Por Leo Noli
09 Febrero 2015
BATALLA CONSTANTE. Garnier, que se corrió todo pero no contó con el apoyo de Miguel Julio, se adelanta al “santo” Viotti. la gaceta / foto de diego aráoz
En ese ámbito donde la precisión es el común denominador del éxito, Atlético tuvo la voluntad de ser el mayor inversor de entusiasmo y por eso -en la revancha- la Copa Pálpitos 24 fue a sus vitrinas. Fue un justo ganador, de eso no hay dudas. Tampoco del empeño de unos y otros para movilizar un partido que contó con mayores emociones que el anterior.
Ya de entrada la cosa se puso calentita por un penal de Bruno Bianchi obviado por el juez. Y después, con el recorrer de los minutos, Atlético entendió que el entusiasmo de San Martín era un desacato a su autoridad. Las ganas de demostrar no alcanzaron para inquietar demasiado a Cristian Lucchetti. Y cuando el “santo” pudo romper el pronóstico, en vez de rematar al arco Gonzalo Rodríguez pifió su intención y la mandó al lateral.
En tanto, Luis Rodríguez buscó cabecear un córner y su intento se estrelló en Lucas Chacana. Hubo otra chance para el simoqueño y también un toque de fortuna, porque cuando tiró fuerte a quemarle las manos a Juan Carrera, su misil se desvió en Lucas Bossio y entró manso a la red. Gol, 1-0 para un “decano” que hacía justicia. En esta ocasión, marcar hombre a hombre, perseguir a cada enemigo como novio celoso, no le surtió el mismo efecto de la ida a los chicos de Darío Tempesta.
Pero si de infortunios y olfato de sicario se trata, Leandro González fue una oveja intentando dar un pase y Ricardo Ibarra el lobo. El morocho capturó la bocha donde nadie debe perderla; amagó, buscó el hueco y sacó una bomba pegada al palo. Iban 45’ del acto uno, San Martín se retiraba al vestuario con la sensación de que el 1-1 era producto de su voluntad.
Como si se tratase de una repetición de los hechos, pero para el otro lado, Carrera bajó a Menéndez, Bejas no cobró penal y encendió el asunto en un Atlético que se dispuso a demoler a San Martín. Lo hizo a medias y apoyado en la mala suerte de Carrera, que dejó escurrir un remate suave de Menéndez y la Copa. Final, 2-1 y a seguir mandando en el clásico.
Ya de entrada la cosa se puso calentita por un penal de Bruno Bianchi obviado por el juez. Y después, con el recorrer de los minutos, Atlético entendió que el entusiasmo de San Martín era un desacato a su autoridad. Las ganas de demostrar no alcanzaron para inquietar demasiado a Cristian Lucchetti. Y cuando el “santo” pudo romper el pronóstico, en vez de rematar al arco Gonzalo Rodríguez pifió su intención y la mandó al lateral.
En tanto, Luis Rodríguez buscó cabecear un córner y su intento se estrelló en Lucas Chacana. Hubo otra chance para el simoqueño y también un toque de fortuna, porque cuando tiró fuerte a quemarle las manos a Juan Carrera, su misil se desvió en Lucas Bossio y entró manso a la red. Gol, 1-0 para un “decano” que hacía justicia. En esta ocasión, marcar hombre a hombre, perseguir a cada enemigo como novio celoso, no le surtió el mismo efecto de la ida a los chicos de Darío Tempesta.
Pero si de infortunios y olfato de sicario se trata, Leandro González fue una oveja intentando dar un pase y Ricardo Ibarra el lobo. El morocho capturó la bocha donde nadie debe perderla; amagó, buscó el hueco y sacó una bomba pegada al palo. Iban 45’ del acto uno, San Martín se retiraba al vestuario con la sensación de que el 1-1 era producto de su voluntad.
Como si se tratase de una repetición de los hechos, pero para el otro lado, Carrera bajó a Menéndez, Bejas no cobró penal y encendió el asunto en un Atlético que se dispuso a demoler a San Martín. Lo hizo a medias y apoyado en la mala suerte de Carrera, que dejó escurrir un remate suave de Menéndez y la Copa. Final, 2-1 y a seguir mandando en el clásico.