Por María Ester Véliz
28 Noviembre 2012
Médicos tucumanos extirparon un cáncer oral y reconstruyeron la cavidad bucal de la paciente
Teresa de Iramain llegó tarde a la consulta. La lesión ya había hecho metástasis en la mitad de la boca y en la cadena izquierda de ganglios cervicales. En este momento evoluciona favorablemente y esta semana le darían el alta. La operación duró 14 horas, se realizó en el sanatorio Modelo, y es la primera en su tipo que se lleva a cabo en la provincia.
LA OPERACIÓN, PASO A PASO.
Un equipo multidisciplinario de médicos tucumanos realizó una compleja cirugía: extrajo un cáncer oral de grandes dimensiones y reconstruyó la mitad de la cavidad bucal de Teresa de Iramain, de 61 años. La paciente vive en Río Chico y es enfermera del hospital de Santa Ana. Por tratarse de una enfermedad que no presenta síntomas -salvo en etapas avanzadas- llegó tarde a la consulta. No obstante, los médicos le dieron solución. En el sanatorio Modelo trabajaron en forma interdisciplinaria y simultánea durante 14 horas para concretar con éxito la primera cirugía en su tipo en Tucumán.
Hace cinco meses, Teresa sintió malestar en la garganta, pero no le dio mucha importancia. Decidió tomar antibióticos pensando que se trataba de una angina pasajera, mientras la trataban por otra patología. Como los fármacos no le hacían efecto, consultó en el Hospital de Concepción. La oncóloga Laura Raviolo le detectó la lesión oral y de inmediato la derivó al doctor Pablo Vallejo, cirujano de cabeza y cuello. Carlos Alberto Iramain, esposo de Teresa, contó estos detalles.
El diagnóstico
Vallejo la examinó, le hizo una tomografía, una punción en los ganglios del cuello y una biopsia. Los estudios confirmaron el diagnóstico clínico: carcinoma escamoso bien diferenciado (nombre científico), el tipo de cáncer más común en la vía aérea digestiva superior.
El tumor se había iniciado en la encía inferior de la mejilla izquierda. Creció silenciosamente tomando el hueso de la mandíbula, gran parte de la cara interna de la mejilla (la mucosa yugal), el piso de la boca y la mitad de la lengua. "La gran extensión del tumor -con metástasis en los ganglios cervicales- se debió al retraso en la consulta", comentó Vallejo a LA GACETA. Lo acompañó el doctor Juan Stoyanoff, cirujano plástico integrante del equipo. Ambos detallaron cómo se desarrolló la operación.
Estrategia quirúrgica
Mientras esperaban la placa y los tornillos de metal para fijar injerto (osteosíntesis) solicitados al Subsidio de Salud, Teresa fue sometida a quimioterapia. Los médicos querían disminuir el tamaño del tumor. No lo consiguieron. Y no le hicieron radioterapia porque al estar afectado el hueso de la mandíbula tampoco causaría efecto. Entonces, comenzaron con el vaciamiento de los ganglios del cuello preservando la estructura vascular. También se preservó el nervio espinal para que la paciente pueda mover el brazo. En base a la extensión del tumor diseñaron primero la estrategia quirúrgica, y luego, la de reconstrucción de la cavidad oral. "Nuestro objetivo era que la paciente quedara con la menor cantidad de secuelas posibles", enfatizó Vallejo.
Resección oncológica
El equipo médico comenzó con la resección segmentaria de la mandíbula (retiró la parte afectada del hueso), parte del piso de la boca, de la cara interna de la mejilla y la mitad de la lengua (hemiglosectomía). "Hicimos lo que se llama resección oncológica: quitamos no solo el tumor sino también parte del tejido sano que lo circunda. Así, nos aseguramos de remover un área mayor que la que ocupaba el carcinoma para que, en lo posible, no quedaran células malignas que dieran lugar a la formación de otro tumor", puntualizó Vallejo. Él realizó esta tarea con el doctor Germán Prola, cirujano de cabeza y cuello.
Reconstrucción
Stoyanoff y el doctor Mauricio López Alonso, cirujano general, extrajeron de la pierna de la paciente un segmento del hueso peroné y una pastilla de piel con parte de la arteria y de los vasos peroneos. Colocaron el material (colgajo libre osteoseptocutáneo de peroné) en la cara de la paciente. Con el hueso rearmaron la mandíbula en base al molde tomado antes de hacer la resección: unieron y fijaron los huesos con placas y tornillos de metal. Con la piel reconstruyeron la cara interna de la mejilla, el piso de la boca y la mitad de la lengua.
