Gonzalo Ontivero busca construir sus sueños

25 Mayo 2013

"Mi sueño es construir una pieza de material para que mi familia pueda vivir cómoda. Por ello quiero debutar cuanto antes en el plantel superior", reconoce sin pelos en la lengua Gonzalo Ontivero, el goleador, con tres tantos, del equipo liguista de Atlético que desde hace tiempo viene pidiendo pista en el equipo de 25 de Mayo y Chile.

Tiene 18 años y vive en una humilde vivienda de un asentamiento detrás del cementerio del Norte, a unos 50 metros de un enorme basural en un lugar olvidado por todos, conocido como barrio El Molino. En una pieza duermen sus padres con Zaira (8 años) la hija más pequeña, y comparte el módulo habitacional con su pareja María, su hija Valentina y sus hermanos Santiago (17), Gustavo (15), Edgardo (13), Gerardo (11), que también brilla en las divisiones infantiles del "decano".

Llegó a Atlético casi de casualidad. Fue descubierto por Héctor "Pichi" Toledo jugando picados en la cancha de La Blanca, en Villa 9 de Julio. El masajista del club le pidió que se probara en el "decano". Superó el examen y se consagró campeón dos veces con la Clase 94 y después fue una de las grandes figuras del equipo que brilló el año pasado en el torneo liguista. Los 13 goles que marcó le abrieron las puertas del plantel profesional, ya que realizó la pretemporada.

-¿Cómo fue esa experiencia?
- El "Pichi" me hizo llamar con un hombre. Cuando me contó, lo abracé y me puse a llorar. Toledo fue siempre como un segundo padre. Durante dos años me llevó a todos lados para que pudiera crecer futbolísticamente. Le debo todo, aunque él me dice que es mérito mío. En Salta hice la primera pretemporada con Miguel Contreras, Gastón Cuevas, Andrés Montiel y Fernando Caminos. Nos bautizaron los primeros días. El más entusiasmado fue Cristian Lucchetti. Me hizo un corte muy feo y a partir de allí todos me decían (Mario) Balotelli. Ahí descubrí lo duro que es. Si hasta volví más delgado.

- ¿Sólo jugás al fútbol?
- Sí. Me mato entrenando. El club me paga un viático de $ 1.000, pero antes cobraba $ 500. Ni bien lo recibo, le doy esa plata a mi mamá, que se encarga de hacer la comida para todos. Por suerte no gasto en movilidad para ir entrenar. Me lleva y me trae Enzo Maidana por la avenida Juan B. Justo. Camino 13 cuadras para llegar hasta ese lugar.

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- Pero tenés una familia para mantener...
- La llegada de una hija me cambió la vida. Un día, Camino me dijo que hablaría con el capitán Deivis Barone para contarle cuál era mi situación y que necesitaba una ayuda. Él me consiguió pañales, toallitas y leche, pero ya no me queda nada, por lo que tendrá que hablar nuevamente con él para ver si pueden dar otra mano (NdlaR: el plantel ya sabe de su situación y se están moviendo para asistirlo). También me gustaría que me sumen al hotel donde están los otros chicos. Creo que allí podré tener una mejor alimentación y estar más cómodo. También compré ladrillos y espero que pronto pueda ayudar a mi papá a construirla. En el módulo hay dos camas cuchetas y después tiramos colchones en el piso para dormir. La cocina, además de comer, la usamos para guardar la moto que tenemos. Ahora estamos mejor, ya que antes vivíamos en una casilla pegada a la vía en una de las zonas más humildes de Villa 9 de Julio.

- ¿Cómo decidiste dedicarte al fútbol?
- Y todo se lo debo a "Pichi" Toledo. En realidad perdí un año. Ese fue el tiempo que tardé en aceptar su propuesta de que fuera a probarme en Atlético. Lo que pasa es que no lo conocía y además, como mi papá es albañil, no le alcanzaba para pagarme el boleto. Entrenaba cuando tenía para el cospel. Después lo ayudaba a mi viejo haciendo mezcla en la obra como changuita.

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- Y ahora este deporte es todo en tu vida...
- Sí. Por el momento tengo muchas ganas de terminar la secundaria y seguir progresando en mi carrera como futbolista. Necesito el título porque además quiero ser técnico en el futuro. No quiero salir nunca de la cancha.

- ¿Te golpeó mucho la muerte de tu hermano?
- Tenía 14 años cuando pasó. En esos momentos no entendía mucho. Lo único que sabía que le habían pegado un puntazo y que había llegado muerto al hospital. Fue un golpe muy duro para toda la familia. Leandro era el hermano más grande y después tuve que asumir su rol en casa. Mi mamá recién recuperó la alegría cuando nació mi hija. Todos los domingos vamos a misa a una iglesia de El Colmenar. Allí le dijeron que todo está en manos de Dios y por eso dejó de insistir con la causa penal, aunque ella sabe perfectamente quién mató a mi hermano.

- ¿Cómo te ves en el plantel profesional?
- Y creo que tengo muchas chances. El "profe" (Ricardo) Rodríguez me dijo que me está siguiendo. Lamentablemente, tuve que purgar una pena de cuatro fechas de suspensión y eso me quitó juego. Mi papá también es muy crítico. Tengo que estar tranquilo porque sé perfectamente que haciendo goles tendré más oportunidades de debutar en la B Nacional.

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