Para Atlético era el que podía perder

El “Decano” alternativo, que piensa en Peñarol, mereció algo más en el encuentro contra Huracán.

NUNCA ENCERRADO. Álvarez volvió a demostrar que a su juego solo le faltaba encontrarle ritmo de competencia. Ayer fue la carta más clara de un equipo compuesto por jugadores casi sin fútbol en el año. foto de ignacio izaguirre (especial para la gaceta) NUNCA ENCERRADO. Álvarez volvió a demostrar que a su juego solo le faltaba encontrarle ritmo de competencia. Ayer fue la carta más clara de un equipo compuesto por jugadores casi sin fútbol en el año. foto de ignacio izaguirre (especial para la gaceta)

Si hay partidos para tener mala suerte, Atlético hizo bien ayer en gastar esa cuota de fortuna adversa que todo equipo tendrá, inevitablemente, a lo largo de una temporada. Aún con un equipo mixto, con el cuerpo en Parque de los Patricios pero la cabeza en el duelo del miércoles contra Peñarol, Atlético no mereció el 2-3 que Huracán se llevó casi de la nada. Pero el consuelo es que, si podía elegir perder un partido, era el de ayer. Un partido en el que -con la clasificación a la Sudamericana ya demasiado lejana- pocos repararán cuando se haga el repaso de la temporada.

Huracán es un equipo tan tanguero que no habría estado de más que por los parlantes del estadio hubiese sonado una de las canciones más famosas de Carlos Gardel, Adiós Muchachos, ésa que dice “contra el destino nadie la talla”. Algo así le pasó anoche a Atlético, que casi no había entrado en calor cuando Ignacio Pusetto (parecía volver de una posición adelantada, aunque tampoco fue una jugada como para abrir el libro de quejas) marcó el 1 a 0. Fue uno de esos goles tan rápidos que, en vez de por merecimientos, parecen convertidos porque ya estaban escritos en el guión.

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Contra esa desgracia, lo que le siguió fue un buen, o un muy buen Atlético, reactivo ante la desventaja. Con Favio Álvarez como líder (su recuperación es una gran noticia para las instancias finales de la Copa), más algunos socios implicados en el juego, como David Barbona o Francisco Grahl, el “Decano” tomó el control contra el mejor Huracán de los últimos tiempos. Tampoco el campo de juego, con muchísimo barro, conspiró contra Atlético, al que únicamente le faltó la definición. El fútbol es un juego que se valora en el juego pero se mide en goles, y Pablo Álvarez le quitó un gol a Ismael Blanco en el primer tiempo.

Fue todo tan cuesta arriba para Atlético que, apenas consiguió el empate por medio de Blanco en el comienzo del segundo tiempo, no pudo sostener el 1-1 durante más de 10 minutos, cuando tras el segundo remate de Huracán al arco, un precioso taco del propio Álvarez, el local se puso 2-1. Entonces sí llegó lo peor de Atlético, como si se hubiese desenchufado, superado por la injusticia, un apagón que Nicolás Silva aprovechó para el 3 a 1 que parecía final.

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Pero Atlético, grande aún en la derrota, tendría una última reacción. Hernán Hechalar descontó a los 41 y Mauricio Affonso estuvo a punto de empatar en el descuento, sin contar que al uruguayo no le cobraron un claro agarrón adentro del área en el que el árbitro Patricio Loustau prefirió hacerse el distraído.

Como para hacer todo aún más torcido, el árbitro expulsó a Jonathan Cabral, en una noche que, como único alivio, Atlético debería consolarse con que perdió el partido que menos le dolía.

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