18 Agosto 2013
Juan Pablo Pereyra vive días atípicos por duplicado. Fuera de la cancha, el debutante en Ferro intenta acostumbrarse a una experiencia desconocida, ser ciudadano de Buenos Aires. "Cuando jugaba en Tigre tenía casa en San Fernando y en mi etapa en Estudiantes vivía en La Plata, así que el de ahora es mi debut en Capital. Estoy en Caballito, a 20 cuadras del estadio", cuenta el santafesino, que fuera de la cancha también está de estreno: hoy a las 15.30, y por primera vez en su carrera, "el Flaco" jugará contra Atlético. "Será un partido especial, si hasta todos creen que soy tucumano", le dice a LG Deportiva.
El problema para el "decano" es que Pereyra llega con el ciclo lunar a su favor: el martes, ante Aldosivi en Mar del Plata, convirtió un gol cuando ni siquiera intentó hacerlo. En lo que debe haber sido el festejo más insólito de su carrera (y tal vez de la historia de la B Nacional), Pereyra le pegó a la pelota con tanto desinterés, y a 35 metros de distancia, que todavía no se entiende cómo falló Pablo Campodónico.
"Tuve suerte, la diferencia es que esta vez fue a mi favor, porque Campodónico es un gran arquero. Pero muchas veces también pasa lo contrario, por ejemplo cuando errás un penal", se sincera Pereyra, ya en las horas previas a un partido sentimental.
"Atlético es mi casa, mi segunda casa. Nunca me tocó enfrentarlo, es la primera vez y, si me toca hacerle un gol, sé que no lo voy a gritar", anticipa el "Flaco", que vivió una instancia parecida cuando, con la camiseta "decana", en noviembre de 2009 enfrentó a Tigre, su otro club adoptivo. "Siento más identificación con Atlético que con Tigre, pero son los dos clubes por los que tengo más gratitud. A este partido lo puedo comparar con uno que jugamos en Tucumán contra Tigre y ganamos 4 a 2: hice dos goles y no los grité", recuerda.
Pereyra sabe que su segunda etapa en el "decano", la temporada pasada, fue inferior a lo que esperaba, pero su coartada es creíble: "Debuté en la tercera fecha, contra Defensa, y convertí un gol, pero a los 3' del partido siguiente (Gimnasia de Jujuy) me rompí los ligamentos. Volví antes de lo esperado, a los 5 meses, aunque todo ese tiempo que perdí ya no lo pude recuperar. La inactividad se paga y al final no fue un buen año".
"Lo mejor fue que le hice a San Martín un gol por la Copa Argentina, y sirvió para ganar, pero tal vez me apuré al jugar cinco o seis partidos seguidos después de mi rehabilitación. La rodilla estaba bien, pero físicamente di ventajas", se lamenta.
Y así como el martes tuvo un golpe de fortuna con su absurdo gol a Aldosivi, el santafesino recuerda su momento cumbre de la temporada pasada, cuando derrochó un penal a favor en la derrota 3-4 contra Rosario Central: "Estábamos 3 a 3, el 'Pulga' (Rodríguez) ya había pateado dos y éste quise patearlo yo, pero me salió mal. Igual, lo que también recuerdo de ese día es que a la salida de la cancha la gente me ovacionó, y eso siempre lo voy a agradecer".
Su autocrítica más profunda es cuando, en un gesto infrecuente en el fútbol, analiza los motivos por los que prefirió dejar Atlético: "Iba a ser mi cuarto año en Atlético y uno necesita cambiar de aire. Estaba muy cómodo, y eso quizás también te puede afectar. Entonces creí que en Buenos Aires podría estar más cerca de todo y tratar de llegar otra vez a Primera".
- ¿Y ahora, a Atlético, cómo lo ves desde lejos?
- Como un equipo que va a pelear el campeonato. Tiene grandes jugadores y un gran técnico, de los pocos que quiere jugar al fútbol, y nunca renuncia a eso.
Ferro llega invicto. Atlético, puntero. Y Pereyra, como si fuera una canción de Los Rolling Stones: con las emociones mezcladas.
El fresco recuerdo de la primera vez no se le borra del mapa a Matías Carabajal. Fue en San Juan, ante San Martín. Ferro había entrado en crisis total, la institución se derrumbaba económicamente luego de la salida del empresario y gerenciador Gustavo Mascardi, entonces, para salir a flote, se decidió subir al plantel a los juveniles con pasta. Un jujeño de apellido Carabajal, a quien tildaron de "Pichón de Cuco" durante la entrada en calor en la tierra del Valle de la Luna, sobresalía del resto. Ese día de 2006 se oficiaba el debut del actual volante central de Atlético en Ferro.
"Es mi primer amor, el club que me abrió las puertas de chico; el que me dio la oportunidad de debutar en Primera; el que me hizo firmar mi primer contrato profesional... Va a ser un partido especial para mí", reconoce Carabajal con esa tonada bien de las entrañas del norte argentino.
