20 Febrero 2015
Dejaron su casa por temor a que los maten
La familia Sánchez abandonó el miércoles la propiedad en la que vivían ante la impotencia de no poder hacer nada para defenderse. Las víctimas dijeron que denunciaron a los presuntos atacantes en más de una ocasión pero que no tuvieron soluciones. Las autoridades reconocen un ataque
MUDANZA FORZADA. Las víctimas tuvieron que irse del barrio y se llevaron sus pertenencias por temor a robos. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
A metros de la esquina de la calle Batalla de Tucumán y el pasaje Miguel Lillo, en San José, hay una casa de material en la que funciona un quiosco. Al entrar a la propiedad, Marta Pérez se seca las lágrimas con una toalla amarilla. Hacia el fondo se escuchan las arcadas y el posterior vómito de un hombre. “Mirálo a tu papá. Está muy mal”, dice la mujer a uno de sus hijos que intenta consolarle el llanto. Después dirá que ese hombre que vomita en un pasillo de apenas más de un metro de ancho, que da hacia un patio interno entorno al cual se levantan otras tres viviendas, es Víctor Hugo Sánchez, su marido.
Este matrimonio tuvo que dejar el miércoles a la tarde el lugar que construyeron para vivir debido a las reiteradas amenazas de muerte, los robos y las agresiones de los cuales son víctimas por parte de, según dijeron, una familia que vive en esa misma manzana de la ampliación de Villa Nueva. “Hace 53 años que vivo en este barrio. En total somos cuatro familias porque en esta casa vivo con mi marido y mis tres hijas que construyeron sus casas en el fondo. Y ahora mi consuegro nos tiene que prestar una casa para poder irnos hasta ver en dónde alquilar y empezar de nuevo. Es muy duro porque vivíamos en un ranchito de lona y mire todo lo que hemos construido”, decía Pérez mientras que con una de sus manos hacía un gesto para mostrar el interior de la vivienda en donde había una heladera exhibidora con el vidrio roto por las piedras que, según explicó, los acusados les arrojaron el domingo.
Sánchez, al recuperarse del ataque de nervios que sufrió que, según explicó, fue por la impotencia de no poder hacer nada para proteger a su familia, dijo que denunciaron en la Policía a la familia agresora en más de una ocasión por los robos y los ataques de los que fueron blanco pero que, a pesar de que hasta la Policía Científica peritó su casa, nunca tuvieron una respuesta efectiva a su demanda de seguridad. “Acá esta gente (por la familia agresora) hace lo que quiere. Los denunciamos varias veces en la comisaría pero nunca los detuvieron. Parece una burla. Ahora no nos queda otra que mudarnos porque tenemos miedo que les hagan algo a nuestros nietos o que los maten. Si ya vinieron a dispararnos contra la casa”, reflexionó Sánchez.
Los integrantes de este matrimonio son empleados públicos. Pérez trabaja en la Municipalidad de Yerba Buena y Sánchez en la comuna de Cebil Redondo y sus hijas y sus maridos trabajan en herrería, carpintería; y uno de ellos tiene un almacén en otro barrio. Hugo Adrián Sánchez, uno de sus hijos, tiene 20 años y cursa la carrera de Arquitectura en la UNT. “El domingo al mediodía (día del último ataque que sufrieron) estaba dándole unos apuntes a un compañero cuando uno de los hijos de esta familia nos comenzó a gritar: ‘¡Soy el dueño del barrio! ¡Ustedes son unos batidores!’. Todo por denunciarlos en la Policía. Entramos en mi casa y este chico pechó para dentro de mi casa y le pegó una piña a mi hermana. Después vino con el resto de sus hermanos y nos tiraron piedras y uno que estaba con una pistola le rompió el vidrio del auto a mi cuñado”, explicó.
Por otra parte, el universitario dijo que el martes a la noche tuvo que bajarse en el Barrio Oeste II porque un amigo suyo le dijo que miembros de la familia que los agredía lo estaban esperando en la parada del ómnibus para atacarlo. Victoria Sánchez, su hermana, describió cómo vivieron estos últimos días. “Esto comenzó el año pasado. Hace unos meses nos robaron los sillones y las mesas de un juego de jardín que teníamos adelante y después vinieron los ataques. Acá tenemos ocho hijos y todos son chiquitos y nos da bronca porque de noche los tenemos que dejar en otras casas por miedo a que pase algo. De noche sólo nos quedamos los grandes pero ya hace un tiempo que tratamos de no dejar la casa sola por miedo a que nos entren”, (sic) señaló la mujer.
