Atlético y un reestreno ideal: gustó y goleó a Gimnasia en el Monumental

Por convicción y juego, el "decano" jamás se mostró débil ante su gente. Los goles.

VUELE, VUELE. Díaz fue el as de espadas de un Atlético que se mostró tan letal como de costumbre en la Superliga. El “Loco” marcó el 2-0 de penal y también regaló asistencias a sus compañeros. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio VUELE, VUELE. Díaz fue el as de espadas de un Atlético que se mostró tan letal como de costumbre en la Superliga. El “Loco” marcó el 2-0 de penal y también regaló asistencias a sus compañeros. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio

En el primero de los cuatro abrazos firmes que hubo entre dos amigos en el Monumental se notó que el peso de la duda existencial sobre cómo podía comenzar 2019 Atlético en la Superliga fue sólo eso, un espacio de duda bien barrido después de la maravillosa asistencia de Leandro Díaz a Favio Álvarez para el 1-0 parcial ante Gimnasia y Esgrima. Un “Lobo” que regresa a La Plata habiendo dejado una imagen visual tan horrenda como si uno hubiese sido obligado, a punta de pistola, a ver en vivo y en directo un fusilamiento.

Porque eso, aunque suene crudo graficarlo así, fue lo que le pasó a los alumnos de Pedro Troglio en el Monumental. Se comieron un viaje infernal, cuatro goles bien elaborados (dos de penal), varios caños y una cantidad generosa de lecciones sobre cómo se debe defender, castigar y demoler al enemigo con presión alta en cualquier punto del campo de juego.

Atlético estuvo en su Nirvana, liberando todo lo que no se vio en los partidos de la pretemporada y multiplicando sus acciones de campeonato en este comienzo de año tan importante como necesario. La letra chica, de hecho, remarca que Atlético complica a Gimnasia con el promedio del descenso y a su vez le saca un margen de distancia tranquilizador, lo que le da una nueva visión panorámica de lo que debe de continuar haciendo en la Superliga: anteponer su idea de ganar para escaparle a la tabla de abajo, aunque ello, en realidad, signifique seguir prendido en la tabla de arriba y sosteniendo esa idea nada descabellada de luchar con Racing y Defensa (líder y escolta, respectivamente) por la corona del nuevo campeón del fútbol argentino.

VUELE, VUELE. Díaz fue el as de espadas de un Atlético que se mostró tan letal como de costumbre en la Superliga. El “Loco” marcó el 2-0 de penal y también regaló asistencias a sus compañeros. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio VUELE, VUELE. Díaz fue el as de espadas de un Atlético que se mostró tan letal como de costumbre en la Superliga. El “Loco” marcó el 2-0 de penal y también regaló asistencias a sus compañeros. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio

Once son los que sostienen una victoria, pero uno es el que generalmente encuentra la llave para abrirla. Eso hizo Leandro Díaz anoche, en una versión suya de madurez increíble, sin haber abierto la boca absolutamente para nada. Habló con los pies el “Loco”, con dos deliciosas asistencias, la que terminó en gol de Favio y la que se convirtió en el penal a David Barbona que él mismo cambió por el 2-0 parcial. Y no se quedó en esa Díaz, porque su repertorio y el show pedían más. Iban apenas 13 minutos y el tipo había hecho feliz al estadio. Siguió en la misma, estando donde debía estar o haciendo actor secundario, por ejemplo, en la previa al cabezado del 3-1 de Jonathan Cabral. Durante el complemento siguió en esa historia, en reciclar, ejecutar, ceder. Ese combo compró Mauro Matos, dueño del 4-1, de penal, cedido por Díaz, a quien habían bajado en el área.

Díaz no fue todo Atlético, Díaz fue una parte del sistema, quizás de lo más relevante y destacado. Pero todas las líneas volaron, incluso cuando parecía que alguien podía perder una pelota dividida, algo sucedía en el medio y del dicho al hecho había un trecho. Siempre a favor del “Decano”.

Siendo honesto, al partido le sobraron mínimamente 60 minutos. Sí, repartidos entre esos 90’ totales que ni cuando logró descontar (1-2) Lorenzo Faravelli dio la sensación de que algo extraño pudiera ocurrir en el Monumental.

Por convicción y juego, Atlético jamás se mostró débil ante su gente. Todo lo contrario. Dejó un claro mensaje: jugando así, soñar con el campeonato es más que posible.

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