La semana del vuelo apurado, de la reelección de Jaldo y de los enredos

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La semana del vuelo apurado, de la reelección de Jaldo y de los enredos

La sucesión de episodios y de gestos de las últimas semanas parecen indicar que hay un cambio de época en la relación entre Osvaldo Jaldo y el Gobierno libertario. Por supuesto, nada que permita inducir un quiebre en ese amorío, pero sí un enfriamiento o cuanto menos un replanteo de las condiciones.

El desgaste se tornó más evidente durante abril, pero el mojón podría marcarse el lunes 31 de marzo, cuando Patricia Bullrich pisó suelo tucumano. En cualquier otro momento, la visita de la ministra de Seguridad hubiese implicado un mayor despliegue del aparato jaldista para destacar su presencia y exhibir la mejora en los indicadores vinculados al área. Sin ir más lejos, fue lo que ocurrió cuando en octubre del año pasado recorrieron el penal de Benjamín Paz. En esta ocasión, la apertura del ciclo de formación de gendarmes en Monteros y las fotos del mandatario con la funcionaria pasó sin demasiadas estridencias. ¿Se trató de una decisión consciente de la Casa de Gobierno local? Bullrich venía del escándalo de la represión y de la violencia durante las marchas de jubilados frente al Congreso nacional.

Podría interpretarse como un hecho aislado, pero la secuencia de lo acontecido en abril contrarresta esa posibilidad. El viernes 4, durante el congreso peronista de Monte Bello, el propio Jaldo deslizó cuestionamientos hacia los estilos del mileísmo, comparando las formas del presidente Javier Milei con las de los otros jefes de Estados no peronistas, como Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa y Mauricio Macri. También planteó ante los dirigentes que se equivoca más de lo que acierta.

Pero si ambas situaciones obedecieron a un capricho del destino, basta con repasar lo que ocurrió esta semana en el Congreso. Los tres diputados que responden al gobernador ni siquiera tenían pasajes para viajar a Buenos Aires, pese a que estaba convocada una sesión para tratar la creación de una comisión investigadora sobre el criptogate que involucra a Milei. Por tratarse de un tironeo político entre libertarios, macristas, radicales y kirchneristas, Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y Gladys Medina tenían instrucciones de Jaldo de quedarse en Tucumán, y ser ajenos a esa disputa. Sin embargo, un llamado de Martín Menem el lunes alteró esos planes y obligó a la tríada del Bloque Independencia a subirse a un avión para estar un día después en el Congreso. El presidente de la Cámara Baja había asumido el compromiso ante propios y aliados de que la sesión no se realizaría por falta de quórum, algo que claramente no pudo cumplir. Incluso hasta la reunión de Labor Parlamentaria de unos minutos antes de la sesión insistió en que la oposición no lograría los números para habilitar el debate. En el medio se mancaron el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil; y el de Córdoba, Martín Llaryora. Los tres tucumanos no dieron quórum, pero al momento de que comenzara a votarse la creación de la comisión investigadora dejaron sus bancas, previa consulta al gobernador sobre qué postura tomar. Acompañaron a los libertarios, pero no quisieron quedar dentro de la lista de derrotados.

Hay más de ese mismo martes. Casi en paralelo, a 1.200 kilómetros de distancia Jaldo tomó distancia de las críticas violetas al paro que realizaría la CGT el jueves. “Cuando hay un paro declarado legalmente, hay que respetarlo”, lanzó. Curiosamente, un año antes había sido bastante más duro respecto de idéntica medida de fuerza. “El paro de hoy es una medida de fuerza legal y constitucional, pero no la comparto para nada”, había dicho el 9 de mayo de 2024. E incluso había sido más tajante: “Hoy hacen paro para seguir durmiendo, y a la Argentina no la vamos a sacar adelante durmiendo”.

Para cerrar la semana, el miércoles, Jaldo reunió a los funcionarios en la Casa de Gobierno. Más allá de ajustar clavijas y de mantener a raya a sus colaboradores, el mandatario admitió su preocupación por la situación económica del país, por la caída en la recaudación y porque el consumo no repunta. Por eso, pidió a los funcionarios estar atentos a los reclamos de la ciudadanía, a caminar el territorio y disipar cualquier foco de conflicto. Fue además el tópico del mitin más privado que mantuvo ese mediodía. Junto al vicegobernador, Miguel Acevedo; y al legislador Sergio Mansilla analizó el escenario político y social de Tucumán. Más allá de la encendida arenga de “El Comisario” en el Salón Blanco, lo que más comentaron los asistentes en las charlas posteriores fue el mensaje de cierre. Destacó que no es poco lo que la Provincia viene haciendo en este difícil contexto económico y con un Gobierno nacional de otro signo político y que aún quedan más de dos años y medio de mandato para seguir trabajando.

