Unidos por un deseo, separados por la pasión

Los hermanos Albornoz Cardaci desean ir otra vez juntos a la cancha, aunque ocupando tribunas separadas, para disfrutar del clásico tucumano

AMAN SUS COLORES. Aldo y Sergio, con las camisetas. la gaceta / foto de DIEGO ARAOZ AMAN SUS COLORES. Aldo y Sergio, con las camisetas. la gaceta / foto de DIEGO ARAOZ

El recuerdo parece lejano y tal vez irrepetible. “A comienzo de la década del 90 vivíamos en República del Líbano y Uruguay. Cuando se jugaban los clásicos íbamos juntos. Uno con la camiseta de San Martín. El otro con la de Atlético. Nos separábamos para entrar a la cancha. Cada uno iba a su tribuna y, después, volvíamos juntos. Cada vez que cuento esto nadie lo cree. Pero es cierto, era otra época; había otra mentalidad”. La historia que relata Aldo Albornoz Cardaci, hincha de Atlético, impacta y sorprende. Él era uno de los protagonistas junto a su hermano Sergio, fanático de San Martín. Hoy eso es imposible porque desde hace tiempo los partidos oficiales, salvo excepciones, se juegan sin hinchas visitantes. Y el clásico tucumano, cuando los clubes se cruzan en algún amistoso, sólo admite la presencia de simpatizantes locales.

¿Podrán alguna vez Aldo y Sergio reeditar aquellos momentos? ¿O tal vez otros hermanos, cuyos corazones laten por colores diferentes, tomarán la posta? Por ahora, las puertas están cerradas a esa posibilidad. Sin embargo, una luz de esperanza asoma en el horizonte y 2018 promete ser el año de la transformación. El presidente de AFA, Claudio Tapia, estudia la posibilidad de que los hinchas visitantes vuelvan a decir presente en los estadios del fútbol argentino y adelantó que la veda se levantará para los partidos de la Superliga después del Mundial de Rusia.

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La esperanza se duplica. Si San Martín consigue el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino y se levanta la prohibición para los hinchas visitantes, el primer clásico oficial de la Superliga podría jugarse con ambas hinchadas. En el Monumental o en La Ciudadela. Como en los viejos tiempos. Como debió ser siempre. ¿Se hará realidad el sueño? Un deseo que los hinchas podrán pedir cuando brinden al recibir el año nuevo.

Historia de ficción

Sergio rememora la escena que a esta altura parece sacada de una historia de ficción y se le eriza la piel. “Era algo hermoso cómo se vivía el fútbol. Pero todo cambió de un tiempo a esta parte”, afirma, dejando en claro que el deporte más popular del planeta no tiene nada que ver con la escalada de violencia. “No es algo exclusivo del fútbol. Todo se incrementó en los últimos años con la división que se ve en el país, en todos los ámbitos. Además, las redes sociales empeoraron las cosas; potenciaron el odio porque cualquiera se mete con el otro y agrede desde el anonimato. Fijate que los dirigentes son amigos, las barras son amigas y los que se pelean son los ‘tontos’ en esta historia”.

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Aldo y Sergio son inseparables. Viven juntos y pueden entenderse sin hablar, con un solo gesto. Pero hay algo que los separa, y los transforma en agua y en aceite: el amor por los colores de las camisetas los dividió desde chicos. “Me hice de Atlético por mi vieja, Vicenta Cardaci”, afirma Aldo. Y Sergio se diferencia aún más. “Yo lo seguí a mi viejo, Carlos Alberto Albornoz, y me hice del ‘Santo’”, agrega el menor de los Albornoz Cardaci, que luego busca reivindicar al mayor. “Cuando era chico y no tenía con quién ir a ver a San Martín, él me daba plata y me llevaba a la cancha, a pesar de que siempre fue de Atlético”, destaca.

Con 2017 a punto de decir adiós, a Aldo se le pianta un lagrimón. Su Atlético vivió un año de película y él espera que 2018 sea tan histórico como el año que se va. “Lo que logramos fue hermoso. A mi hijo, que tiene 17, siempre le digo que él es un privilegiado. Yo tengo 45 y nunca pude disfrutar de tantas cosas lindas como en el presente. Tocamos el cielo con las manos. Fue algo perfecto, a pesar de que no hayamos podido ganar la Copa Argentina”, sentencia el “Decano”.

“Fue lindo a pesar de que siguen sin ganar nada”: Sergio le salta a la yugular y deja en claro que, no obstante el momento que transita el rival de toda la vida, 2017 fue un año positivo también para San Martín. “Más allá de que no logramos el ascenso a Primera, el club está creciendo cada día más y está listo para lograrlo. Hoy la institución llegó a donde queríamos. Yo comencé a colaborar con San Martín en 2011, cuando Emilio Luque había renunciado y en el club no había para pagar ni el agua. Vivimos situaciones muy feas. Si San Martín no desapareció fue por el amor de su gente. Al hincha hay que hacerle un monumento. Se bancó un año duro por cómo está el rival, pero sigue llenando la cancha. Otros hubiesen dejado de ir: de eso no tengo dudas”, subraya quien desde hace un par de años ayuda con las divisiones juveniles en el complejo “Natalio Mirkin”.

Los hermanos levantan las copas para el brindis y el deseo para 2018 es idéntico. “Sería lindo poder ver un clásico en Primera, con las dos hinchadas y sin violencia”, pide Sergio. “Eso sería un sueño y poder vivirlo como lo hacíamos antes, mucho mejor. Ojalá alguna vez consigamos repetirlo”, agrega Aldo.

Un fútbol sin violencia y con los dos grandes jugando en las ligas principales es el augurio de los tucumanos. Demostrar al país que eso es posible sólo depende de “Santos” y “Decanos”.

EL PORQUÉ

La Superliga y la Libertadores son los objetivos de Atlético en 2018. San Martín buscará el ascenso y clasificarse para la Copa Argentina.

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