Del Potro será un problema de difícil solución para Nadal

El argentino cuenta con puntos a favor para hacerle la vida imposible al número uno del mundo.

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A veces necesitamos unas cuantas horas para que baje la adrenalina de un logro deportivo y, entonces, conseguir ver con claridad la dimensión del impacto. Y otras veces, las horas no alcanzan. Ni para la prensa, ni para el público. Mucho menos, para los protagonistas.

La onda expansiva de la explosión que generó Juan Martín Del Potro la noche del miércoles en Nueva York no cede, aunque él y todos debamos enfocar ojos, mentes y palabras, en el partido que llega. He aquí parte de la complejidad y crueldad del tenis: solo suelta la exigencia después de la final de un torneo, aunque el protagonista sienta que algo que se consigue en cuartos de final difícilmente pueda ser superado. Y ésto es un riesgo latente para Delpo. Si el tandilense no resetea su sed de triunfo, si el hambre quedó saciada por haberse devorado a Roger Federer, no tendrá opción alguna frente a la bestia tenística, siempre hambrienta, que es Rafael Nadal, su rival en la segunda semifinal de este viernes al que Pablo Carreño Busta y Kevin Anderson le correrán el telón. Ahora, si "Delpo" consigue poner en su cabeza la zanahoria que asoma delante de sus ojos, Nadal tendrá un problema de difícil resolución.

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A saber: a) El saque de Delpo es un meteorito suelto que, está comprobado, suele responder a la órbita de vuelo desead. Si el saque responde, el resto del juego, obediente, se acomoda a la tendencia; b) En la inolvidable noche del miércoles, su revés sorprendió a todos, Federer en primer lugar. Consistente, rápido, cruzado o paralelo. E intuitivo. Probablemente como efecto del nivel de adrenalina, Juan Martín dejó de pensar en dolores que, a la luz de los hechos, solo sobreviven en su cabeza. c) El drive, qué decir de ese drive! Alcanza con repetir lo escrito en este mismo espacio hace 48 horas: nadie, nadie, conoce el antídoto para ese golpe de ciencia ficción. La velocidad y recorrido de sus derechazos no tienen equivalente en el tour actual, quizá ni siquiera en la historia. Jugado con el porcentaje de aciertos de la otra noche, el mismo porcentaje de 2016, debiera convertirse en el ruidoso toc-toc que golpeará la puerta de la victoria.

Claro está que Nadal hará lo suyo. O al menos lo intentará. Se sabe de la confianza del español, de su jerarquía y su capacidad competitiva, de su consistencia en "formato 5 sets". Su nivel de juego fue claramente de menos o más y parece en un pico, justo en el momento de definición. Vale preguntarse por ciertas premisas que asoman imprescindibles para sus chances: la confiabilidad de su drive, cruzado para presionar y paralelo para cerrar; la profundidad promedio de sus envíos; el lugar, habitualmente muy retrasado, desde donde buscará devolver el servicio.

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Fuera de todo lo que imaginemos, de algunas estadísticas a considerar (Nadal ganó 8 de los 13 jugados, Juan Martín 5 de 9 en canchas duras), es un partido entre pares. Dos jugadores muy valientes, dos grandes campeones que se respetan, que tienen distinta dimensión histórica pero la misma jerarquía para esta época. A Nadal le incomoda enfrentar al tandilense, tiene claro que es alguien que puede y se anima a ganarle. Al mismo tiempo, Juan Martín sabe, de un lado, que deberá resistir el desafío físico de la intensidad para no entrar en defensa; del otro, que, por características naturales, Rafa puede discutirle poco la iniciativa en el juego. Y que si él vence en esa batalla por ver quién manda, tendrá al alcance de sus ejecuciones otro resultado histórico.

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