Más tiempo

¿Fue todo? No, les dijo que si hiciera falta más tiempo, la Constitución provincial le da la posibilidad de la reelección por un nuevo período de cuatro años. Algunos creen que fue una zanahoria para incentivar a los suyos a no relajarse; otros, en tanto, consideran que se trata de un mensaje en clave electoral. Porque si él piensa en 2027, quienes quieran hacerse los desentendidos en los comicios de diputados nacionales de octubre estarían arriesgando su futuro a mediano plazo.

Después de ese día y de semejante arenga, el gobernador no volvió a pisar la Casa de Gobierno, afectado por una irritación en sus cuerdas vocales. Una oportuna ronquera que frenó el raid, bromearon algunos funcionarios descorazonados.

El asunto que hoy desvela al oficialismo tucumano es encontrar un candidato que sintetice e identifique con la campaña que propondrá. En ese aspecto, hay sólo dos espacios que tienen el camino y el discurso allanados por las circunstancias. Uno es el lanzado postulante de la disidencia jaldista, Javier Noguera. El taficeño tiene en la frente el rótulo antimileísta y con esa facilidad puede presentarse en plaza Independencia los miércoles en las marchas de los jubilados. El otro es el vicejefe de Gabinete, Lisandro Catalán, cuya única preocupación es lograr que los tucumanos lo acepten como el rostro de Milei en Tucumán. El resto, en tanto, debe encontrar su perfil. Roberto Sánchez zigzaguea entre ser opositor al Presidente, al que a veces apoya y a veces no, y rival del gobernador. El problema es que ese gris choca con los antecedentes de buena parte de quienes lo rodean: la remake de Juntos por el Cambio no es opositor a Jaldo ni por asomo, porque varios de sus integrantes hoy tienen compromisos asumidos con la gestión provincial. Para Ricardo Bussi, la nebulosa igual de espesa: pese a ser el primer mileísta de Tucumán, hoy perdió ese privilegio y deberá apelar nuevamente a su apellido.

¿Y en el caso del jaldismo? Si el gobernador pretende plebiscitar la gestión local, necesitaría que la intendenta Rossana Chahla o que Acevedo figuren en la lista. Los dos dijeron que no, pero las presiones al vicegobernador no se diluyen. El presidente de la Cámara es consciente de que el desgaste de encabezar la lista de un gobernador afín al mileísmo no tendrá mayor recompensa, porque todos dan por sentado de que Jaldo irá por la reelección en 2027. ¿Cuál sería el sentido de exponerse ahora? Es lo que se preguntan en su entorno. Y entre quienes frecuentan a la jefa municipal hay una duda recurrente. ¿Por qué si el mandatario quiere abrazar a Chahla aparecen hechos que lo contradicen? El último ejemplo se vivió en la sesión del jueves del Concejo Deliberante. En el recinto, el edil Gastón Gómez, que responde directamente al ministro de Desarrollo Social, Federico Masso, cuestionó al Ejecutivo municipal por el caso del joven que se quedó dormido en un contenedor de basura y que casi pierde la vida en un camión de recolección. “¿Dónde está el flamante Centro de Monitoreo Ambiental, con la Brigada Ambiental y la Patrulla de Protección Ciudadana (PPC) para prevenir este tipo de situaciones?”, se preguntó el referente de Libres del Sur. En el chahlismo no tardaron en replicar con un misil teledirigido: el secretario de Servicios Públicos, Luciano Chincarini, le recordó a Gómez que es el Ministerio que conduce Masso quien tiene la responsabilidad de velar por la seguridad alimentaria de los más vulnerables. Y le dejó una sugestiva ironía, al refrescar los dos casos policiales del año pasado vinculados al hallazgo de mercadería que iba a ser vendida, en manos de dirigentes políticos.

La relación entre este partido aliado al Gobierno de Jaldo y la Intendencia comenzó con el pie izquierdo. A fines de 2023, cuando Chahla dispuso el cese de contratos que había dejado el alfarismo, al menos una quincena de los trabajadores afectados estaban vinculados al espacio de Masso. Hubo, incluso, intercambios subidos de tono entre el funcionario y la ex diputada. Más aquí en el tiempo, el funcionario de Jaldo dijo en LG Play que le gustaría ser candidato a intendente de la capital. Sin embargo, en las oficinas del edificio de 9 de Julio y Lavalle descreen que los reproches de Gómez hayan sido parte de ese encono, porque además se encargó en el mismo momento de elogiar la gestión provincial. Extraña manera de construir cohesión la que exhibe el oficialismo en pleno año electoral.

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