acciones estadounidenses se encaminan a su peor caída de 2025, a medida que Wall Street modera las perspectivas alcistas, mientras que la demanda de refugios frente a una recesión impulsa los bonos soberanos en Estados Unidos y Europa. En este escenario, las acciones argentinas se hundieron hasta 10,5% y el S&P Merval, medido en dólares, tocó mínimos de noviembre de 2024.
Negociaciones
Todo esto se da en el marco de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de cara a renovar un crédito que le podría brindar al país fondos frescos para afianzar el plan de estabilización económica. En este marco, el presidente, Javier Milei, firmó ayer el DNU del acuerdo con el Fondo y el gobierno espera que la oposición no logre frenarlo en el Congreso, para lo cual necesitaría reunir votos en Diputados y en el Senado. Se espera que el decreto sea genérico y no incluya detalles sobre el monto del respaldo esperado del FMI, un dato clave para los mercados.
La semana pasada el Gobierno había aclarado que el acuerdo no se enviaría al Parlamento a través de un proyecto de ley, sino mediante un decreto de Milei. El ministro de Economía, Luis Caputo, justificó esa decisión en que buscar el respaldo del Parlamento llevaría demasiado tiempo y la Argentina necesita “urgente” ese apoyo del Fondo.
El DNU deberá ser tratado por la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, y se espera que no sea rechazado. La oposición rechazó esta nueva iniciativa oficial por considera que el decreto va en contra de la Ley de Fortalecimiento de Sostenibilidad de la Deuda Pública, que aprobó el Congreso en febrero de 2021 por impulso del entonces ministro de Economía Martín Guzmán. Esta normativa obliga al Ejecutivo a pedir autorización al Congreso para firmar acuerdos con el Fondo o para emitir deuda pública.
Más allá de las positivas expectativas que despierta un próximo acuerdo con el FMI, los activos domésticos no pueden escapar el malhumor externo y así es que se ven contagiados dentro de un clima de aversión al riesgo global que sólo activa rebalanceos hacia el “flight-to-quality” (el cambio de activos de riesgo a otros de mayor calidad), señala el economista Gustavo Ber.