12 Agosto 2015
DE PECHITO. Luis Rodríguez baja la pelota con estilo. El delantero asumió su responsabilidad por la falta de gol en el equipo. foto de ariel carreras (especial para la gaceta)
CÓRDOBA, (Leo Noli, enviado especial de LG Deportiva).- Sobre la puerta de la salida del vestuario visitante, una leyenda de “ascenso o muerte” escrita con un aerosol rojo fuego grafica viejas épocas de amenazas a un Instituto que ayer parece haber vuelto a la vida y a la conversación por meterse en la pelea por uno de los primeros cincos lugares de prestigio que tiene la B Nacional a disposición.
Vaya paradoja. Uno se levantó y el otro cayó, y cayó el que era candidato en los papeles: Atlético. Los jugadores ni se percataron del grafitti patotero de antaño, pero sí lo hicieron en el sentido que para ellos no fue encontrarse tres metros bajo tierra por haber perdido con la “gloria”. Fue un revés que servirá para corregir una seguidilla rara en un grupo acostumbrado a vivir del gol.
El de ayer fue el segundo partido en fila que Atlético no festeja. Raro, ¿no? Tan raro que es la primera vez que le sucede algo así en la temporada.
“Tenemos que estar tranquilos”, explica Luis Rodríguez, y va directo al hueso. “Queda la sensación de bronca por no haber podido convertir”, le dice el cantante del gol a un periodista que busca la nota en vivo y en directo.
“Pulguita” es un confeso luchador contra el drama innecesario. Perdió Atlético y punto. Habló de rachita el goleador, pero hasta ahí no más, porque entiende lo que está pasando. “Son dos partidos en los que venimos equivocando el camino de la definición”, insiste. El artillero “decano” deja una idea a seguir: “hay que definir mejor y hay que acertar las decisiones que se toman adelante”.
Rodríguez está molesto por irse con las manos vacías de Alta Córdoba, aunque a su vez intenta ver la mitad del vaso lleno. “A las situaciones de gol las estamos creando, quedan muchos partidos como para volverse locos ahora. Son dos partidos, nada más”, razona sabiendo que la justicia en el fútbol se aliará con el equipo, que sabe generar jugadas de goles en los 90 minutos.
“La derrota nos duele porque no es lo que vinimos a buscar. Hicimos méritos para volvernos con los tres puntos. Quizás por ahí cuando nos quedamos con un hombre menos se nos complicó y por eso perdimos”, cierra librando así el último trago amargo de una visita que dejó una marca para lo que viene.
Vaya paradoja. Uno se levantó y el otro cayó, y cayó el que era candidato en los papeles: Atlético. Los jugadores ni se percataron del grafitti patotero de antaño, pero sí lo hicieron en el sentido que para ellos no fue encontrarse tres metros bajo tierra por haber perdido con la “gloria”. Fue un revés que servirá para corregir una seguidilla rara en un grupo acostumbrado a vivir del gol.
El de ayer fue el segundo partido en fila que Atlético no festeja. Raro, ¿no? Tan raro que es la primera vez que le sucede algo así en la temporada.
“Tenemos que estar tranquilos”, explica Luis Rodríguez, y va directo al hueso. “Queda la sensación de bronca por no haber podido convertir”, le dice el cantante del gol a un periodista que busca la nota en vivo y en directo.
“Pulguita” es un confeso luchador contra el drama innecesario. Perdió Atlético y punto. Habló de rachita el goleador, pero hasta ahí no más, porque entiende lo que está pasando. “Son dos partidos en los que venimos equivocando el camino de la definición”, insiste. El artillero “decano” deja una idea a seguir: “hay que definir mejor y hay que acertar las decisiones que se toman adelante”.
Rodríguez está molesto por irse con las manos vacías de Alta Córdoba, aunque a su vez intenta ver la mitad del vaso lleno. “A las situaciones de gol las estamos creando, quedan muchos partidos como para volverse locos ahora. Son dos partidos, nada más”, razona sabiendo que la justicia en el fútbol se aliará con el equipo, que sabe generar jugadas de goles en los 90 minutos.
“La derrota nos duele porque no es lo que vinimos a buscar. Hicimos méritos para volvernos con los tres puntos. Quizás por ahí cuando nos quedamos con un hombre menos se nos complicó y por eso perdimos”, cierra librando así el último trago amargo de una visita que dejó una marca para lo que viene.