El neurocirujano Álvaro Campero tuvo a su cargo la anastomosis. Unió con cirugía microscópica la arteria peronea con la arteria tiroidea superior y procedió de igual modo con las respectivas venas (peroneas y faciales), para que el colgajo reciba de inmediato irrigación sanguínea. "Esto asegura la vitalidad del injerto. Teniendo aporte sanguíneo, dentro de 40 días la paciente podrá completar con radioterapia el tratamiento para el cáncer. Si el injerto no tuviera irrigación, la radioterapia lo quemaría totalmente y la reconstrucción oral fracasaría", aclaró el especialista. Juan Marcotulio (cardiólogo), Federico Sosa (anestesista) y Susana López (patóloga) también integraron el equipo.
Hace cinco meses, Teresa sintió malestar en la garganta, pero no le dio mucha importancia. Decidió tomar antibióticos pensando que se trataba de una angina pasajera, mientras la trataban por otra patología. Como los fármacos no le hacían efecto, consultó en el Hospital de Concepción. La oncóloga Laura Raviolo le detectó la lesión oral y de inmediato la derivó al doctor Pablo Vallejo, cirujano de cabeza y cuello. Carlos Alberto Iramain, esposo de Teresa, contó estos detalles.
El diagnóstico
Vallejo la examinó, le hizo una tomografía, una punción en los ganglios del cuello y una biopsia. Los estudios confirmaron el diagnóstico clínico: carcinoma escamoso bien diferenciado (nombre científico), el tipo de cáncer más común en la vía aérea digestiva superior.
El tumor se había iniciado en la encía inferior de la mejilla izquierda. Creció silenciosamente tomando el hueso de la mandíbula, gran parte de la cara interna de la mejilla (la mucosa yugal), el piso de la boca y la mitad de la lengua. "La gran extensión del tumor -con metástasis en los ganglios cervicales- se debió al retraso en la consulta", comentó Vallejo a LA GACETA. Lo acompañó el doctor Juan Stoyanoff, cirujano plástico integrante del equipo. Ambos detallaron cómo se desarrolló la operación.
Estrategia quirúrgica
Mientras esperaban la placa y los tornillos de metal para fijar injerto (osteosíntesis) solicitados al Subsidio de Salud, Teresa fue sometida a quimioterapia. Los médicos querían disminuir el tamaño del tumor. No lo consiguieron. Y no le hicieron radioterapia porque al estar afectado el hueso de la mandíbula tampoco causaría efecto. Entonces, comenzaron con el vaciamiento de los ganglios del cuello preservando la estructura vascular. También se preservó el nervio espinal para que la paciente pueda mover el brazo. En base a la extensión del tumor diseñaron primero la estrategia quirúrgica, y luego, la de reconstrucción de la cavidad oral. "Nuestro objetivo era que la paciente quedara con la menor cantidad de secuelas posibles", enfatizó Vallejo.
Resección oncológica
El equipo médico comenzó con la resección segmentaria de la mandíbula (retiró la parte afectada del hueso), parte del piso de la boca, de la cara interna de la mejilla y la mitad de la lengua (hemiglosectomía). "Hicimos lo que se llama resección oncológica: quitamos no solo el tumor sino también parte del tejido sano que lo circunda. Así, nos aseguramos de remover un área mayor que la que ocupaba el carcinoma para que, en lo posible, no quedaran células malignas que dieran lugar a la formación de otro tumor", puntualizó Vallejo. Él realizó esta tarea con el doctor Germán Prola, cirujano de cabeza y cuello.
Reconstrucción
Stoyanoff y el doctor Mauricio López Alonso, cirujano general, extrajeron de la pierna de la paciente un segmento del hueso peroné y una pastilla de piel con parte de la arteria y de los vasos peroneos. Colocaron el material (colgajo libre osteoseptocutáneo de peroné) en la cara de la paciente. Con el hueso rearmaron la mandíbula en base al molde tomado antes de hacer la resección: unieron y fijaron los huesos con placas y tornillos de metal. Con la piel reconstruyeron la cara interna de la mejilla, el piso de la boca y la mitad de la lengua.
El neurocirujano Álvaro Campero tuvo a su cargo la anastomosis. Unió con cirugía microscópica la arteria peronea con la arteria tiroidea superior y procedió de igual modo con las respectivas venas (peroneas y faciales), para que el colgajo reciba de inmediato irrigación sanguínea. "Esto asegura la vitalidad del injerto. Teniendo aporte sanguíneo, dentro de 40 días la paciente podrá completar con radioterapia el tratamiento para el cáncer. Si el injerto no tuviera irrigación, la radioterapia lo quemaría totalmente y la reconstrucción oral fracasaría", aclaró el especialista. Juan Marcotulio (cardiólogo), Federico Sosa (anestesista) y Susana López (patóloga) también integraron el equipo.