Ultimo momento: en verano, hace calor

BUENOS AIRES.- El dirigente oficialista estaba analizando la situación de las empresas de servicios públicos y la necesidad de encarar la normalización de los cuadros tarifarios, transitoriamente congelados luego de la sanción de la ley de Emergencia Económica. Buscaba, según sus propias palabras, “que no se sacrifique el crecimiento interno de nuestro país”. “Quiero que más argentinos tengan cloacas, que haya explotación de gas, un servicio eléctrico para acompañar el desarrollo productivo... Esto en algún momento se va a dar, pero con un estilo distinto”. Así lo dijo en agosto de 2003 el entonces vicepresidente, Daniel Scioli. Si hoy esas declaraciones parecen lógicas, hace diez años y cuatro meses le representaron su primer conflicto con el presidente Néstor Kirchner. El encontronazo dejó en claro que el problema de los servicios públicos ya era evidente en los primeros días de la “década ganada”. Pero las advertencias de Scioli no fueron tenidas en cuenta. Y hoy, cuando la crisis energética vuelve a manifestarse, ante la incapacidad de quienes debieron preverla, es necesario repasar algunas verdades obvias. Demasiado obvias.

1.- En verano hace calor y en invierno hace frío. O dicho en Capitanich básico: “cuando la temperatura supera los 32° el sistema energético entra en tensión”. Son cuestiones más que elementales, al alcance de la comprensión de cualquier mortal que se abriga en junio y se refresca en diciembre.

2.- Los países, en general, tienden a crecer. Podrán tener avances y retrocesos, pero desde el inicio de la Revolución Industrial, las economías de las naciones crecen en mayor o menor medida en el largo plazo. Italia y la Argentina se anotaron entre los países de menor crecimiento en el siglo XX, cuando aumentaron su PBI de punta a punta 18 y 23 veces, respectivamente.

3.- Para que esos crecimientos tengan sustento y continuidad, los países invierten en obras de infraestructura. Así, los emprendimientos hídricos son la otra cara de las lluvias y los caminos, ferrocarriles y aeropuertos lo son respecto de la necesidad humana de trasladarse. Para iluminarse, refrescarse, alimentarse y bañarse, comunicarse existe la generación, transmisión y distribución de energía.

4.- Desde que hay empresas, estas dedican su existencia a que sus productos se vendan, y mucho. A la vez, para asegurar su crecimiento o al menos para no desaparecer, destinan recursos a la inversión de capital, generalmente financiado con los precios de los productos que venden. Sin embargo, fuentes bien informadas dicen que hay un país en el mundo donde las empresas de distribución de energía eléctrica recomiendan a sus clientes que consuman menos.

De vez en cuando es necesario detenerse a recordar cosas que, de tan obvias, dejan de tenerse en cuenta. Y reparar en el razonamiento oficial que deja abierta la posibilidad de realizar cortes en el suministro de energía eléctrica para evitar que haya cortes en el suministro. O en la genialidad del comunicado del Ministerio de Planificación, que atribuyó los cortes que afectan a la calidad de vida de la población a “la mejor calidad de vida de la población”. Hay gente que si no existiera, habría que inventarla.

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