Por María Ester Véliz
04 Agosto 2015
RECORDÁ SIEMPRE. El virus C de la hepatitis se transmite por contacto con sangre contaminada y por vía sexual. majawu
“La sociedad necesita que los medios informen más sobre las hepatitis: cómo se previenen, cómo se contagian, qué vacunas hay, cuáles son los tratamientos existentes y qué nuevas drogas van apareciendo”. El reclamo fue hecho por todos y cada uno de los pacientes con hepatitis C: Germán, Daiana y su mamá Graciela, Adriana y Alejandra, en el Día Mundial de las Hepatitis, que se conmemoró el 28 de julio. También exhortaron a los profesionales de la salud a que se informen más sobre la enfermedad “porque todavía hay odontólogos que se niegan a atenderlos, como le pasó a mi hija Daiana en nuestra provincia de Mendoza. Esto se debe al desconocimiento que tienen, ya que utilizan material descartable y que existen medidas de bioseguridad para protegerse”, remarcó la madre de la joven.
El grupo de pacientes dio su testimonio de vida y habló de sus necesidades durante el taller “Hepatitis C: dónde estamos y hacia dónde vamos”, que organizó la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh), para periodistas especializados en salud de la Argentina, Uruguay y Chile. LA GACETA asistió al encuentro realizado en Buenos Aires, cuyas charlas estuvieron a cargo de las hepatólogas Alejandra Villamil (presidenta) y Estela Manero (tesorera) de Aaeeh, organización sin fines de lucro.
Preocupación médica
“Tres de cada cuatro personas infectadas con el virus de la hepatitis C (VHC) desconoce su condición, y por esta razón se transmite involuntariamente la patología”, señaló Villamil. La tendencia creciente de casos de hepatitis C, que se da justo en el momento en que las opciones terapéuticas han evolucionado hasta lograr inclusive la cura en más del 95% de los casos, preocupa a la comunidad médica especializada en el tema. Tal angustia se debe a que las últimas drogas están aprobadas por la Anmat, pero aún no están disponibles en las obras sociales del país, lo que impide el acceso universal a la terapia.
“Hoy contamos con vacunas seguras para las hepatitis A y B. Ambas están incluidas en el calendario de vacunación universal y obligatoria en la Argentina. Hace unos pocos años, el 60% de las hepatitis fulminantes en niños de nuestro país eran producidas por el virus A. Gracias a la inclusión de la vacuna para la hepatitis A en el esquema nacional, la enfermedad prácticamente desapareció. En cambio, para la hepatitis C todavía no existe una vacuna y es poco probable que pueda desarrollarse -al menos en el futuro próximo- porque el virus es muy cambiante en su estructura. Entonces, la chance que nos queda es frenar la replicación viral. Y esto se consigue con las nuevas drogas que logran elevadas tasas de curación, sobre todo en pacientes con el virus C, genotipo 1, el más frecuente en nuestro país”, puntualizó la doctora Villamil.
Las hepatólogas sostienen que en los próximos años la hepatitis C será -sin dudas- un tema central en los medios de comunicación del mundo. “Por eso es necesario que los periodistas cuenten con las herramientas necesarias para que escriban sobre el tema con conocimiento y responsabilidad”, advirtió Manero.
Clamor de los pacientes
En una mesa panel coordinada por la periodista Silvia Fernández Barrio, los pacientes contaron cómo contrajeron el virus, el tratamiento que reciben, cómo están, e hicieron público su reclamo: el acceso inmediato a las nuevas drogas que atacan directamente el virus de la hepatitis C impidiendo su multiplicación y curando la enfermedad.
Germán se enteró que tenía hepatitis C el día que fue a donar sangre. “Me tomó por sorpresa y me vi obligado a cambiar el estilo de vida. Hace más de diez años me controlan en el Hospital Argerich y en el Hospital de Clínicas. Mi prepaga no siempre me reconoce los fármacos, presenté un recurso de amparo para que me den los fármacos. Hace cuatro años desarrollé cirrosis. Necesito las últimas drogas que frenan la enfermedad... En uno de mis trabajos tengo problemas porque la gente no sabe cómo se contagia el VHC”, sentenció.
Graciela, la mamá de la joven Daiana, de 25 años, que recibió dos trasplantes hepáticos (uno en 1993 y otro en 2010) contó que su hija contrajo el virus C tras la segunda cirugía. “Es difícil vivir con hepatitis C porque nunca se sabe cuándo se vuelve para atrás. La Anmat autorizó las nuevas drogas -eficaces y sin efectos colaterales-, pero las obras sociales no las reconocen. El tratamiento que dura 12 semanas cuesta unos 20.000 dólares, y gracias a un llamado que hizo en la TV el periodista Claudio Rígoli, la gente nos ayudó y accedimos a la terapia”, comentó emocionada la mujer.
Otra paciente, Adriana, de 66 años, dijo que a los 50 se enteró que además del síndrome de Sjögren -afección autoinmune- tenía el VHC. “Los fármacos disponibles en el país se administran con interferón, pero yo no lo tolero. Necesito los nuevos antivirales”, clamó.
