Dos de cinco. Ese fue el número de equipos africanos que lograron clasificar a octavos de final. Pero en realidad, como viene pasando en los últimos Mundiales, tiene gusto a poco.

Sólo Argelia y Nigeria pudieron salvarse del papelón que, cada cuatro años, están acostumbrados a dar los seleccionados de este continente por culpa de sus conocidos actos de indisciplina dentro y fuera del campo.

Camerún y Ghana, justo antes de empezar el certamen, se pelearon con los dirigentes de sus respectivas federaciones. Durante el torneo, sus jugadores se trenzaron a golpes en entrenamientos y en medio de un partido también. Insólito, pero real.

Costa de Marfil se quedó afuera por una estupidez: un defensor cometió un insólito penal en tiempo de descuento regalándole la clasificación a la modestísima Grecia. Y el arquero ghanés, cuando su equipo acosaba a Portugal y estaba muy cerca de clasificar, le regaló a Cristiano Ronaldo la chance para que marcara su único tanto del Mundial. Argelinos y nigerianos siguen en carrera porque mantuvieron una línea de juego y, fundamentalmente, mostraron tener una mejor conducta. Por eso y nada más.

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