Sexualmente hablando: Desromantizar

Sexualmente hablando: Desromantizar

Hace tiempo que se insiste en la importancia de “desromantizar”. Este neologismo significa cuestionar o desenmascarar ciertas representaciones culturales, que históricamente nos han sido inculcadas desde una visión idealizada y, por lo mismo, poco realista. Principalmente: el amor de pareja y la maternidad. Estas dos experiencias vitales son las que más impregnadas están de un halo de fantasía y de expectativas acerca de lo que “debe ser”.

“El amor todo lo puede”; “Una pareja será capaz de completarnos y cubrir nuestras carencias” (la famosa “media naranja”); “El amor, si es verdadero, es perfecto y es para siempre”; “Si estamos verdaderamente enamorados, nunca más sentiremos atracción por otra persona”… son sólo algunos de los muchos mitos que circulan con respecto al amor de pareja. Casi tantos como los vinculados a la maternidad, que por lo general la presentan como puro amor incondicional, alegría, realización.

Lejos de la pantalla

De ahí que en los medios de comunicación y en las redes sociales abundan los discursos en favor de abandonar esas miradas infantiles, que tienen más que ver con las viejas películas de Walt Disney o con las edulcoradas comedias hollywoodenses, que con las verdaderas historias de pareja y de maternidad.

También circulan en internet memes y chistes muy ingeniosos sobre el abismo que existe entre realidad y fantasía o sobre el “efecto anticonceptivo” de algunas experiencias con niños (entre los que aún no son padres). Todo para recordarnos que el “amor de mi vida” o “lo mejor que me pasó” son declaraciones hermosas, pero que suelen pasar por alto los aspectos desafiantes de estos vínculos. Como si fuera una publicidad engañosa o una estafa piramidal (por eso a veces arrancan diciendo: “lo que nadie te cuenta de…”).

Así y todo… ¿no sería conveniente también desromantizar un poco tanta desromantización? Porque -tal vez- en el afán de buscar un abordaje más realista de estas situaciones vitales, corramos el riesgo de quedarnos con una versión demasiado prosaica, de poco vuelo, que tampoco refleje lo profundo, complejo y subjetivo de estas experiencias humanas.

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