Video: Un gigante para 50.000 personas: así el estadio en que debutará Argentina

El Spartak Stadium será el escenario que contará con el estreno de Messi y sus compañeros

La estación de subte (bellísima como todas en la ciudad) exhibe la decoración adecuada -la silueta de un futbolista- y el nombre justo: se llama Spartak. Escaleras arriba, ya en la calle, la primera impresión es impactante. A 300 metros brilla -porque esa es la descripción precisa- el estadio que albergará hoy el debut de la Selección. Magnífico y elegante en sus formas, fue inaugurado hace cuatro años y es la casa de uno de los grandes del fútbol ruso: Spartak de Moscú. Lo que vale la pena es registrarlo como ejemplo de lo que debe y puede hacerse en materia de infraestructura deportiva.

A nadie se le ocurrió levantar semejante mole, a la que asisten 50.000 personas, en el corazón de algún barrio. Se eligió un aeródromo en desuso, llamado Tushino, lo que aseguró el espacio suficiente para trazar amplias avenidas de acceso y dotar al complejo de todo el verde posible alrededor. El tránsito desde el subte al estadio es un paseo veloz y cómodo, sin aglomeraciones. Tampoco las hay en las entradas, porque los molinetes se distribuyen estratégicamente en las explanadas. Es fácil protegerlo y, a la vez, cuidar y controlar al público. Para quienes llegan en auto se construyeron dos estacionamientos en altura, capaces de albergar miles de vehículos.

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El Spartak Stadium tiene otro nombre, Otkytrie Arena, que es el del patrocinador. Pero como la FIFA prohíbe esta clase de publicidades en partidos oficiales, durante el Mundial está identificado con el del equipo que lo utiliza regularmente.

Al estadio lo caracteriza el buen gusto en sus formas, desde la decoración en rojo y blanco del frente de la estructura hasta los toques artísticos, como la gigantesca estatua de Espartaco (en su honor se bautizó así al club) que recibe a los hinchas.

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El techo de acero tiene una misión: impedir que las nevadas azoten al público. Lo proyectaron para aguantar el peso de la nieve y a la vez contribuye a destacar la estética y el perfil de la obra. No es un dato menor, porque a la hora de construir un estadio la belleza de las formas no puede soslayarse. A excepción del Único de La Plata, el mejor del país, los estadios argentinos son cajas de cemento sin mayores atractivos. Desde hace décadas la tendencia va en sentido contrario en el resto del mundo, donde los estadios impresionan y seducen por la creatividad con la que son concebidos.

Claro que aquí no hubo cocodrilos en los bolsillos. El emprendimiento costó 430 millones de dólares, garantizados por el magnate Leonid Fedun, dueño de Spartak. Semejante desembolso valió la pena, porque el complejo va más allá de la cancha, de las tribunas y de las áreas de servicios. Hay dos miniestadios de hockey sobre hielo, courts en los que se enseña tenis, piletas de natación, escuelas de iniciación deportiva y hasta un jardín de infantes. Además, funciona el museo de Spartak, equipo que durante buena parte de su vida deambuló buscando un hogar y jugando de prestado en canchas ajenas. Inmerecido destino para los cracks que pasaron por allí, con el ídolo Nikita Simonian a la cabeza.

La hinchada de Spartak es una de las más entusiastas del país. Consideran un orgullo que Argentina, con Lionel Messi, dispute el primer partido de una Copa del Mundo en su estadio. El público se hace sentir, por las cercanía de las tribunas al campo y la acústica del escenario. El duelo de barras promete ser apasionante, porque los islandeses son tan expresivos como los albicelestes.

Otra razón para disfrutar del Spartak, estadio envidiable por donde se lo mire. Y lo que es más importante: para imitar

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