Recordó el final de su hermano y de su padre en el Arsenal

Los Rodríguez habían formado un sindicato

08 Junio 2013
Desde aquella noche infame, cada vez que caía el sol, recorría en bicicleta los caminos vecinales de la zona de León Rougés y Huasa Pampa (Monteros). Roberto Rodríguez tenía la esperanza de encontrar a su hermano deambulando por allí. Explicó que en la zona los lugareños sabían que había vecinos que habían sido secuestrados y que los liberaron cerca de sus casas, a la vera de senderos. Rodríguez era entonces estudiante universitario y obrero del surco. Ayer, en el juicio por la megacausa "Arsenales II-Jefatura II" contó el calvario de su familia tras los secuestros de su hermano Pedro (21) y de su padre Juan Faustino (53), que habrían estado en los centros clandestinos de Nueva Baviera y el Arsenal, y que permanecen desaparecidos. Roberto contextualizó el caso con un detallado relato de la dura realidad de los trabajadores cañeros tras el cierre de los ingenios locales durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966 - 1970). Describió que la desocupación y las pésimas condiciones laborales empujaron a los trabajadores del surco a vivir en chozas de maloja y techo de paja. "Se comenzó a gestar la idea de un sindicato. Mi papá encabezó una lista y ganó. Así nació el sindicato de obreros del surco de Huasa Pampa. Mi hermano era tesorero y yo secretario de actas", recordó. Aseguró que gracias al trabajo de la organización comenzaron a mejorar las condiciones laborales en el ingenio Santa Rosa, se gestionó el servicio de electricidad y empezó a circular el primer transporte público por el lugar.

Roberto comentó que a poco del secuestro, a su hermano lo operaron de apendicitis y que estaba en plena recuperación la última vez que lo vio. Relató que la madrugada del 25 de enero de 1977 un grupo de personas armadas y encapuchadas irrumpió en la casa familiar. "Preguntaban quién era el 'Negro' Rodríguez. Yo dije que era yo, porque mi hermano estaba operado. Pedro, entre sollozos, decía que era él", dijo quebrado. Luego, relató que forcejeó con los captores que querían sacarle la camisa que tenía para ver la cicatriz de la operación y constatar que era quien buscaban. En ese momento, pudo sacarle la capucha a uno de ellos. Después recordó que se trataba del comisario de León Rougés Miguel Ángel Moreno (fue condenado en 2012 por el secuestro de Emma del Valle Aguirre). Esa noche, aseguró, lo golpearon hasta que quedó inconsciente. Lo mismo ocurrió con su papá. El 16 de febrero volvieron por su padre. "Nunca más los vi. Los buscamos. Fui a las bases militares, pero nada", lamentó.

Afirmó que luego, con el tiempo, pudo acceder a la lista de personas que habrían secuestrado a sus familiares. Entre ellos mencionó al civil Alfredo Lorini y a policías de apellido Albornoz, Juárez, Andrada y Rodríguez (no recordó los nombres). Señaló a otros tres amigos de su padre como "entregadores". Recordó que después de los secuestros comenzó a reunirse con familias que estaban pasando por lo mismo. Dijo que ahí supo, por testimonios de sobrevivientes, cómo habían muerto: "escucharon que al papá lo torturaban en el Arsenal y que él pedía que lo mataran, que ya no soportaba más. Otro, que mi hermano tenía gusanos en la herida de la operación. Tanta saña y deshumanización...". A ambos los habrían ejecutado juntos con disparos en la cabeza.

Por último, enumeró los logros del sindicato -se disolvió tras la desaparición de sus familiares- y remarcó estar profundamente orgulloso de su padre y de su hermano. "Si para ellos eso (por el sindicalismo) era ser guerrillero o extremista, lo reivindico (...). Quiero ver a estas personas en la cárcel. Destruyeron una clase pensante. Sólo queríamos condiciones mejores de trabajo y un país con igualdad", concluyó.

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