¿ Golpe blando? No, golpe duro en el c… por los 400 mil ciudadanos en la calle”. Este exabrupto, propio de la crispada militancia cristinista, a tono con las explosiones hormonales de su jefa, curiosamente no pertenece al oficialismo rompediarios, sino a una opositora que, justamente, reniega de la confrontación permanente a la que nos somete el gobierno.

Es un tuit que publicó la diputada nacional Patricia Bullrich, horas después de la multitudinaria marcha del silencio del miércoles pasado.

Si bien es sólo una foto que no basta para emitir un juicio sobre el desempeño de Bullrich, no deja de ser una foto preocupante. Un claro signo de impotencia.

A esta gestión se le puede hacer un sinúmero de reproches, empezando por no admitir un solo error. Esta cero capacidad de autocrítica es lo que, tal vez, exacerba los cuestionamientos de la oposición y de una parte importante de la sociedad.

En el mundo de fantasía de Cristina, donde reina la alegría, todos los errores se esconden bajo la alfombra del “nos falta mucho por hacer”. Frase que también repite desde hace 12 años el gobernador José Alperovich.

De todos modos, es innegable que hay en este gobierno un hacer programático, a veces obsesivo, paranoico y hasta delirante, pero proyecto al fin, algo de lo que carece angustiosamente la mal llamada oposición. Mal llamada, porque no es una sola y porque en varios casos tampoco es tan opositora.

“Continuidad con cambio”, afirma la ola naranja del maltratado Daniel Scioli, ola en la que ya surfean los candidatos alperovichistas, cada día más lejos del cristinismo, según admiten en privado varios de sus referentes.

¿Qué continuará y qué cambiará? Nadie sabe. Para cambiar algo primero tienen que decir en qué fallaron. Se saltearon esa parte. Continuará lo que gusta y cambiará lo que no gusta. Todos contentos, todos engañados.

“Vos sos bienvenido”, dice el PRO de Mauricio Macri. Welcome, gracias, pero ¿a dónde? Por las dudas, el macrismo aclara en afiches y globos amarillos que “juntos se puede”. ¿Qué tan juntos? ¿Qué se puede? Una consigna tan obvia que empalaga. Recuerda al “somos más” que usó la Alianza en el 99.

“Se viene el gran cambio”, advierte Sergio Massa, que ahora se llama +A15, un guiño grafitero, juvenil y wahtsappero, en sintonía con un espacio que se presenta como Renovador. Una renovación un tanto extraña, o al menos sospechosa, teniendo en cuenta que sus principales cuadros son todos ex kirchneristas.

El resto del arco opositor lo integra un conglomerado casi indescifrable, liderados principalmente por radicales y socialistas. Los radicales están más desorientados que Adán en el Día de la Madre. Algunos siguen ligados al kirchnerismo, otros acuerdan con Massa, otros con Macri, y unos cuantos están obstinados en ir a la derrota solos.

Los socialistas, en tanto, sin alianzas, con suerte sortean las PASO. Hasta Pino Solanas parece ahora que se va con Massa.

Por último está la izquierda, un espacio al que hay que reconocerle una coherencia a prueba de balas, pero con tan poca vocación de poder que carece de chances serias, más allá de ocupar algunas bancas. Si bien hay algunos que han crecido en los últimos años y tienen mucha exposición, como el PO, que lidera Jorge Altamira, o el MST de Vilma Ripoll, sólo un dato sintetiza el espíritu de esta vertiente ideológica: hay al menos 21 partidos de izquierda inscriptos ahora en Argentina.

En Tucumán ocurre algo similar que a nivel nacional. El principal referente opositor hoy es el diputado nacional José Cano, candidato del Acuerdo Cívico y Social, una alianza entre radicales, socialistas y la Coalición Cívica, entre otros partidos. Pero a nivel local Cano también cerró filas con el massismo. Esta semana ocurrió algo, al menos, curioso: encabezó un acto, junto a Gerónimo Vargas Aignasse, ante unos 500 punteros peronistas. Cano es odontólogo, como Héctor Cámpora, ¿será esa su veta peronista?

Hasta ahora a Cano sólo se le conocen durísimas críticas contra la gestión de Alperovich, pero ningún programa ni proyecto para revertir todo lo que denosta. Incluso, ninguno de sus aliados en la Legislatura renunció a los gastos sociales ocultos, ni dijo cuánto cobra ni en qué gastan ese dinero.

¿Cómo piensa Cano combatir la corrupción y el clientelismo que denuncia, si es ese mismo sistema el que podría llevarlo a la gobernación?

También el intendente Domingo Amaya se presenta ahora como otra opción ¿opositora? ¿Doce años después de una sana y armoniosa convivencia se dio cuenta Amaya de la corrupción y el clientelismo alperovichista, según denunciaron desde sus filas?

Por ahora, el único programa que se le conoce al intendente de la capital como candidato a gobernador es “Amaya 2015”.

El kirchnerismo encuentra su razón de ser en los enemigos que se inventa (la oposición golpista, las corporaciones, los diarios, la CIA, el Mossad, etcétera), que son los únicos culpables de la inflación, la inseguridad, la Justicia que no funciona, la pobreza y tantos otros problemas. Sin estas conspiraciones Argentina sería Suecia, porque los argentinos no tenemos culpa de nada.

Del mismo modo, cabe preguntarse ¿qué sería de la oposición sin el kirchnerismo? ¿De qué hablarían los denunciadores seriales que hoy abundan? ¿Cuáles son sus programas de gobierno, sus ideas para, por ejemplo, reemplazar el asistencialismo por empleo genuino?

Por ahora, la única plataforma que sostiene la oposición es quién mide más o menos en las encuestas. De proyectos nadie habla. ¿Los tendrán? Sólo aparecen como una suma de mezquindades, angurrientos de poder por el poder mismo. Una foto muy preocupante para el futuro de los argentinos.

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