Federer coronó su gran semana con un título; Thiem ganó en Buenos Aires

ARRIBA LAS PALMAS. Federer aplaude al público en Rotterdam. El suizo hizo que todo el mundo del deporte quedara con las manos rojas de tanto aplaudirlo a él. reuters ARRIBA LAS PALMAS. Federer aplaude al público en Rotterdam. El suizo hizo que todo el mundo del deporte quedara con las manos rojas de tanto aplaudirlo a él. reuters

Por un lado la fiesta del tenis nacional que año a año representa el Argentina Open terminó, tal como en 2016, con Dominic Thiem concentrando los disparos de la foto final. A mitad de semana, mientras el austríaco comenzaba a hacerse cargo de su favoritismo en el Buenos Aires Lawn Tennis, los cimientos de la historia del tenis mundial fueron conmovidos, como tantas veces, por Roger Federer. Con su acceso a semifinal de Rotterdam tras su triunfo frente a Robin Haase el suizo se aseguró lo que hoy podemos leer en papel: el número 1 del ranking mundial. ¿El más veterano en conseguirlo? Sí. ¿Catorce años después de su primera vez? También. ¿La semana número 303? Claro. Y serán al menos cuatro más, hasta el final de Indian Wells, donde defenderá su título 2017.

Por si le faltara algo, Roger coronó su vuelta a la cima del ranking con el 97° título de su inmensa carrera, después de regalarles a sus fanáticos una exhibición contra Grigor Dimitrov, a quien barrió con un doble 6-2 en apenas 55 minutos.

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De vuelta en nuestro pago, Thiem fue amo y señor de principio a fin. Él también deformó la pelota en el fin de semana para despedir al francés Gael Monfils (6-2 y 6-1) con un nivel que, en polvo de ladrillo, solo Rafael Nadal podría desafiar. Ya en la final, un tenis menos hiriente fue igualmente demasiado para el esloveno Aljaz Bedene, monje negro del torneo que había derrotado a Diego Schwarztman y a Federico Delbonis en sus partidos previos.

En duda para 2019

El triunfo del número seis del mundo por 6-2 y 6-4, llegó en una tarde sofocante, de casi 40 grados de sensación térmica, que pareció hecha a su medida. Aire caluroso y cancha seca son condiciones perfectas para su tenis cargado de top-spin, pelotas pesadas y piques altos, y de una agresividad física y mental poco habitual.

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“No sé si volveré el año próximo. Lo que si puedo asegurar es que no ha sido mi última vez en Buenos Aires”, afirmó Thiem. La incógnita que esconden las palabras del campeón parecen tener tiempo y forma: principio de junio, en París. Y es que un título de Grand Slam puede cambiar la carrera y la vida de este joven austríaco que parece haber nacido para ganar Roland Garros.

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