La última mirada de Mandela sobre su propia vida

Testimonios crudos, vivos y conmovedores.

JUNIO DE 2011. Mandela recibe a Michelle Obama en su casa de Houghton (un tranquilo suburbio de Johanesburgo), y le dedica su libro de citas autorizado. FOTO FUNDACIóN NELSON MANDELA JUNIO DE 2011. Mandela recibe a Michelle Obama en su casa de Houghton (un tranquilo suburbio de Johanesburgo), y le dedica su libro de citas autorizado. FOTO FUNDACIóN NELSON MANDELA
14 Julio 2013

AUTOBIOGRAFÍA

CONVERSACIONES  CONMIGO MISMO

NELSON MANDELA

(Planeta - Buenos Aires)

¿Cuántos podrían escribir esta reflexión?: "Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o religión. El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre que el odio. Incluso en los momentos más duros de mi encarcelamiento, cuando mis camaradas y yo nos encontrábamos en situaciones límite, alcanzaba a distinguir un ápice de humanidad en algunos de los guardianes, quizá tan solo durante un segundo, pero lo suficiente para reconfortarme y animarme a seguir adelante. La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta pero que nunca se extingue". Mandela la incluyó en las páginas de su primera autobiografía, El largo camino hacia la libertad.

Este nuevo volumen autobiográfico, Conversaciones conmigo mismo, incorpora una serie conmovedora de escritos de Mandela en la cárcel, en la que estuvo durante 27 años. Llevaba cuadernos de notas, calendarios, borradores de cartas a jefes de Estado y diversos manuscritos con reflexiones. Esa recopilación minuciosa, que incluye conversaciones varias con amigos y colaboradores, conforma un libro que no se puede leer como una obra de ficción, porque todo, absolutamente, es real. Ni como un ensayo sobre la libertad y los derechos humanos porque trasciende notoriamente la naturaleza de ese género para alcanzar la virtud de testimonio crudo, veraz, vivo. Y, por añadidura, quien podía legítimamente blasonar de tantos méritos y valores fue un activista de su propia humildad. Frente a expresiones desde todo el mundo que le definían con cualidades sobresalientes, él escribió: "Jamás fui santo, ni siquiera sobre la base de una definición terrenal de un santo como un pecador que vuelve a intentarlo".

Hombre de carne y hueso, así es el Mandela de estas "conversaciones", mortal con defectos que no empañaron ni sus virtudes ni esa gigantesca gestión personal. Padeció sufrimientos y denigraciones sin ningún resentimiento con sus carceleros. Reanuda, libre, la lucha contra el Apartheid, luego de su liberación en 1990, al que erradica de Sudáfrica. El proyecto editorial que culmina con este libro, digno de ser leído, tiene origen en 2004. Entonces se inauguraba el Centro de la Memorial y el Diálogo, en el contexto de la Fundación Nelson Mandela.

© LA GACETA

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Carlos Duguech

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