Sus sensaciones previas al inicio del partido serán tan repartidas como las de Juan Pablo Pereyra, el ídolo "decano" que jugará donde Matías fue profeta en dos ciclos, allá en Caballito.
"Es la primera vez que me voy a enfrentar a Ferro. Va a ser raro, pero por suerte soy de los futbolistas que cuando entra a la cancha deja todo de lado; se olvida del mundo exterior y juega al fútbol nomás", jura "Moro", que en apenas dos partidos se ganó un lugar en el aplausómetro del hincha de Atlético. "Me puse melancólico el día que me aplaudieron. Eso es lo lindo de esto, porque siempre está el que cree que jugar al fútbol es correr detrás de la pelota y listo. Eso me enferma, me calienta. Peleo y discuto con esos ignorantes a los que trato de no escuchar a veces. Lo bueno del reconocimiento, al fin y al cabo, es que decís: 'el sacrificio vale la pena'", agradece el pelado socio de Diego Barrado con la desfachatez de siempre.
Igual, cuando esté hoy en su ex casa, donde estuvo de 2006 a 2008 y luego volvió el año pasado hasta firmar en el "decano", sabe que lo esperan varios abrazos y saludos de sus ex compañeros. "Recibí muchos llamados y pedidos de cambiar la camiseta. Va a estar complicado eso, porque solo tengo una, ja. Veremos a quién elijo", explica con la voz en modo juez, aunque no dura mucho su postura con ese perfil. Es que a la cabeza se le viene una idea inyectada por LG Deportiva.
¿Te van a patear más o menos que antes tus ex compadres? "Y... No sé. Por ahí capaz que quedó algún rencor con alguno y aprovecha la situación y se desquita, ja, ja, ja". La risotada de la última frase contrasta con la seriedad de la respuesta siguiente. Carabajal habla de su pasado, de su trayectoria en Arsenal (2008/10), Brown (2010/11), y de sus tropiezos en San Martín de San Juan (2011), Chacarita (2012) y Ferro (2012). "En San Juan no la pasé bien. Me rompí los meniscos durante la pretemporada y un futbolista sin eso da ventajas. No tenía lugar, y cuando me tocó entrar no rendí y tampoco me bancaron. Me fui a Chacarita, jugué una vez y después no pude porque no me habilitaban. Llegó Ferro, un semestre, y Atlético", dice suspirando. En Atlético parece haber vuelto a sonreír. Si algo aprendió el pelado es que nunca hay que quedarse con las ganas: "Jugando para Arsenal, vino Boca y me prometí cambiar la camiseta sí o sí con alguno de sus futbolista. Termina el partido y yo estaba cerca de Riquelme. Era mi oportunidad, pero no me animé. Ahora lo pienso y digo: qué boludo que fui, ja".
El problema para el "decano" es que Pereyra llega con el ciclo lunar a su favor: el martes, ante Aldosivi en Mar del Plata, convirtió un gol cuando ni siquiera intentó hacerlo. En lo que debe haber sido el festejo más insólito de su carrera (y tal vez de la historia de la B Nacional), Pereyra le pegó a la pelota con tanto desinterés, y a 35 metros de distancia, que todavía no se entiende cómo falló Pablo Campodónico.
"Tuve suerte, la diferencia es que esta vez fue a mi favor, porque Campodónico es un gran arquero. Pero muchas veces también pasa lo contrario, por ejemplo cuando errás un penal", se sincera Pereyra, ya en las horas previas a un partido sentimental.
"Atlético es mi casa, mi segunda casa. Nunca me tocó enfrentarlo, es la primera vez y, si me toca hacerle un gol, sé que no lo voy a gritar", anticipa el "Flaco", que vivió una instancia parecida cuando, con la camiseta "decana", en noviembre de 2009 enfrentó a Tigre, su otro club adoptivo. "Siento más identificación con Atlético que con Tigre, pero son los dos clubes por los que tengo más gratitud. A este partido lo puedo comparar con uno que jugamos en Tucumán contra Tigre y ganamos 4 a 2: hice dos goles y no los grité", recuerda.
Pereyra sabe que su segunda etapa en el "decano", la temporada pasada, fue inferior a lo que esperaba, pero su coartada es creíble: "Debuté en la tercera fecha, contra Defensa, y convertí un gol, pero a los 3' del partido siguiente (Gimnasia de Jujuy) me rompí los ligamentos. Volví antes de lo esperado, a los 5 meses, aunque todo ese tiempo que perdí ya no lo pude recuperar. La inactividad se paga y al final no fue un buen año".
"Lo mejor fue que le hice a San Martín un gol por la Copa Argentina, y sirvió para ganar, pero tal vez me apuré al jugar cinco o seis partidos seguidos después de mi rehabilitación. La rodilla estaba bien, pero físicamente di ventajas", se lamenta.
