18 Junio 2014

Hugo E. Grimaldi - Agencia DyN

BUENOS AIRES.- El encolumnamiento automático del kirchnerismo hacia los conceptos que expresó para la tropa la presidenta de la Nación, en relación al rechazo de la Corte Suprema de los Estados Unidos a tratar el caso argentino, no debe extrañar demasiado, ya que al militante se le pide justamente eso: subordinación y valor. Más allá de las sugerencias de negociación hechas hacia afuera, declaraciones y comunicados que siguieron a la cadena nacional mostraron cómo el partido de los papistas busca siempre ir por más en los conceptos que lo que la mismísima Cristina Fernández arriesgó. Hay dos o tres puntos que describen lo lanzados que son algunos a la hora de guitarrear, aún a costa de confundir mucho más a una opinión pública que poco entiende del tema, aunque cuando los efectos se manifiesten será la primera que los padezca.

En primer término, fue la Presidenta quien dijo que la Argentina no tiene “por qué ser sometida a semejante extorsión” y éstos fueron los dos conceptos que amplificaron de inmediato los difusores, aunque ambos términos -sometimiento y extorsión- merecen algunas precisiones.

En la última parte del proceso, inclusive cuando se estimulaba la teoría del pedido de opinión a la Procuración, que embaló a muchos a comprar bonos, siempre se ignoró la mentalidad institucional de los Estados Unidos. Quizás algunos creyeron ligeramente que los jueces de la Corte Suprema eran “apretables” por el poder político. Abogados que litigan en aquel país señalan que los nueve magistrados no suelen extorsionar, sino que aplican la Ley. Podrán gustar o no gustar sus fallos, pero no parece que sean de estilo mafioso y sugerirlo es “facilismo puro”, dijo uno de ellos a DyN.

Los extersionadores

En cuanto a quiénes son los que efectivamente extorsionan, si la referencia es hacia los que ganaron el juicio en dos instancias, el concepto parece tener que ver con la bicoca que invirtieron en su momento para hacerse de los bonos y cuánto esperan cobrar ahora. En verdad, los buitres hicieron sus compras especulativas a terceros a precios de remate y ellos fueron los verdaderos perdedores del proceso y no la Argentina que miró todo desde afuera.

Sin embargo, la prueba más palmaria de chauvinismo reinante la han dado quienes se rasgan las vestiduras y dicen que han sido jueces de otro país quienes se han tomado el trabajo de decidir el futuro de la Argentina. A todos ellos hay que recordarles que si hasta ayer intervino la Corte de los EEUU y antes los tribunales inferiores es porque Néstor Kirchner y Roberto Lavagna tuvieron que aceptar pragmáticamente esa jurisdicción para convencer a muchos tenedores, desde la seguridad de sus leyes y la confiabilidad de su servicio de Justicia, a que entren en el canje.

Con esta mochila del pago a los holdouts se repite el procedimiento bien argentino de aplaudir los créditos y repudiar las cancelaciones. Resulta que lo que entonces fue una necesidad, hoy pasó a ser abominable. No sea cosa que, ha ocurrido en otras cuestiones, tanto jueguito para la tribuna mezclado con ideología tire por la borda el propósito esbozado de negociar sin patear el tablero.

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