Por Daniel Fernández
16 Septiembre 2011
De un estuche negro saca una Fender Telecaster, la enchufa a un amplificador Marshall y se sienta frente a ellos. El menudo público sigue sus movimientos con gran curiosidad; incrédulos; hasta que Daniel Amani ejecuta los primeros acordes de rock. El poderoso sonido que emite su Telecaster envuelve la pequeña sala y los chicos del taller de guitarra del Divino Niño dejan hasta de pestañear, fascinados por ver en vivo a un guitarrista profesional tocar una viola eléctrica.
Organizado por LA GACETA y Yamamusic, Amani brindó una clínica para los niños y jóvenes que todos los sábados asisten a las clases gratuitas de guitarra que se dictan en la capilla ubicada en el humilde barrio 2 de Septiembre, en Yerba Buena. Durante más de una hora, el rockero y profesor les explicó cómo funciona una guitarra eléctrica, los sonidos que se pueden obtener, acordes y escalas de rock y de blues.
Cuando recibió la propuesta de la clínica, Amani no sabía qué podía esperar de esta experiencia, pero el resultado final fue más que gratificante: los chicos lo despidieron con un gran aplauso y con una amplia sonrisa. "Vine con la intención de mostrarles cosas y al final ellos también lo hicieron por mí", expresó el guitarrista.
"Los veía hacer los cambios de acordes y recordaba cuando era chico y hacia ese tipo de cosas", comentó al finalizar la clínica durante una calurosa tarde de septiembre. Sin duda, esas miradas inocentes, asombradas, le recordaron a Amani su niñez, cuando aún no sabía de qué se trataba una guitarra eléctrica e intentaba, en vano, con una guitarra criolla lograr el mismo sonido que escuchaba de las grandes bandas de rock. "Recuerdo la primera vez que vi una guitarra eléctrica conectada a un amplificador, uno tenía el mito de que se conectaba directamente a la pared", rememora riéndose de su inocencia.
Una "zapada"
Luego de romper el hielo con los chicos, se vino la "zapada" rockera. Matías Kotler, músico y colaborador de Yamamusic, se prendió y cantó junto a Amani "Desconfío", de Pappo. Luego pidió prestada la guitarra de una niña y les mostró cómo con una guitarra criolla también se puede hacer rock. Arrancó con una base, para que Amani se luciera con unos riffs bluseros. Finalmente, hizo los coros cuando Daniel tocó "Smoke on the water", de Deep Purple.
"La música es un lenguaje universal que te mueve. Lo principal es tener pasión por lo que estás tocando. Siempre la técnica y la teoría son importantes, pero si no no está el corazón, suena como una propuesta fría", les transmitió el profesor a quienes quieren iniciarse en el infinito y mágico mundo de la música.
Como cierre de la clínica, LA GACETA les propuso tocar juntos. Aceptaron el desafío y los profesores, a cargo del taller, les marcaron a los chicos acordes y compases para acompañar a Daniel. Con una base de más de 20 guitarras, Amani se acopló con un melódico riff. La magia de la música envolvió la pequeña sala y, por un momento, los chicos se sintieron parte de un grupo y vivieron la experiencia de tocar junto a un guitarrista profesional. Por su parte, Amani se sintió gratificado por el intercambio y disfrutó de haber logrado una conexión musical con quienes, al principio, lo miraban raro, curiosos e incrédulos.
Organizado por LA GACETA y Yamamusic, Amani brindó una clínica para los niños y jóvenes que todos los sábados asisten a las clases gratuitas de guitarra que se dictan en la capilla ubicada en el humilde barrio 2 de Septiembre, en Yerba Buena. Durante más de una hora, el rockero y profesor les explicó cómo funciona una guitarra eléctrica, los sonidos que se pueden obtener, acordes y escalas de rock y de blues.
Cuando recibió la propuesta de la clínica, Amani no sabía qué podía esperar de esta experiencia, pero el resultado final fue más que gratificante: los chicos lo despidieron con un gran aplauso y con una amplia sonrisa. "Vine con la intención de mostrarles cosas y al final ellos también lo hicieron por mí", expresó el guitarrista.
"Los veía hacer los cambios de acordes y recordaba cuando era chico y hacia ese tipo de cosas", comentó al finalizar la clínica durante una calurosa tarde de septiembre. Sin duda, esas miradas inocentes, asombradas, le recordaron a Amani su niñez, cuando aún no sabía de qué se trataba una guitarra eléctrica e intentaba, en vano, con una guitarra criolla lograr el mismo sonido que escuchaba de las grandes bandas de rock. "Recuerdo la primera vez que vi una guitarra eléctrica conectada a un amplificador, uno tenía el mito de que se conectaba directamente a la pared", rememora riéndose de su inocencia.
Una "zapada"
Luego de romper el hielo con los chicos, se vino la "zapada" rockera. Matías Kotler, músico y colaborador de Yamamusic, se prendió y cantó junto a Amani "Desconfío", de Pappo. Luego pidió prestada la guitarra de una niña y les mostró cómo con una guitarra criolla también se puede hacer rock. Arrancó con una base, para que Amani se luciera con unos riffs bluseros. Finalmente, hizo los coros cuando Daniel tocó "Smoke on the water", de Deep Purple.
"La música es un lenguaje universal que te mueve. Lo principal es tener pasión por lo que estás tocando. Siempre la técnica y la teoría son importantes, pero si no no está el corazón, suena como una propuesta fría", les transmitió el profesor a quienes quieren iniciarse en el infinito y mágico mundo de la música.
Como cierre de la clínica, LA GACETA les propuso tocar juntos. Aceptaron el desafío y los profesores, a cargo del taller, les marcaron a los chicos acordes y compases para acompañar a Daniel. Con una base de más de 20 guitarras, Amani se acopló con un melódico riff. La magia de la música envolvió la pequeña sala y, por un momento, los chicos se sintieron parte de un grupo y vivieron la experiencia de tocar junto a un guitarrista profesional. Por su parte, Amani se sintió gratificado por el intercambio y disfrutó de haber logrado una conexión musical con quienes, al principio, lo miraban raro, curiosos e incrédulos.
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