“Gracias a ellos estoy acá y debo estar preparado”: la emotiva historia de Monroy en San Martín

El mediocampista catamarqueño valoró a su familia, destacó la confianza de Mariano Campodónico y disfrutó los aplausos del hincha "santo" en la goleada contra Atlanta.

EN SUS INICIOS. Leonardo Monroy posa junto a sus padres en el complejo Natalio Mirkin. EN SUS INICIOS. Leonardo Monroy posa junto a sus padres en el complejo Natalio Mirkin.

“Cuando fui a la cancha por primera vez y vi La Ciudadela llena, supe que ese era el lugar donde quería jugar algún día”. La frase de Leonardo Gastón Monroy condensa años de lucha y sacrificio, con viajes que comenzaron en un pequeño pueblo de Catamarca y que hoy encuentran recompensa con la camiseta de San Martín. El domingo, en la goleada 4-0 sobre Atlanta, el volante fue titular y, aunque una lesión lo obligó a dejar la cancha antes del final, se marchó entre aplausos, consciente de que dio un paso más en su carrera.

Su historia es la de tantos chicos que sueñan con el fútbol, pero también la de un joven que nunca se permitió bajar los brazos. Desde Las Estancias, su pueblo natal, Leonardo empezó a forjar su destino con apenas siete años en Unión Aconquija. Allí aprendió a disfrutar del juego, a convivir con la pelota y a entender que lo suyo no era solo un pasatiempo.

“En Aconquija tengo los mejores recuerdos, porque ahí empezó todo. Yo era apenas un niño y no dimensionaba lo que podía venir después. Con el tiempo me fui dando cuenta de que ese lugar me abrió las puertas para llegar a donde estoy ahora”, recordó Monroy en diálogo con LA GACETA.

BATALLA. Monroy fue titular en la goleada a Atlanta y se marchó lesionado, aunque aplaudido por el hincha de San Martín. BATALLA. Monroy fue titular en la goleada a Atlanta y se marchó lesionado, aunque aplaudido por el hincha de San Martín. Foto de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.

En ese sentido, el empuje familiar fue clave. Su padre, Juan Carlos, y su madre, Elena Gómez, fueron quienes lo acompañaron en cada paso, alentándolo aun en los momentos más duros. “Ellos fueron mi motivación para seguir y luchar todos estos años. Estuvieron siempre, incluso cuando las cosas no salían. Gracias a ellos hoy estoy acá”, confesó Monroy. Claro. Ese sostén emocional le dio la valentía necesaria para abandonar el nido y emprender el viaje hacia un destino incierto.

Partir de su tierra natal no fue sencillo. Dejar atrás a su familia, sus amigos y la rutina de pueblo lo enfrentó a un mundo desconocido. “Nunca había salido de ahí y encontrarme con una ciudad como San Miguel fue todo nuevo. Pero sabía que venía en busca de un sueño y conté con el apoyo de mis padres, que siempre estuvieron alentándome”, relató. Esa fe en sí mismo lo sostuvo durante los primeros días, cuando debió adaptarse a un club exigente y a una ciudad que se le hacía inmensa.

La posibilidad de probarse en San Martín apareció gracias a Daniel Mazzarella, un técnico de Aguilares que le abrió la puerta. Monroy no lo dudó: armó el bolso y viajó. Superó la primera prueba y, desde entonces, su vida cambió para siempre. Pasó por las inferiores de AFA, se hizo fuerte en la Reserva y vivió en la pensión del complejo Natalio Mirkin, donde compartió techo con compañeros que hoy son colegas en el primer equipo.

EN CATAMARCA. Monroy, con la camiseta de Unión Aconquija, posa junto a sus padres en su ciudad natal. EN CATAMARCA. Monroy, con la camiseta de Unión Aconquija, posa junto a sus padres en su ciudad natal.

“Compartí con (Nicolás) ‘Chuny’ Moreno, Ulises Vera, Agustín Graneros y Alan Cisnero, entre otros. Ahora estar con ellos en la cancha es muy lindo, porque todos sabemos lo que cuesta llegar hasta acá”, contó el volante, que ya había sumado 13’ durante el triunfo 2-1 sobre Deportivo Maipú.

No obstante, su debut en Primera llegó en abril de 2021, de la mano de Floreal García, en Mataderos frente a Nueva Chicago. Aquellos minutos iniciales fueron el puntapié de una carrera marcada por la perseverancia. Más tarde, bajo la conducción de Pablo De Muner, siguió sumando partidos y creciendo en experiencia. También le tocó salir a buscar continuidad: en 2023 vistió la camiseta de 9 de Julio de Rafaela en el Federal A y en 2024 la de Sansinena Social y Deportivo de Bahía Blanca. Lejos de derrumbarlo, esas etapas lo fortalecieron.

Hoy, con 25 años, Leonardo sabe que está en el momento justo para consolidarse. Su polifuncionalidad lo ayuda: puede ocupar el lateral derecho o el mediocampo, aunque reconoce sentirse más cómodo como volante. “Uno siempre va aprendiendo día a día. Lo importante es adaptarse y estar listo para el lugar que toque ocupar”, aseguró el volante. Tal es así que Mariano Campodónico lo entendió y le dio la confianza frente a Atlanta. “Me dijo que tarde o temprano iba a tener la oportunidad y que debía estar preparado. Eso me dio tranquilidad”, destacó.

EN FAMILIA. Gastón posa junto a su papá Juan Carlos y su mamá Elena. EN FAMILIA. Gastón posa junto a su papá Juan Carlos y su mamá Elena.

"Lo importante es que el equipo ganó y que todos aportamos", dijo Monroy sobre la goleada al "Bohemio"

En ese sentido, Monroy se describe como un jugador rápido y técnico, con despliegue y entrega. Prefiere que sus actos hablen por él, aunque sí deja en claro su mayor deseo. “A corto plazo me planteo lo que buscamos todos: pelear el ascenso con San Martín. Ojalá este sea el año y podamos conseguirlo”, sentenció el catamarqueño, que se mostró fortalecido ante el respaldo del hincha en La Ciudadela. “Estoy contento porque siento que la gente valora el esfuerzo. Me hubiese gustado seguir más tiempo en la cancha, pero no podía pisar. Lo importante es que el equipo ganó y que todos aportamos”, agregó.

El partido contra Atlanta será recordado como un punto de inflexión en su vida futbolística. A pesar de terminar lesionado, se retiró del campo de juego entre aplausos. Esa es la señal de que algo cambió para siempre.

Monroy ya no es aquel chico que soñaba desde la tribuna: es un jugador formado en el sacrificio, sostenido por el amor de sus padres y empujado por la fe en sí mismo. Y aunque hoy deba esperar quince días para volver a jugar por un hematoma sobre el empeine del pie derecho, sabe que su historia recién comienza. Porque si algo lo define es su convicción: nunca bajó los brazos, y no piensa hacerlo ahora.

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