Por Mariana Segura
16 Octubre 2014
AMO Y SEÑOR. Becica fue el conductor que siempre quieren ver en La Ciudadela, autor del primer gol y dueño de la redonda.
De mendigo a rey empanzado. Fue su majestad San Martín, el mismo que lloró de hambre y de goles en cada sentada pero que ayer eligió el mejor plato del menú para desquitarse: un líder hasta ahí indiscutido, al que se devoró 7 a 0.
Fue un verdadero festín para el dueño de casa, un equipo al que por fin le salieron todas. Pero todas; tanto que dejó sin nada a los “estancieros” que habían tropezado sólo con San Jorge y que ayer terminaron en un pozo. La Ciudadela fue una dimensión desconocida para Aconquija, el puntero nublado que tuvo que agotar los cambios antes de la media hora y que hasta se quedó con 10 por la roja a Leandro Ledesma. Claro, la noche era redondita, especial para el desquite “santo”.
Albano Becica encaminó la goleada con un tiro de los suyos, un zurdazo de media distancia que hasta tuvo a la suerte de su lado: la pelota le picó antes a Gerardo Cabral y se le metió en la ratonera. Así se le vino la noche al 1, que apenas cuatro minutos después sufrió el cabezazo letal de Pablo De Muner, al mismo palo.
San Martín se lucía, Becica la pisaba y cuando faltaba un grito de los de arriba en deuda apareció Fabricio Lenci para saldarla. El 10 lo vio llegar por derecha y él cambió bochazo cruzado por gol, el tercero del partido y tercero suyo en el torneo. ¿Quién quiso un descanso después de semejante triplete? Por eso volvió igual de enchufado el equipo al complemento.
Maximiliano Velasco apareció allí, para no ser menos. La pudo empujar con la derecha, de cabeza, con la rodilla... Pero “La Chancha” lo hizo de pecho. Ese fue su primer regalo a la red, el otro aparecería también bajo el arco tras un gran centro de Facundo Silva. En el medio Lenci se anotó otra vez en la estadística, picándosela al pobre de Cabral, un arquero al que Unión Aconquija dejó en banda. El 6-0 removió las almas de una Ciudadela con los latidos a mil de tanta alegría contenida.
El séptimo fue el del adorno de Silva para un San Martín que dijo: panza llena, corazón contento.
Porque siempre se puede mejorar, el “santo” debe tener en cuenta que ayer tuvo ciertos desacoples atrás. El rival falló las que tuvo, pero es sabido que los errores a veces se pagan caro.
San Martín tuvo todo ayer. Se hizo dueño del partido y dominó al rival hasta en lo anímico. Supo jugar con el hombre de más y tuvo la contundencia que le faltó antes.
Fue un verdadero festín para el dueño de casa, un equipo al que por fin le salieron todas. Pero todas; tanto que dejó sin nada a los “estancieros” que habían tropezado sólo con San Jorge y que ayer terminaron en un pozo. La Ciudadela fue una dimensión desconocida para Aconquija, el puntero nublado que tuvo que agotar los cambios antes de la media hora y que hasta se quedó con 10 por la roja a Leandro Ledesma. Claro, la noche era redondita, especial para el desquite “santo”.
Albano Becica encaminó la goleada con un tiro de los suyos, un zurdazo de media distancia que hasta tuvo a la suerte de su lado: la pelota le picó antes a Gerardo Cabral y se le metió en la ratonera. Así se le vino la noche al 1, que apenas cuatro minutos después sufrió el cabezazo letal de Pablo De Muner, al mismo palo.
San Martín se lucía, Becica la pisaba y cuando faltaba un grito de los de arriba en deuda apareció Fabricio Lenci para saldarla. El 10 lo vio llegar por derecha y él cambió bochazo cruzado por gol, el tercero del partido y tercero suyo en el torneo. ¿Quién quiso un descanso después de semejante triplete? Por eso volvió igual de enchufado el equipo al complemento.
Maximiliano Velasco apareció allí, para no ser menos. La pudo empujar con la derecha, de cabeza, con la rodilla... Pero “La Chancha” lo hizo de pecho. Ese fue su primer regalo a la red, el otro aparecería también bajo el arco tras un gran centro de Facundo Silva. En el medio Lenci se anotó otra vez en la estadística, picándosela al pobre de Cabral, un arquero al que Unión Aconquija dejó en banda. El 6-0 removió las almas de una Ciudadela con los latidos a mil de tanta alegría contenida.
El séptimo fue el del adorno de Silva para un San Martín que dijo: panza llena, corazón contento.
Porque siempre se puede mejorar, el “santo” debe tener en cuenta que ayer tuvo ciertos desacoples atrás. El rival falló las que tuvo, pero es sabido que los errores a veces se pagan caro.
San Martín tuvo todo ayer. Se hizo dueño del partido y dominó al rival hasta en lo anímico. Supo jugar con el hombre de más y tuvo la contundencia que le faltó antes.
Lo más popular