San Martín buscará regresar a Primera con armas propias y la ayuda de Brown (PM)

El partido arranca a las 15.30.

UN MOMENTO ESPECIAL. Rubén Darío Forestello puede escribir su nombre en la historia grande de San Martín. la gaceta / foto de Analía Jaramillo UN MOMENTO ESPECIAL. Rubén Darío Forestello puede escribir su nombre en la historia grande de San Martín. la gaceta / foto de Analía Jaramillo

Nada es imposible en el fútbol, eso está claro. Y en La Ciudadela no pierden la ilusión, pese a que la mano no depende pura y exclusivamente de ellos. Así y todo, apuestan a que hoy la gloria vuelva a abrazarlos. Hay distintos caminos para llegar al cielo, y de ello San Martín puede dar más fe que nadie. Una institución acostumbrada a remar contra la corriente, a agrandarse cuando nadie lo espera y sacar fuerzas de donde parece no haberlas, tiene la chance de lograr el cuarto ascenso al fútbol grande. A esa categoría, San Martín supo llegar por diferentes vías: marcando un hito sin precedentes en Argentina al pasar de la Liga local a Primera sin escalas; ganando un torneo Reducido o siendo campeón del ascenso.

En todos esos casos hubo un común denominador, una particularidad a la que quizás muchos fanáticos cultores de cábalas y afines se aferran con toda la ilusión del mundo, de cara al juego de hoy: todos los ascensos a la máxima categoría los logró jugando lejos de Bolívar y Pellegrini.

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El primero fue quizás el que más ruido hizo. En 1988, protagonizó un hecho que marcó la historia del fútbol criollo: saltó de la Liga a Primera, sin escalas, marcando un récord que nadie consiguió igualar. A fines de 1987, se consagró en el torneo local ganándose un boleto para jugar el torneo Regional que en aquella época entregaba como premio un ascenso al Nacional B. El “Santo” se hizo fuerte; ganó todos los cruces y logró su objetivo. Pero el hambre pudo más y el reglamento le permitió seguir soñando.

En aquella época, el ganador del Regional tenía la chance de jugar el torneo Reducido de la B Nacional, con desventaja deportiva, claro. Pero el equipo dirigido por Nelson Pedro Chabay le ganó a todos. Sí, a todos.

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En la serie decisiva, contra Chaco For Ever, triunfó en casa 1 a 0, por lo que un empate en la vuelta le alcanzaba y sobraba. Pero no anduvo con chiquitas: un 2-0 le permitió dar el primer salto.

El segundo ascenso lo consiguió en 1992, en Isidro Casanova contra Almirante Brown, a quien venció en la final del Reducido. El equipo también dirigido por Chabay, quien había reemplazado en el cargo a Jorge Ginarte (que había modelado un equipo que no perdía pero que tampoco convencía), había terminado cuarto en la temporada regular. Luego, en los manos a manos se sacó de encima a Gimnasia y Tiro de Salta, Atlético, Nueva Chicago y al “Marino”.

En la final de ida, otra vez ganó 1 a 0 en La Ciudadela. Por eso, el 1-1 conseguido en Buenos Aires, con el inolvidable gol olímpico de Carlos Scimé, le permitió volver a tocar el cielo con las manos.

Distinta fue la historia en 2008, cuando logró su tercer boleto para jugar entre los grandes. A cuatro fechas del final, un lunes por la noche, el “Santo” dirigido por Carlos Roldán llegó al estadio de Argentinos Juniors sabiendo que si igualaba frente a Chacarita iba a conseguir el objetivo. Y así fue, el 2-2 en La Paternal le entregó el ascenso a un equipo que fechas más tarde se consagraría campeón de la categoría, ya en casa, igualando ante Atlético Rafaela.

El cotejo de hoy a las 15.30 en el estadio Lorenzo Arandilla, de Adrogué, parece ser el más difícil de todos los desafíos que debió sortear hasta ahora para llegar a Primera. En los tres casos anteriores, a San Martín le alcanzaba con sólo empatar. Pero esta tarde debe ganar y esperar un guiño de Guillermo Brown de Puerto Madryn, que debe robarle puntos al líder Almagro.

Esa combinación de resultados sería la llave que le permitiría dos cosas: volver a consagrarse en la B Nacional y alcanzar el cuarto ascenso al fútbol grande de su historia.

“El hambre de gloria que tiene este grupo y las ganas de lograr cosas importantes es muy importante. Calza justo en lo que demanda la historia de San Martín”, juran puertas adentro en Bolívar y Pellegrini quienes llevan años en el club, asegurando que esas ganas de quedar en la historia es el punto de conexión en este plantel y los anteriores que tuvieron la dicha de lograr ascensos a la máxima categoría.

Más allá de que la tarea de hoy no es nada sencilla, en San Martín nadie piensa bajar la guardia. Todos hacen cálculos, soñando en que el final de la historia sea perfecto y glorioso, claro.

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