

No será la primera vez que Tucumán quede vinculado de alguna manera a la “cocina” de cocaína. El primer antecedente se registró hace más de 50 años, cuando poco se hablaba de este estupefaciente y en los tiempos en los que un consumidor era igual de delincuente que el que la vendía.
Con las pruebas recolectadas a lo largo de los últimos años, se estableció que en la provincia existen dos tipos de cocinas. Las más comunes son las que manejan las organizaciones que se dedican al narcomenudeo, es decir, a la venta de pequeñas cantidades de drogas. En casas compradas o usurpadas estiran la droga que adquieren a proveedores mayoristas. Las otras son muchas más complejas y más difíciles de ubicar. Las Organizaciones adquieren la pasta base y realizan todo el procedimiento químico hasta conseguir la cocaína.
En marzo de 1970, en una casa rural de Taruca Pampa, en Burruyacu, la Policía encontró un laboratorio en el que una banda producía cocaína. Lo novedoso del caso es que las crónicas de la época informaban que se trataba de cocaína líquida. Los investigadores sostienen que en realidad, podría haberse tratado de una etapa de la producción del estupefaciente. Nunca se conoció cuál fue el destino procesal de esa organización que habría sido liderada por Francisco “El Conde” Frasconá.

Tuvieron que pasar 36 años para que se volvieran a registrar novedades sobre la existencia de cocinas en la provincia. En septiembre de 2006, las fuerzas de seguridad desarticularon tres. Una fue en Villa Urquiza, otra en Villa 9 de Julio y, la más importante, en Tafí del Valle. En todos esos lugares los uniformados decomisaron precursores químicos, pasta base y “merca” para ser comercializadas.
En mayo de 2016, en una investigación conjunta de la Policía de la provincia con la de Santiago del Estero, se descubrió que La Banda del Chileno había adquirido una casa en El Cadillal para producir, estirar y acopiar cocaína para luego distribuirla en tierra santiagueña. Dos días después del allanamiento, un empresario denunció que una pareja se había ido del lugar misteriosamente y que en el interior de la cabaña habían dejado bultos que le resultaban misteriosos. El personal de la comisaría se presentó en el lugar y encontró 28 kilos de cocaína. Después se supo que los visitantes eran en realidad, personas que habían llegado hasta ese lugar para comprar la droga y llevarlas a Santiago.
En 2017, en el juicio que se les realizó a los integrantes del Clan Ale, un testigo de identidad protegida reveló un dato inesperado. Dijo que se utilizaban los autos de la remisería Cinco Estrellas que pertenecían a Rubén “La Chancha” Ale ,para trasladar droga a los campos que Ángel “El Mono” Ale tenía en Santa Rosa de Leales. Allí, siempre según los dichos del hombre que declaró a través de una teleconferencia por cuestiones de seguridad, señaló que la sustancia era cocinada por los hermanos Luis “Oreja” y Walter “Pico” Peralta. Los Ale, que siempre negaron estar vinculados al narcotráfico, terminaron siendo condenados por la Justicia Federal. Los Peralta, en cambio, crecieron en ese oscuro mundo y terminaron creando el clan Los 30, sospechados de tener una red de narcomenudeo en el sur de la capital tucumana.
Nombres
Hugo Daniel “El Rengo Ordóñez” Tévez fue individualizado como el creador del narcomenudeo en Tucumán, tuvo mucho que ver en el desarrollo de las cocinas en Tucumán. Asesinado en 2009 por la pareja de una mujer con la que mantenía una relación clandestina, se llevó a la tumba el dato sobre quién fue él o los hombres que transmitieron los secretos para montar una cocina. Su entorno siempre apareció vinculado en casos de estas características.
Margarita Toro fue el eterno amor de “El Rengo Ordóñez”. La mujer, que está sospechada de dirigir el clan Toro que domina toda Villa 9 de Julio, fue condenada en 2010 por la Justicia Federal junto a varios miembros de su familia. La Dirección General de Drogas Peligrosas la detuvo en 2009 al considerar que el grupo traía la cocaína desde el norte del país, la estiraban en cocinas propias y luego la distribuían para su venta.
Nilda “La Cabezona” Gómez era amiga íntima de Tévez y de Toro. En menos de 20 años, fue detenida en cuatro oportunidades. En dos ocasiones, en los allanamientos que se hicieron, se le decomisaron droga y precursores químicos.
Rogelio “El Gordo” Villalba fue una especie de hijo de “El Rengo Ordóñez”. Después de la muerte del hombre que le abrió las puertas del negocio, creció tanto que hasta lo llegaron a llamar “El Rey del Paco” en La Costanera. La División Antidrogas Tucumán de la Policía Federal lo detuvo en septiembre de 2016. En el operativo, los investigadores también arrestaron a una pareja que en sus entrañas traían casi un kilo de pasta base. Esa sustancia sería trasladada hasta una de las casas del supuesto líder de la organización. Una hija, no él, era la encargada de “cocinar” la droga que luego comercializaban.