El cine tucumano en las alturas

Producciones de la provincia se destacaron en el Festival de Cine de las Alturas, uno de los tres más relevantes del país.

EN LA COMPETENCIA OFICIAL DE CORTOS NOA. Los tucumanos Duilio Garri (Esa lana es mía) Verónica Quiroga (Jazmin) y Adrean Ramírez (El último cuentista) presentaron sus producciones en Jujuy. EN LA COMPETENCIA OFICIAL DE CORTOS NOA. Los tucumanos Duilio Garri (Esa lana es mía) Verónica Quiroga (Jazmin) y Adrean Ramírez (El último cuentista) presentaron sus producciones en Jujuy.
16 Septiembre 2018

Por Ulises Rodríguez

PARA LA GACETA - SAN SALVADOR DE JUJUY

La provincia de Jujuy vivió una semana de películas. La 4ta edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas, que se desarrolló desde el 1° al 8 de septiembre, tuvo talleres, master classes, actividades especiales y 77 películas en exhibición entre largometrajes, documentales y cortometrajes.

Del encuentro cinematográfico que se ha convertido en el tercero en importancia de la Argentina -detrás del Festival de Mar del Plata y el BAFICI- participaron cuatro producciones tucumanas. En la Competencia Oficial de Ficción estuvo la aclamada El Motoarrebatador, de Agustín Toscano; en tanto que en la Competencia Oficial de Cortos NOA participaron Jazmín, de Verónica Quiroga; Esa lana es mía, de Duilio Gatti y El último cuentista, de Adrean Ramírez.

Los jóvenes tucumanos que fueron seleccionados con sus cortometrajes están dando sus primeros pasos en la industria audiovisual. La posibilidad de proyectar sus obras en un festival de cine es un impulso importante para sus carreras y para el futuro del cine que se produce en la provincia. Detrás de cada uno de ellos hay una historia y detrás de cada cortometraje hay un esfuerzo y un trabajo en equipo que vale la pena conocer.

Visibilizar la violencia trans

En su primer trabajo como realizadora Verónica Quiroga decidió contar la historia de Jazmín: una mujer transexual que denuncia a su novio golpeador. Escritora de guiones, esta tucumana estudió Producción de radio y televisión en el ISER de Buenos Aires y tras vivir más de 10 años en la Capital Federal regresó para filmar en su provincia natal.

“Jazmín representa un montón de historias de chicas trans. Junto a Vanessa Pedraza las fuimos entrevistando para que cuenten sus vidas porque veíamos que no se sabe nada de lo que les pasa. Nos dimos cuenta de que todas tenían cosas en común: la mayoría había pasado por situaciones de violencia de género, habían sufrido un abuso sexual en la infancia o adolescencia y todas sufrieron y sufren la discriminación”, cuenta la directora a LA GACETA Literaria.

La actriz trans Florencia Díaz es quien encarna a Jazmín, Liliana Juárez es su abuela y Vanessa Pedraza (quien además fue coach de las actrices) es la policía que ayuda a esta mujer transexual víctima de la violencia y el desamparo de las instituciones y la sociedad.

El cortometraje ganó el premio del público en el Festival Penca 2017 de San Juan, participó en la última edición del Festival Asterisco de Buenos Aires y ahora en Jujuy donde fue bien recibido por los espectadores y por visibilizar un tema que permanece en las sombras.

Por estos días la directora tucumana se encuentra realizando la pos producción de su próximo cortometraje que llevará el título Silicona líquida. Rodado durante un viaje a Madrid al que asistió para participar del “Jamenson No Todo Film Fest” con su anterior trabajo Recuerdo de mis 15.

Una tradición que se perdió

El último cuentista es un corto ficción dirigido por Adrean Ramírez (obtuvo el premio al mejor corto del festival). Está basado en la historia de Sandro Guzmán, un habitante de Los Ralos que se dedicaba a contar chistes en los velorios y fue rodado en Alpachiri.

“Conocí a Sandro Guzmán y empecé a filmar con la idea de realizar un documental pero en el medio él falleció y tuve que transformarlo en una ficción”, cuenta a LA GACETA Literaria el director nacido en el oeste del Gran Buenos Aires pero que vivió más de seis años en Tucumán, donde produjo la mayor parte de sus trabajos.

En la piel de Guzmán está el actor tucumano Rolo Andrada -que supo trabajar con Carlos Sorín- quien conduce por la historia de este hombre que vivía humildemente en un rancho con chanchos, gallinas y un montón de recuerdos.

El cuentista había heredado el oficio de su abuelo y se convirtió en un actor fundamental de los velorios del pueblo que esperaban su aparición para despedir al ser querido con carcajadas.

“Lo rodamos en una zona donde según las leyendas está lleno de salamancas. Por eso cuando hubo gente de Alpachiri que cuando nos vio con un ataúd pensó que estábamos haciendo alguna brujería”, dice el director sobre el cortometraje que forma parte del concurso del INCAA “Historias Breves” y que fue realizado conjuntamente con la productora local “Cuatro huellas” de Gustavo Juárez.

“El personaje es como un payaso triste porque divierte a todo el pueblo pero en realidad lo que está haciendo es cumplir un rol que le tocó en esa sociedad y aunque no esté contento con eso no quiere traicionar la memoria de su abuelo y aquello que es una tradición”, cuenta Ramírez sobre la obra que fue musicalizada por Patricio Gómez Saavedra.

El mensaje detrás de la lana

Duilio Gatti, el director de Esta lana es mía, estuvo viviendo un tiempo en Tafí del Valle y allí trabajó en un local de una cooperativa textil. El contacto con la lana y la idea de armar un spot publicitario disparó la idea de este cortometraje que tiene como protagonista a una oveja que intenta averiguar cuál es el destino de la lana que le sacan cuando la esquilan.

Para el stop motion algo muy importante son los muñecos y el material con que se realizan porque según de qué estén hechos tendrán distintos movimientos o plasticidad. “En este caso la lana tiene mucha plasticidad a diferencia de la plastilina que se pega en las manos o se ensucia y tiene muchas imperfecciones para moverlo. En cambio este material que es el fieltro agujado es mucho más plástico”, explica el director.

El cortometraje fue financiado en gran parte por el programa “La ruta del tejido” y contó con la producción de Andrea Gatti y María José Guzmán; el guión de Gatti junto a Bernabé Gallac; la dirección de fotografía de Adrián Di Toro; la música de Juliana Isas Bru; el sonido de Lucía Palenzuela; Hugo y Eliseo Fernández en animación y construcción de muñecos.

En 2015 Duilio Gatti realizó la serie De la raíz a la Copa y ahora se metió en un mundo de animación para contar una historia que bien podría ser infantil pero que intenta ponerse en el lugar del animal que busca entender la explotación del ser humano.

© LA GACETA

Ulises Rodríguez - Periodista y crítico de cine.

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