11 Diciembre 2015
NUEVO MANDATARIO. El presidente Macri, de pie, saluda a la concurrencia mientras recibe aplausos en el Congreso de la Nación. Acababa de finalizar su discurso. presidencia de la nación
No apabulló con números ni anticipó medidas concretas. No entró en detalles casi en ningún área. No se extendió más que media hora. En las antípodas estéticas y litúrgicas de su antecesora, la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri dedicó su primer discurso como presidente a trazar las líneas maestras sobre las que pretende fundar su gobierno. Entre las palabras simples que vertebraron su mensaje, dos sobresalieron sobre las demás: verdad y unidad. “Quiero pedirles que nuestro lugar de encuentro sea la verdad”, dijo en la alocución transmitida por cadena nacional. “Y quiero decirles desde el fondo de mi corazón que estoy convencido de que si los argentinos nos animamos a unirnos, seremos imparables”, remató.
El discurso completo cabe en nueve páginas. En él no hay menciones a la ex presidenta, que optó por no participar de la ceremonia de transmisión del poder. En el estrado del Congreso de la Nación, y acompañado por la vicepresidenta Gabriela Michetti; Federico Pinedo, presidente provisional del Senado, y Emilio Monzó, titular de la Cámara de Diputados, Macri se permitió ser optimista e invitar al optimismo. Prometió un trabajo intenso e incansable durante los próximos cuatro años en aras de que todos, pero especialmente los sectores más necesitados, vivan mejor.
La conformación de un buen equipo es la fórmula del presidente número 53 de la historia (y el sexto elegido democráticamente después de la última dictadura) para encontrar soluciones concretas a los problemas de la gente. Lejos de los “genios” que se sentían o creían todopoderosos, Macri se presentó como un líder falible, que necesita que le marquen los errores.
Y volvió a exaltar la necesidad de coincidir pese a las diferencias: “queremos el aporte de todos; de la gente que se siente de derecha y de la gente que se siente de izquierda; de los peronistas y de los antiperonistas; de los jóvenes que están en la edad de la transgresión y de los mayores que aportan su experiencia, porque precisamente esa diversidad es la que nos enriquece y nos hace mejores”.
Una arenga
Ante diputados, senadores, gobernadores, miembros de su gabinete, jefes de Estado extranjeros, delegaciones diplomáticas, ministros de la Corte e invitados especiales, el Presidente se comprometió a universalizar la protección social y a urbanizar las villas “para transformar para siempre la vida de miles de hogares”. Además, reiteró su vocación por alcanzar la llamada “pobreza cero” y combatir el narcotráfico. “La droga arruina la vida de familias enteras. No podemos resignarnos ni aceptar esta realidad como algo natural”, reflexionó. Inversión, puestos de trabajo e innovación serán, según Macri, las vías de acceso a la prosperidad general.
Respecto de la corrupción, dijo: “los bienes públicos pertenecen al conjunto de los ciudadanos y es inaceptable que un funcionario se apropie de ellos en beneficio propio. Voy a ser implacable con todos aquellos que, sin importar el partido, dejen de cumplir lo que señala la ley”.
Párrafo aparte merecen sus apreciaciones sobre el Poder Judicial. Macri expresó que apoyaba la Justicia independiente. “En estos años fue un baluarte de la democracia e impidió que el país cayera en un autoritarismo irreversible. En nuestro gobierno no habrá jueces macristas. A quienes quieran serlo les decimos claramente: no son bienvenidos. La Justicia está para ayudar a las personas a resolver sus conflictos con la aplicación debida de la ley y tiene que hacerlo con celeridad. Justicia tardía no es justicia”, destacó. Como es su costumbre, Macri cerró el discurso con la arenga futbolera por excelencia: “¡vamos, Argentina!”.
El discurso completo cabe en nueve páginas. En él no hay menciones a la ex presidenta, que optó por no participar de la ceremonia de transmisión del poder. En el estrado del Congreso de la Nación, y acompañado por la vicepresidenta Gabriela Michetti; Federico Pinedo, presidente provisional del Senado, y Emilio Monzó, titular de la Cámara de Diputados, Macri se permitió ser optimista e invitar al optimismo. Prometió un trabajo intenso e incansable durante los próximos cuatro años en aras de que todos, pero especialmente los sectores más necesitados, vivan mejor.
La conformación de un buen equipo es la fórmula del presidente número 53 de la historia (y el sexto elegido democráticamente después de la última dictadura) para encontrar soluciones concretas a los problemas de la gente. Lejos de los “genios” que se sentían o creían todopoderosos, Macri se presentó como un líder falible, que necesita que le marquen los errores.
Y volvió a exaltar la necesidad de coincidir pese a las diferencias: “queremos el aporte de todos; de la gente que se siente de derecha y de la gente que se siente de izquierda; de los peronistas y de los antiperonistas; de los jóvenes que están en la edad de la transgresión y de los mayores que aportan su experiencia, porque precisamente esa diversidad es la que nos enriquece y nos hace mejores”.
Una arenga
Ante diputados, senadores, gobernadores, miembros de su gabinete, jefes de Estado extranjeros, delegaciones diplomáticas, ministros de la Corte e invitados especiales, el Presidente se comprometió a universalizar la protección social y a urbanizar las villas “para transformar para siempre la vida de miles de hogares”. Además, reiteró su vocación por alcanzar la llamada “pobreza cero” y combatir el narcotráfico. “La droga arruina la vida de familias enteras. No podemos resignarnos ni aceptar esta realidad como algo natural”, reflexionó. Inversión, puestos de trabajo e innovación serán, según Macri, las vías de acceso a la prosperidad general.
Respecto de la corrupción, dijo: “los bienes públicos pertenecen al conjunto de los ciudadanos y es inaceptable que un funcionario se apropie de ellos en beneficio propio. Voy a ser implacable con todos aquellos que, sin importar el partido, dejen de cumplir lo que señala la ley”.
Párrafo aparte merecen sus apreciaciones sobre el Poder Judicial. Macri expresó que apoyaba la Justicia independiente. “En estos años fue un baluarte de la democracia e impidió que el país cayera en un autoritarismo irreversible. En nuestro gobierno no habrá jueces macristas. A quienes quieran serlo les decimos claramente: no son bienvenidos. La Justicia está para ayudar a las personas a resolver sus conflictos con la aplicación debida de la ley y tiene que hacerlo con celeridad. Justicia tardía no es justicia”, destacó. Como es su costumbre, Macri cerró el discurso con la arenga futbolera por excelencia: “¡vamos, Argentina!”.
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