Por Marcelo Androetto
19 Marzo 2014
PIRUETA. Giordano se anticipa a Bianchi en lo que parece un acto circense, por los movimientos en el aire de ambos.
A Atlético, la cancha de Brown le quedó chica. Y la chance al alcance de la mano de meterse finalmente en puestos de ascenso, demasiado grande. Porque si bien el “decano” con un hombre menos estuvo cerca de llevarse un punto a Tucumán, también lo es que el agónico 1-0 del “trico” fue un castigo merecido a su falta de profundidad –11 contra 11- y a su renuncia al protagonismo a partir de que se quedó con 10.
El partido tuvo como bisagra la expulsión de Despósito apenas arrancado el complemento. A partir de entonces, Atlético y su técnico olfatearon que el empate era negocio y el equipo se metió bien atrás, regalando pelota y terreno a un rival limitado, que apuesta al centro y al pelotazo en pos de aprovechar las reducidas dimensiones de su campo.
Así, el “decano” pasó del 4-3-3 declamado por Erroz en la previa –que nunca fue tal en la cancha-, al 5-3-1 del último tramo del partido, con tres zagueros centrales y Ontivero como única referencia de área, paradójicamente ubicado casi siempre fuera del área. Cuando la pisó, a los 82’, tuvo en su botín la más clara pero, mano a mano con el arquero local, le disparó al cuerpo. Hubiera sido demasiado premio.
Cuatro minutos después, Atlético se quedó con las manos vacías, cuando Sproat abrió a la derecha para Guerreiro. El goleador de Brown –lleva 14 en el torneo- no dudó: remate fuerte, floja oposición y desvío en Canever, y un Lucchetti parado, con su primer palo descubierto, que decepcionado la fue a buscar adentro.
Al modesto equipo de Adrogué, el gol le cayó como una bendición del cielo, para alejarse de la zona del descenso, justo cuando estaba próximo a deslizarse en ella. En cambio, el purgatorio de Atlético continúa: segunda derrota consecutiva, dos puntos sobre los últimos 12 y la sensación de que la fiesta ante el “diablo”, en Avellaneda, pudo ser la antesala de su propio infierno.
El partido tuvo como bisagra la expulsión de Despósito apenas arrancado el complemento. A partir de entonces, Atlético y su técnico olfatearon que el empate era negocio y el equipo se metió bien atrás, regalando pelota y terreno a un rival limitado, que apuesta al centro y al pelotazo en pos de aprovechar las reducidas dimensiones de su campo.
Así, el “decano” pasó del 4-3-3 declamado por Erroz en la previa –que nunca fue tal en la cancha-, al 5-3-1 del último tramo del partido, con tres zagueros centrales y Ontivero como única referencia de área, paradójicamente ubicado casi siempre fuera del área. Cuando la pisó, a los 82’, tuvo en su botín la más clara pero, mano a mano con el arquero local, le disparó al cuerpo. Hubiera sido demasiado premio.
Cuatro minutos después, Atlético se quedó con las manos vacías, cuando Sproat abrió a la derecha para Guerreiro. El goleador de Brown –lleva 14 en el torneo- no dudó: remate fuerte, floja oposición y desvío en Canever, y un Lucchetti parado, con su primer palo descubierto, que decepcionado la fue a buscar adentro.
Al modesto equipo de Adrogué, el gol le cayó como una bendición del cielo, para alejarse de la zona del descenso, justo cuando estaba próximo a deslizarse en ella. En cambio, el purgatorio de Atlético continúa: segunda derrota consecutiva, dos puntos sobre los últimos 12 y la sensación de que la fiesta ante el “diablo”, en Avellaneda, pudo ser la antesala de su propio infierno.
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