La Costanera llora a "Huguito", otro adolescente víctima de las drogas

Tras la muerte del joven, vecinos exigen atención del Estado. “¿Tenemos que esperar con los brazos cruzados para enterrar a nuestros hijos?”, se preguntó Dora Ibáñez, una Madre del Pañuelo Negro.

LA GACETA / ANTONIO FERRONI LA GACETA / ANTONIO FERRONI

“Huguito” se puso a jugar con sus sobrinas el martes por la tarde en La Costanera. Las besó, las mimó y las hizo reír. Después se fue a caminar. Intentaba recuperarse de su adicción al paco. Iba seguido al comedor de noche para adictos que lleva adelante un equipo de la Secretaría de Adicciones. Los psicólogos lo buscaron porque le gustaba ayudar a cocinar. No apareció. Melina, su hermana mayor, sintió un impulso dentro suyo a las 22. “¿A dónde vas, Meli?”, le preguntó Graciela, su mamá. Ella no la escuchó. “Algo me empujaba las piernas para avanzar entre los pasillos. Prendí la linterna de mi celular porque no hay luz en la calle y entré a la casilla donde dormía ‘Huguito’ (como es menor de edad, se resguarda su identidad). Empecé a dar alaridos. Lo encontré muerto. Tenía 15 años. Es el segundo hermano que pierdo por la droga”. Melina aseguró que lloraba por tristeza, impotencia y bronca: “si hubieran terminado el centro de adictos que prometieron, no tendría que enterrar otro hermano”.

Los pasillos pegados al río Salí estaban de luto ayer por la tarde. Entre el vericueto de caminos angostos, los chicos de la barrita de “Huguito” se besaban los dedos antes de tocar el pedazo de cordón de vereda colocado junto a una morera. Ahí pasaban la mayor parte del día.

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Melina miraba de soslayo la ceremonia y comenzó a enumerar los hermanos que fallecieron. El susurro de la lluvia era la pausa entre llantos y gritos ahogados. Contó que eran 11 hermanos y que cinco fallecieron. Tres de muerte súbita. “Me acuerdo que el último angelito, Brisa Micaela, se fue con dos meses”, aclaró. En 2015 falleció Oscar, a los 21 años: murió de un disparo en la espalda cuando sacaba limones de una finca. Quería venderlos para poder comprar más paco.

“Huguito” dejó la escuela a los 10 años cuando comenzó a drogarse, a la misma edad que su hermano Oscar. Los psicólogos del equipo terapéutico contaron que había intentado quitarse la vida otras dos veces. Había estado internado en el centro de rehabilitación de Las Moritas.

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“Era un buen chico. Alegre. Andaba en carro y juntaba monedas limpiando vidrios en la avenida. Le gustaba mucho escuchar música y bailar. Le encantaba bailar”, lo recordó Melina con el llanto quedo. “Yo empecé a drogarme a los 8, me internaron y pude salir. Ahora vivo vendiendo ropa por los barrios. Tengo dos hijos, pero necesito una casa donde vivir. Sólo quiero sacarla adelante a mi mamá. Que Dios y la virgencita no permitan que pierda otro hermano, porque Juan (26), Yohana (19, está embarazada) y José (11), son adictos”, aseguró.

“Huguito” falleció a cinco metros de la morera donde escuchaba música gran parte del día y a 30 metros del lugar donde debía construirse el Centro Preventivo Local de las Adicciones (Cepla).

Una de las cocineras del comedor de noche negaba la tragedia con la cabeza. “Ayer faltó, fuimos a buscarlo para que coma y para charlar, pero no lo encontramos. Llevamos más de 10 muertos entre crisis de abstinencia, sobredosis o crímenes por la droga. Y todas fueron a dos cuadras de donde debía estar el Cepla”, lamentaba Josefina Medina.

Dora Ibáñez, una de las Madres del Pañuelo Negro, estaba indignada. “¿Tenemos que esperar con los brazos cruzados para enterrar a nuestros hijos? Esto es un envenenamiento que no tiene condena. Las madres estamos desamparadas: la tenemos que luchar solas. Estamos perdiendo parte de nuestra vida. No pedimos bienes, pedimos la vida de nuestros hijos y nietos”, reclamaba.

“Me da miedo ver a niños en la calle. Ellos podrían repetir la historia de mis hermanos”, finalizó Melina con los ojos hinchados.

Una obra prometida y nunca terminada 

La obra del Cepla en La Costanera había sido anunciada en 2014 por la ex presidenta Cristina Fernández. En los tres años siguientes, funcionarios provinciales y nacionales aseguraron en todas sus visitas que el proyecto se finalizaría. La construcción había comenzado en julio de 2015 y se paralizó en diciembre de ese año porque la Nación no abonó los certificados de obra durante el final del kirchnerismo y el comienzo del macrismo. La Provincia rescindió el contrato este año. La obra, de $12,5 millones, estaba a cargo de la firma ByM SRL y llegó a un avance del 43%. El Cepla de Costanera forma parte de los 210 centros prometidos. Del total de centros anunciados se proyectaron 91 y se inauguraron 11.

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