Alejandra, en tanto, dijo que presentó un recurso de amparo en la Anmat para que su mamá -de 80 años y con VHC, diagnosticada en 2014- reciba el tratamiento adecuado. “Su prepaga le dijo que las drogas que necesita no están el PMO (Programa Médico Obligatorio). Las conseguimos por vía legal, pero esta no debería ser la forma de conquistar lo que a uno le corresponde. La salud es un derecho universal”, enfatizó molesta.
El grupo de pacientes dio su testimonio de vida y habló de sus necesidades durante el taller “Hepatitis C: dónde estamos y hacia dónde vamos”, que organizó la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh), para periodistas especializados en salud de la Argentina, Uruguay y Chile. LA GACETA asistió al encuentro realizado en Buenos Aires, cuyas charlas estuvieron a cargo de las hepatólogas Alejandra Villamil (presidenta) y Estela Manero (tesorera) de Aaeeh, organización sin fines de lucro.
Preocupación médica
“Tres de cada cuatro personas infectadas con el virus de la hepatitis C (VHC) desconoce su condición, y por esta razón se transmite involuntariamente la patología”, señaló Villamil. La tendencia creciente de casos de hepatitis C, que se da justo en el momento en que las opciones terapéuticas han evolucionado hasta lograr inclusive la cura en más del 95% de los casos, preocupa a la comunidad médica especializada en el tema. Tal angustia se debe a que las últimas drogas están aprobadas por la Anmat, pero aún no están disponibles en las obras sociales del país, lo que impide el acceso universal a la terapia.
“Hoy contamos con vacunas seguras para las hepatitis A y B. Ambas están incluidas en el calendario de vacunación universal y obligatoria en la Argentina. Hace unos pocos años, el 60% de las hepatitis fulminantes en niños de nuestro país eran producidas por el virus A. Gracias a la inclusión de la vacuna para la hepatitis A en el esquema nacional, la enfermedad prácticamente desapareció. En cambio, para la hepatitis C todavía no existe una vacuna y es poco probable que pueda desarrollarse -al menos en el futuro próximo- porque el virus es muy cambiante en su estructura. Entonces, la chance que nos queda es frenar la replicación viral. Y esto se consigue con las nuevas drogas que logran elevadas tasas de curación, sobre todo en pacientes con el virus C, genotipo 1, el más frecuente en nuestro país”, puntualizó la doctora Villamil.
Las hepatólogas sostienen que en los próximos años la hepatitis C será -sin dudas- un tema central en los medios de comunicación del mundo. “Por eso es necesario que los periodistas cuenten con las herramientas necesarias para que escriban sobre el tema con conocimiento y responsabilidad”, advirtió Manero.
Clamor de los pacientes
En una mesa panel coordinada por la periodista Silvia Fernández Barrio, los pacientes contaron cómo contrajeron el virus, el tratamiento que reciben, cómo están, e hicieron público su reclamo: el acceso inmediato a las nuevas drogas que atacan directamente el virus de la hepatitis C impidiendo su multiplicación y curando la enfermedad.
Germán se enteró que tenía hepatitis C el día que fue a donar sangre. “Me tomó por sorpresa y me vi obligado a cambiar el estilo de vida. Hace más de diez años me controlan en el Hospital Argerich y en el Hospital de Clínicas. Mi prepaga no siempre me reconoce los fármacos, presenté un recurso de amparo para que me den los fármacos. Hace cuatro años desarrollé cirrosis. Necesito las últimas drogas que frenan la enfermedad... En uno de mis trabajos tengo problemas porque la gente no sabe cómo se contagia el VHC”, sentenció.
Graciela, la mamá de la joven Daiana, de 25 años, que recibió dos trasplantes hepáticos (uno en 1993 y otro en 2010) contó que su hija contrajo el virus C tras la segunda cirugía. “Es difícil vivir con hepatitis C porque nunca se sabe cuándo se vuelve para atrás. La Anmat autorizó las nuevas drogas -eficaces y sin efectos colaterales-, pero las obras sociales no las reconocen. El tratamiento que dura 12 semanas cuesta unos 20.000 dólares, y gracias a un llamado que hizo en la TV el periodista Claudio Rígoli, la gente nos ayudó y accedimos a la terapia”, comentó emocionada la mujer.
Otra paciente, Adriana, de 66 años, dijo que a los 50 se enteró que además del síndrome de Sjögren -afección autoinmune- tenía el VHC. “Los fármacos disponibles en el país se administran con interferón, pero yo no lo tolero. Necesito los nuevos antivirales”, clamó.
Alejandra, en tanto, dijo que presentó un recurso de amparo en la Anmat para que su mamá -de 80 años y con VHC, diagnosticada en 2014- reciba el tratamiento adecuado. “Su prepaga le dijo que las drogas que necesita no están el PMO (Programa Médico Obligatorio). Las conseguimos por vía legal, pero esta no debería ser la forma de conquistar lo que a uno le corresponde. La salud es un derecho universal”, enfatizó molesta.