En esta forzada mudanza Antonio Cruz, un vecino de los Sánchez, los ayudó. Pero él también dijo que fue amenazado por decirles que no molestaran más. El segundo jefe de Unidad Regional Norte, el comisario Américo Salas, dijo que intervinieron en el incidente que ocurrió el domingo en la casa de los Sánchez pero que los supuestos agresores pusieron una denuncia en la comisaría de San José aludiendo que ellos habían sido las víctimas. No obstante, reconoció que, al menos uno de los integrantes de la familia agresora, tendría antecedentes penales.
Este matrimonio tuvo que dejar el miércoles a la tarde el lugar que construyeron para vivir debido a las reiteradas amenazas de muerte, los robos y las agresiones de los cuales son víctimas por parte de, según dijeron, una familia que vive en esa misma manzana de la ampliación de Villa Nueva. “Hace 53 años que vivo en este barrio. En total somos cuatro familias porque en esta casa vivo con mi marido y mis tres hijas que construyeron sus casas en el fondo. Y ahora mi consuegro nos tiene que prestar una casa para poder irnos hasta ver en dónde alquilar y empezar de nuevo. Es muy duro porque vivíamos en un ranchito de lona y mire todo lo que hemos construido”, decía Pérez mientras que con una de sus manos hacía un gesto para mostrar el interior de la vivienda en donde había una heladera exhibidora con el vidrio roto por las piedras que, según explicó, los acusados les arrojaron el domingo.
Sánchez, al recuperarse del ataque de nervios que sufrió que, según explicó, fue por la impotencia de no poder hacer nada para proteger a su familia, dijo que denunciaron en la Policía a la familia agresora en más de una ocasión por los robos y los ataques de los que fueron blanco pero que, a pesar de que hasta la Policía Científica peritó su casa, nunca tuvieron una respuesta efectiva a su demanda de seguridad. “Acá esta gente (por la familia agresora) hace lo que quiere. Los denunciamos varias veces en la comisaría pero nunca los detuvieron. Parece una burla. Ahora no nos queda otra que mudarnos porque tenemos miedo que les hagan algo a nuestros nietos o que los maten. Si ya vinieron a dispararnos contra la casa”, reflexionó Sánchez.
Los integrantes de este matrimonio son empleados públicos. Pérez trabaja en la Municipalidad de Yerba Buena y Sánchez en la comuna de Cebil Redondo y sus hijas y sus maridos trabajan en herrería, carpintería; y uno de ellos tiene un almacén en otro barrio. Hugo Adrián Sánchez, uno de sus hijos, tiene 20 años y cursa la carrera de Arquitectura en la UNT. “El domingo al mediodía (día del último ataque que sufrieron) estaba dándole unos apuntes a un compañero cuando uno de los hijos de esta familia nos comenzó a gritar: ‘¡Soy el dueño del barrio! ¡Ustedes son unos batidores!’. Todo por denunciarlos en la Policía. Entramos en mi casa y este chico pechó para dentro de mi casa y le pegó una piña a mi hermana. Después vino con el resto de sus hermanos y nos tiraron piedras y uno que estaba con una pistola le rompió el vidrio del auto a mi cuñado”, explicó.
Por otra parte, el universitario dijo que el martes a la noche tuvo que bajarse en el Barrio Oeste II porque un amigo suyo le dijo que miembros de la familia que los agredía lo estaban esperando en la parada del ómnibus para atacarlo. Victoria Sánchez, su hermana, describió cómo vivieron estos últimos días. “Esto comenzó el año pasado. Hace unos meses nos robaron los sillones y las mesas de un juego de jardín que teníamos adelante y después vinieron los ataques. Acá tenemos ocho hijos y todos son chiquitos y nos da bronca porque de noche los tenemos que dejar en otras casas por miedo a que pase algo. De noche sólo nos quedamos los grandes pero ya hace un tiempo que tratamos de no dejar la casa sola por miedo a que nos entren”, (sic) señaló la mujer.
En esta forzada mudanza Antonio Cruz, un vecino de los Sánchez, los ayudó. Pero él también dijo que fue amenazado por decirles que no molestaran más. El segundo jefe de Unidad Regional Norte, el comisario Américo Salas, dijo que intervinieron en el incidente que ocurrió el domingo en la casa de los Sánchez pero que los supuestos agresores pusieron una denuncia en la comisaría de San José aludiendo que ellos habían sido las víctimas. No obstante, reconoció que, al menos uno de los integrantes de la familia agresora, tendría antecedentes penales.