La fórmula con Tevez de enganche y “Wanchope” de 9 tampoco le rindió dividendos a Boca

DESORIENTADO. Como enganche, Tevez entró más en contacto con la pelota, pero fue siempre a lo seguro y no sorprendió. la gaceta / foto de DIEGO ARáOZ DESORIENTADO. Como enganche, Tevez entró más en contacto con la pelota, pero fue siempre a lo seguro y no sorprendió. la gaceta / foto de DIEGO ARáOZ

Una de las tantas lecciones que la derrota ante River le dejó a Guillermo Barros Schelotto fue que, definitivamente, Carlos Tevez no es el 9 que necesita. Por historia, Boca está acostumbrado a jugar con una referencia clara en el centro del área, un hombre con la presencia y el magnetismo para el gol que sólo poseen los 9 de raza, perfil al que claramente esta versión crepuscular del “Apache” no se ajusta. Su intrascencencia en Mendoza terminó de convencer al “Mellizo” de retrasarlo a la posición de enganche -más aún con la ausencia forzosa de Edwin Cardona- y darle su primer oportunidad de titular a Ramón Ábila, el refuerzo que no pidió, pero que le trajeron.

El Monumental fue el campo de prueba de una fórmula que, a la luz de los resultados, tampoco fue la solución mágica para este Boca descafeinado. Apenas un momento de conexión hubo entre ambos, aunque suficiente para paralizar los corazones “decanos”: esa gran habilitación de Tevez que dejó a “Wanchope” completamente solo frente a Augusto Batalla, y que en el apuro el ex Huracán definió como no suele hacerlo un goleador de su jerarquía.

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Fue la segunda de las dos ocasiones claras con las que contó el otrora verdugo de Atlético en el primer tiempo: la otra fue una preciosa tijera tras un córner, que se fue rozando el palo. Probablemente se hablaría en otros términos de su actuación si alguna de ellas hubiese terminado en la red, pero lo concreto es que, más allá de eso y de bajar algunas pelotas de espaldas al arco, no le aportó nada significativo a su equipo. Y que Walter Bou, con apenas 10 minutos en cancha, haya sido el salvador, lo opacó todavía más.

El enroque también sirvió para comprobar que el principal problema de Tevez no es posicional, sino personal. Está en el piso de su nivel y sólo sus pergaminos lo sostienen en la titularidad. Al margen de cuestiones físicas, se lo nota mentalmente desgastado. Ayer volvió a ser una sombra del jugador que hacía la diferencia. Parece haber perdido “el ojo de tigre” que forjó en Fuerte Apache. Tal vez, para recuperarlo deba tener que volver a ganarse el puesto.

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