19 Marzo 2013
ARMAR EL ESCENARIO. Sillas, pantallas gigantes y vallas llegaron a San Pedro este lunes.
EL VATICANO (Enviado especial).- Probablemente, lector, cuando usted llegue a estas líneas, lo que aquí se cuenta esté ocurriendo o quizás haya ocurrido ya. Pero, si madruga, es posible que tenga la oportunidad de observar una ceremonia monumental, histórica y, debido a la personalidad de su principal protagonista, hasta tal vez un poco impredecible.
A las 8.45 de Roma (es decir, a las 4.45 de Argentina), Jorge Mario Bergoglio, el arzobispo que viajaba en subte, recorrerá la plaza de San Pedro y sus calles aledañas nada más y nada menos que en el famosísimo Papamóvil. Esa será la antesala de la misa en la que asumirá su mandato como máxima autoridad de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
De acuerdo con el cronograma de El Vaticano, el paseo terminará exactamente a las 9.15, cuando Francisco ingrese en la Basílica de San Pedro para vestir los paramentos de la misa. Inmediatamente después bajará a rezar a la tumba del apóstol San Pedro. Durante la ceremonia que se tendrá lugar en las escalinatas de la basílica, le será colocado el anillo del Pescador y el Palio, que son los símbolos del pontificado.
Fuera del guión
Pero ojo: el Papa argentino ha dejado en claro que es un tipo espontáneo. Demasiado quizás para los parámetros de la sede de la Iglesia. Si bien seguramente los lineamientos básicos de la celebración se cumplirán, no sería de extrañar que Bergoglio decida romper el protocolo. Basta con recordar algunas de las iniciativas inesperadas que llevó adelante en los pocos días que lleva su papado.
Por ejemplo, en la misma jornada en que resultó electo, salió al balcón a saludar a los fieles sin capa y sin la cruz de oro. Esa misma noche y al otro día, prefirió viajar en colectivo con el resto de los cardenales en vez de hacerlo en limusina. También pasó por el hotel en el que había estado alojado antes del cónclave, retiró su bolso, pagó la cuenta y saludó a los empleados.
Y la lista de espontaneidades continúa: no utiliza los tradicionales zapatos rojos de los papas, y calza unos negros y gastados que trajo de Buenos Aires; en una oportunidad, apurado por saludar a los cardenales, tropezó y casi se cae. Además, el domingo, antes del rezo del Angelus, cruzó la puerta de Santa Ana (es decir, salió de los límites de El Vaticano) y se acercó a saludar a los fieles que lo esperaban detrás de un vallado.
Hoy, cientos de miles de personas presenciarán la ceremonia. Si bien nadie se anima arriesgar cifras, se calcula que superarán los 300.000. Y se cree que los files comenzarán a llegar a la plaza de San Pedro poco después las 5.30, hora de Roma (es decir, la 1.30 de Argentina), cuando empiece a funcionar el Metro. Además, estarán presentes unas 130 delegaciones oficiales de distintos países, incluida la argentina, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza. Ayer, una tormenta tremenda sacudió Roma en las primeras horas de la mañana. El pronóstico anuncia que hoy el sol regresará para acompañar al papa Francisco.
A las 8.45 de Roma (es decir, a las 4.45 de Argentina), Jorge Mario Bergoglio, el arzobispo que viajaba en subte, recorrerá la plaza de San Pedro y sus calles aledañas nada más y nada menos que en el famosísimo Papamóvil. Esa será la antesala de la misa en la que asumirá su mandato como máxima autoridad de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
De acuerdo con el cronograma de El Vaticano, el paseo terminará exactamente a las 9.15, cuando Francisco ingrese en la Basílica de San Pedro para vestir los paramentos de la misa. Inmediatamente después bajará a rezar a la tumba del apóstol San Pedro. Durante la ceremonia que se tendrá lugar en las escalinatas de la basílica, le será colocado el anillo del Pescador y el Palio, que son los símbolos del pontificado.
Fuera del guión
Pero ojo: el Papa argentino ha dejado en claro que es un tipo espontáneo. Demasiado quizás para los parámetros de la sede de la Iglesia. Si bien seguramente los lineamientos básicos de la celebración se cumplirán, no sería de extrañar que Bergoglio decida romper el protocolo. Basta con recordar algunas de las iniciativas inesperadas que llevó adelante en los pocos días que lleva su papado.
Por ejemplo, en la misma jornada en que resultó electo, salió al balcón a saludar a los fieles sin capa y sin la cruz de oro. Esa misma noche y al otro día, prefirió viajar en colectivo con el resto de los cardenales en vez de hacerlo en limusina. También pasó por el hotel en el que había estado alojado antes del cónclave, retiró su bolso, pagó la cuenta y saludó a los empleados.
Y la lista de espontaneidades continúa: no utiliza los tradicionales zapatos rojos de los papas, y calza unos negros y gastados que trajo de Buenos Aires; en una oportunidad, apurado por saludar a los cardenales, tropezó y casi se cae. Además, el domingo, antes del rezo del Angelus, cruzó la puerta de Santa Ana (es decir, salió de los límites de El Vaticano) y se acercó a saludar a los fieles que lo esperaban detrás de un vallado.
Hoy, cientos de miles de personas presenciarán la ceremonia. Si bien nadie se anima arriesgar cifras, se calcula que superarán los 300.000. Y se cree que los files comenzarán a llegar a la plaza de San Pedro poco después las 5.30, hora de Roma (es decir, la 1.30 de Argentina), cuando empiece a funcionar el Metro. Además, estarán presentes unas 130 delegaciones oficiales de distintos países, incluida la argentina, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza. Ayer, una tormenta tremenda sacudió Roma en las primeras horas de la mañana. El pronóstico anuncia que hoy el sol regresará para acompañar al papa Francisco.
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