Y así como el martes tuvo un golpe de fortuna con su absurdo gol a Aldosivi, el santafesino recuerda su momento cumbre de la temporada pasada, cuando derrochó un penal a favor en la derrota 3-4 contra Rosario Central: "Estábamos 3 a 3, el 'Pulga' (Rodríguez) ya había pateado dos y éste quise patearlo yo, pero me salió mal. Igual, lo que también recuerdo de ese día es que a la salida de la cancha la gente me ovacionó, y eso siempre lo voy a agradecer".
Su autocrítica más profunda es cuando, en un gesto infrecuente en el fútbol, analiza los motivos por los que prefirió dejar Atlético: "Iba a ser mi cuarto año en Atlético y uno necesita cambiar de aire. Estaba muy cómodo, y eso quizás también te puede afectar. Entonces creí que en Buenos Aires podría estar más cerca de todo y tratar de llegar otra vez a Primera".
- ¿Y ahora, a Atlético, cómo lo ves desde lejos?
- Como un equipo que va a pelear el campeonato. Tiene grandes jugadores y un gran técnico, de los pocos que quiere jugar al fútbol, y nunca renuncia a eso.
Ferro llega invicto. Atlético, puntero. Y Pereyra, como si fuera una canción de Los Rolling Stones: con las emociones mezcladas.
El fresco recuerdo de la primera vez no se le borra del mapa a Matías Carabajal. Fue en San Juan, ante San Martín. Ferro había entrado en crisis total, la institución se derrumbaba económicamente luego de la salida del empresario y gerenciador Gustavo Mascardi, entonces, para salir a flote, se decidió subir al plantel a los juveniles con pasta. Un jujeño de apellido Carabajal, a quien tildaron de "Pichón de Cuco" durante la entrada en calor en la tierra del Valle de la Luna, sobresalía del resto. Ese día de 2006 se oficiaba el debut del actual volante central de Atlético en Ferro.
"Es mi primer amor, el club que me abrió las puertas de chico; el que me dio la oportunidad de debutar en Primera; el que me hizo firmar mi primer contrato profesional... Va a ser un partido especial para mí", reconoce Carabajal con esa tonada bien de las entrañas del norte argentino.
Sus sensaciones previas al inicio del partido serán tan repartidas como las de Juan Pablo Pereyra, el ídolo "decano" que jugará donde Matías fue profeta en dos ciclos, allá en Caballito.
"Es la primera vez que me voy a enfrentar a Ferro. Va a ser raro, pero por suerte soy de los futbolistas que cuando entra a la cancha deja todo de lado; se olvida del mundo exterior y juega al fútbol nomás", jura "Moro", que en apenas dos partidos se ganó un lugar en el aplausómetro del hincha de Atlético. "Me puse melancólico el día que me aplaudieron. Eso es lo lindo de esto, porque siempre está el que cree que jugar al fútbol es correr detrás de la pelota y listo. Eso me enferma, me calienta. Peleo y discuto con esos ignorantes a los que trato de no escuchar a veces. Lo bueno del reconocimiento, al fin y al cabo, es que decís: 'el sacrificio vale la pena'", agradece el pelado socio de Diego Barrado con la desfachatez de siempre.
Igual, cuando esté hoy en su ex casa, donde estuvo de 2006 a 2008 y luego volvió el año pasado hasta firmar en el "decano", sabe que lo esperan varios abrazos y saludos de sus ex compañeros. "Recibí muchos llamados y pedidos de cambiar la camiseta. Va a estar complicado eso, porque solo tengo una, ja. Veremos a quién elijo", explica con la voz en modo juez, aunque no dura mucho su postura con ese perfil. Es que a la cabeza se le viene una idea inyectada por LG Deportiva.
¿Te van a patear más o menos que antes tus ex compadres? "Y... No sé. Por ahí capaz que quedó algún rencor con alguno y aprovecha la situación y se desquita, ja, ja, ja". La risotada de la última frase contrasta con la seriedad de la respuesta siguiente. Carabajal habla de su pasado, de su trayectoria en Arsenal (2008/10), Brown (2010/11), y de sus tropiezos en San Martín de San Juan (2011), Chacarita (2012) y Ferro (2012). "En San Juan no la pasé bien. Me rompí los meniscos durante la pretemporada y un futbolista sin eso da ventajas. No tenía lugar, y cuando me tocó entrar no rendí y tampoco me bancaron. Me fui a Chacarita, jugué una vez y después no pude porque no me habilitaban. Llegó Ferro, un semestre, y Atlético", dice suspirando. En Atlético parece haber vuelto a sonreír. Si algo aprendió el pelado es que nunca hay que quedarse con las ganas: "Jugando para Arsenal, vino Boca y me prometí cambiar la camiseta sí o sí con alguno de sus futbolista. Termina el partido y yo estaba cerca de Riquelme. Era mi oportunidad, pero no me animé. Ahora lo pienso y digo: qué boludo que fui, ja".
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