Gallardo y Barros Schelotto juegan una partida de ajedrez

Los entrenadores mantienen en secreto la estrategia para el duelo del sábado.

¿CAMBIA? Guillermo dejaría el tradicional 4-3-3 para reforzar la zona media. prensa river ¿CAMBIA? Guillermo dejaría el tradicional 4-3-3 para reforzar la zona media. prensa river
21 Noviembre 2018

Los misterios, las especulaciones, los intentos de espionaje, todo lo que rodea a los equipos que el sábado próximo dispondrán Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto hace jirones de la bandera de quienes desprecian los valores del pizarrón a la vez que tampoco da para un congreso de científicos.

En todo caso, la dimensión del Superclásico más apasionante de la historia no puede más que sincerar el trazo grueso de lo que atañe al fútbol en tanto deporte de oposición directa, sin dejar de contener lo específico de la competencia de elite en una instancia sin margen para términos medios ni para consuelos genuinos.

Mucho será lo que estará en juego y mucho lo que por lo menos hasta que comience a rodar la pelota dependerá del Muñeco y del Mellizo.

Fatiga un poco reponer la mojadez del agua, pero poner en su lugar a los necios a veces exige el argumento más obvio: la propia existencia de los directores técnicos da cuenta de su grado de influencia, para bien o para mal, para bien y para mal.

Analizar el juego

De hecho, sin perdernos en el océano de las generalizaciones, tanto los hinchas de River cuanto los de Boca que gustan de analizar el juego más allá de la sinrazón del deseo de la satisfacción inmediata admiten que desde el punto de vista estratégico Gallardo está un par de jugadas por delante de Barros Schelotto. Del mismo modo que ni la estrategia, ni la táctica, ni todo lo pensado y lo pensable alcanzan para garantizar, por ejemplo, que los espléndidos delanteros que tiene Boca no hagan el daño que suelen hacer, aquí y allá, en la Bombonera y donde cuadre.

DE CAL Y DE ARENA. Gallardo recupera a Ponzio pero Scocco sigue en duda. DE CAL Y DE ARENA. Gallardo recupera a Ponzio pero Scocco sigue en duda.

A primera mirada, más allá de las incógnitas que supone quién será el arquero de Boca (Esteban Andrada parece sacar ventaja sobre Agustín Rossi), si mantendrá el dibujo de 4-3-3 o se inclina por un más razonable 4-4-2 y si Carlos Tevez estará desde el comienzo o se lo reserva en condición de revulsivo de lujo, Barros Schelotto goza del beneficio de una nómina amplia y plenamente apta.

En cambio Gallardo se la ve frente a la inquietante alternancia de la cal y la de arena: por un lado contará con el regreso de su líder del temperamento, Leonardo Ponzio, pero por el otro lado amén de la suspensión de Rafael Santos Borré titila la luz de alarma de un Nacho Scocco a medio gas: todavía lesionado o por lo menos contando las monedas para sacar boleto de entrada a la Súperfinal.

Andan, Gallardo y Barros Schelotto, jugando un poco al ajedrez y otro poco a las escondidas, mientras que en el runrún informativo, el de llevar, traer y dejar la pelota picando, algunos profesionales del periodismo parecen rozar la frontera del operador soterrado.

En fin, de todos modos desde que el fútbol es fútbol las cartas ocultas tienen las patas tan largas como largas son la cuenta regresiva, la vigilia y las horas del ajuste de tuercas y la elección de las herramientas del punto de partida.

¿Quiere decir que el fútbol es sólo la célebre dinámica de lo impensado que acuñó Dante Panzeri? No, ni de lejos: el fútbol es un sabroso cóctel de lo impensado, lo pensado, la táctica, la estrategia, la técnica, la astucia, la fortaleza mental, la mecanización, la iluminación, lo esperable, lo imponderable y todo eso que se consumará recién el sábado en los 105 por 68 metros del Monumental

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