“Je suis Charlie”. La consigna nació en el corazón de Francia, pero se irradió a todo el globo. El atentado terrorista que sufrió ayer la revista “Charlie Hebdo”, la provocativa publicación francesa, concitó la atención internacional, especialmente la del mundo periodístico, porque el ataque se perpetró donde germinan las ideas, donde nacen las producciones, donde la pluma se convierte en amo y señor del tiempo. Ayer fue imposible no mirar hacia París, no seguir con sorpresa e indignación lo que le sucedió a dibujantes y redactores del semanario. Nuestra propia redacción no escapó a las muestras de repudio y al trabajo propio que demandó difundir la agresión, tanto en la LAGACETA.com como en la producción papel, que hoy usted, lector, puede observar. Una redacción, en el ámbito del periodismo, es toda una institución, y como tal, si se la ataca, se está atacando al sistema democrático en el cual se desenvuelve, porque se agrede una libertad: la de expresión. Por lo tanto, estos hechos terroristas solo pueden generar repulsa y condena. E invitan a reflexionar seriamente sobre los cuestionables que son los fanatismos, provengan desde donde provengan.

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