14 Agosto 2013
LA HORA DEL FESTEJO. Barreiro ya convirtió el gol de Atlético y desata la alegría de sus compañeros, la suya y la de los hinchas que fueron a apoyar al equipo.
Al ver el adoquín que Barone le había tirado al impronunciable Kruspzky, Guillermo Acosta y Maximiliano Barreiro firmaron un pacto de memoria, sin siquiera mirarse: el primero se encargó de recuperar el cuero y el segundo de esperarlo debajo del arco para mandarlo a guardar. Fue un gol de doble autoría.
"La peleé, y cuando vi que el 'Pulga' (Luis Rodríguez) se llevó varias marcas, lo busqué a Barreiro. Por eso creo que el 80 % del gol es mío, je", reclamó con picardía Acosta. "Bueno, pero creo que la parte más difícil la hice yo, ¿no?", retrucó el hombre que destrabó la noche con la cara interna de su diestra, también con gesto cómplice. Aunque luego concedió: "por suerte, 'Guille' me vio y pude meter el gol que nos dio el triunfo".
Según el "17", vencer la hasta entonces infranqueable defensa de Ardente fue el mejor de los desahogos. "Vengo de un año muy duro en Instituto. Estuve tres meses sin jugar por algo extra futbolístico y hacer un gol así se siente muy bien", explicó Barreiro, que al igual que su socio goleador arrancó en el banco. "Es nuestra obligación entrar y demostrar que podemos estar. El técnico me trajo para que juegue y quedó demostrado que cuando entro, intento hacer lo mejor para Atlético", expuso Maxi".
Sintiendo la obligación moral de ganar de local, Ricardo Rodríguez paró una línea de tres sobre el final y mandó al "decano" al frente. "Les advertí que podía cambiar de sistema. Quizás lo usemos más adelante", concluyó "RR".
"La peleé, y cuando vi que el 'Pulga' (Luis Rodríguez) se llevó varias marcas, lo busqué a Barreiro. Por eso creo que el 80 % del gol es mío, je", reclamó con picardía Acosta. "Bueno, pero creo que la parte más difícil la hice yo, ¿no?", retrucó el hombre que destrabó la noche con la cara interna de su diestra, también con gesto cómplice. Aunque luego concedió: "por suerte, 'Guille' me vio y pude meter el gol que nos dio el triunfo".
Según el "17", vencer la hasta entonces infranqueable defensa de Ardente fue el mejor de los desahogos. "Vengo de un año muy duro en Instituto. Estuve tres meses sin jugar por algo extra futbolístico y hacer un gol así se siente muy bien", explicó Barreiro, que al igual que su socio goleador arrancó en el banco. "Es nuestra obligación entrar y demostrar que podemos estar. El técnico me trajo para que juegue y quedó demostrado que cuando entro, intento hacer lo mejor para Atlético", expuso Maxi".
Sintiendo la obligación moral de ganar de local, Ricardo Rodríguez paró una línea de tres sobre el final y mandó al "decano" al frente. "Les advertí que podía cambiar de sistema. Quizás lo usemos más adelante", concluyó "RR".