Durante el 1° Simposio de Trigo en el NOA, Daniela Pérez, jefa de la sección Economía y Estadísticas de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), presentó los resultados de estudios realizados por su área y por las secciones Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica (SIG) y Agrometeorología, y por el programa Granos de la entidad agrocientífica. La exposición se tituló “El trigo, un aporte a la economía y a la sustentabilidad de la producción de granos en Tucumán y zonas de influencia”.
Abordó el rol estratégico del trigo en los sistemas productivos del NOA, y destacó tanto su valor económico como su contribución a la sustentabilidad. Los análisis comprendieron el período 2014-2024.
En un contexto desafiante por las condiciones climáticas, por la fragilidad de los suelos y por la presión sobre los recursos naturales, el trigo se posiciona como un cultivo versátil: puede generar cierta renta o funcionar como cobertura, mejorando la salud del suelo y reduciendo el uso de insumos en los cultivos sembrados con posterioridad.
Se mostraron resultados sobre la distribución espacial del trigo en la provincia; se resaltó que ocupa una superficie significativa: en 2024 ocupó las 92.650 hectáreas, aunque llegó a alcanzar las 121.750 hectáreas durante el período analizado. La evolución del área cultivada guarda correlación con las precipitaciones estivales y con la disponibilidad de semilla propia y de lotes libres. La mayor frecuencia de siembra se detectó en los departamentos Burruyacu, La Cocha y Cruz Alta.
Además, se mostró una relación entre el área triguera y el carbono orgánico del suelo (COS), categorizado en cuatro niveles. En general, se constató que la mayor proporción del área triguera se localiza en zonas con valores de COS que oscilan entre las 47 y las 57 toneladas por hectárea (t/ha), correspondientes a valores de materia orgánica del suelo (MOS) entre un 2,26% y un 2,75%.
El análisis económico del período reveló que el rinde medio provincial superó al rinde de indiferencia en el 70% de los años de la década analizada, con un uso muy limitado de insumos. Para 2025, se estimó que los gastos desde barbecho hasta cosecha para el cultivo de trigo podrían ubicarse entre U$S 164 y los U$S 277 por hectárea -según el nivel de insumos-, aunque estos valores deben ser ajustados debido a que los costos de flete y der cosecha son aún estimativos. Para un precio proyectado en U$S 214 por tonelada (altamente condicionado por el escenario internacional), y contrastando con el rinde promedio de la década (1,1 t/ha), el resultado económico no sería favorable. No obstante, se destacaron los beneficios del trigo en la intensificación de la secuencia de cultivos, por su aporte de materia seca, mejora de la infiltración, disminución de la erosión y contribución al secuestro de carbono.
En síntesis, el trigo, con su doble función de cultivo de renta y de servicio, constituye una herramienta estratégica para los productores del NOA.





















