26 Enero 2014
Hubo dos momentos históricos en la Argentina del siglo XX que tienen relación con la puja distributiva: la mejora distributiva del primer peronismo tuvo como consecuencia la reacción de los sectores exportadores, la oligarquía y las fracciones del capital nacional que se expresaron en el golpe de 1955; el segundo momento de mejora en la distribución del ingreso ocurrió en 1974 y fue revertida por la política económica de la dictadura cívico-militar de 1976-1983.
Si bien ambos momentos tienen sus particularidades histórica, el contexto actual tiene un común denominador con los anteriores: son los industriales (concentrados) y sectores exportadores (sojeros y comercializadoras de granos) que apuestan a disputar el tipo de cambio, ante una nueva recuperación y mejor distribución del ingreso que hoy tiene la Argentina.
Keynes advertía sobre las decisiones del empresariado ante una fase de crecimiento económico: invierten en lo productivo o en lo financiero.
La primera opción podría generar una mayor producción de mercancías para abastecer al mercado interno y al externo y, a su vez, podría contener el alza de precios. En tanto, la segunda alternativa es meramente especulación financiera, que, en el caso argentino, es comprar dólares y esperar una devaluación, o en menor cuantía especular en la bolsa; todo depende de los márgenes de rentabilidad. Esto último lo afirmó el presidente de la Sociedad Rural Argentina, que optó por decir: “conviene más especular con la inflación y el dólar que producir”.
Esta opción nos dejaría con menos mercancías para el consumo interno, pero que se complementaría con una mayor importación de productos. Por consiguiente, el stockeo y la especulación fueron la herramienta de algunos sectores económicos concentrados durante el 2013. Un ejemplo: las importaciones que aumentaron durante 2013 (bienes intermedios, consumo y accesorios de capital) en consonancia con los permisos de importación diarios, que pasaron de 5.000 a 15.000. Mientras que en 2013, en comparación con 2013, las exportaciones crecieron un 3%, las importaciones lo hicieron en un 8%. Algunos números de la industria manufacturera confirman lo anterior y, en 2013, en comparación con 2012, la actividad se comportó así: industria alimenticia -1,1%, por composición: molienda y oleaginosas -5,6%, yerba mate y té -5,3% y lácteos -1,9%; industria textil -0,8, por composición: fibras sintéticas y artificiales -13,2 y tejidos -1,9; Edición e impresión -6,1 (productos editoriales e imprentas); y el bloque de productos químicos, de caucho y plástico se mantuvo sin variaciones, en cambio los sectores automotriz y los insumos asociados a la construcción mostraron crecimientos del 3,7% y 6,2%, respectivamente.
Menos producción
En síntesis, algunos industriales están produciendo menos al mismo tiempo en que incrementan las importaciones, en un contexto donde las ventas en centros comerciales, durante 2013, crecieron, sumado al mayor poder adquisitivo que hoy tiene la clase trabajadora.
Este es el tercer momento: existe una mejor distribución del ingreso, la que, para algunos sectores empresarios y exportadores pareciera no ser lo adecuado a sus planes de negocios, porque el problema no radica totalmente ahí, sino en la cuestión del dólar y el tipo de cambio.
Hagamos un poco de memoria: la administración de divisas (2010) es el punto nodal, mientras los salarios crecían y había libertad para comprar U$S 2.000.000 por mes.
Luego de años de crecimiento económico basado en el mercado interno, los distintos sectores económicos con capacidad de fugar capitales lo hicieron. Estos mismos sectores hoy pujan por una devaluación, que les permita justificar la vuelta de sus activos externos, los que están en otro sistema financiero y fueron acumulados a costa del mercado interno -principalmente- entre 2002 y 2008.
Lo que está en juego
Esto es lo que esta juego en la Argentina: el tipo de cambio y su administración. No liquidar la cosecha o mantener los activos en divisas que se generaron a cuesta de la actividad económica interna, es una forma de disputar la administración del tipo de cambio. Y esta disputa se construyó luego de 2010, con una ingeniería financiera paralela al dólar formal y el acompañamiento de ciertos medios de comunicación, que acentuaron todos los problemas de la economía real en una variable financiera. No obstante, esta disputa incluye a los trabajadores, porque la depreciación puede impactar en aumentos de precios justo antes de las paritarias. Esto también depende de la decisión de los importadores, que abastecen al mercado interno con insumos para otras industrias.
El acuerdo de precios existente viene cumpliéndose, pero se precisarían de otras medidas compensatorias ante la depreciación que ocurrió en la última semana, para que los precios se estabilicen junto con el tipo de cambio. En esta depreciación, si bien mejora a algunas industrias, a otras las complicaría a la ahora de abastecerse de insumos. Los exportadores de granos se van a ver favorecidos por este nuevo tipo de cambio; o sea, que no hay excusas para no liquidar las divisas, como ocurrió en marzo de 2013.
Por último, del frente externo se esperan resolver los litigios que tiene pendientes la Argentina y el préstamo del Banco Mundial por U$S 3.000 millones.
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Sociedad Rural Argentina