América latina como insumo literario

10 Noviembre 2019

Por Sergio Ramírez

En América latina, como novelistas, tenemos la insuperable ventaja de tener una historia anormal. Por eso quizás me hice escritor en la Facultad de Derecho. Esta anormalidad es la que produce historias sorprendentes.

La novela se ocupa de lo excepcional; lo ordinario no tiene atractivo. Los relatos de aventuras, de amores no correspondidos pueden terminar con un “y vivieron felices para siempre”. Pero esa historia posterior no se cuenta porque la felicidad no es interesante. La novela busca el conflicto. El hijo del capo que vive tranquilamente en su ciudad y es capturado por la policía. La captura produce una rebelión de narcos y la policía libera al hijo del capo. Ahí tenemos una historia. No la tenemos si va a la cárcel. Cuando vemos migraciones masivas dejando Venezuela, ahí tenemos historias. Y el novelista puede darles vida a cada una de esas tragedias que no captan las estadísticas.

Los escritores del Boom partían de la idea de que América latina era una gran historia sin contar. La historia de la conquista estaba llena de mentiras que apuntaron a venderle a la corona un gran proyecto. Luego vendrá la contradicción civilización-barbarie que será enfocada, entre otros, por Sarmiento y por Rómulo Gallegos. Carlos Fuentes propondrá contar la historia latinoamericana en capítulos. Uno a cargo de cada escritor. Los dictadores serán personajes recurrentes en grandes novelas como El recurso del método, de Alejo Carpentier; Yo el supremo, de Roa Bastos; o La fiesta del chivo, de Vargas Llosa. Después del Boom hubo cierto escepticismo, una relativa abjuración de esta visión del Boom. Pero diría que fue un intento fracasado. El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez, por ejemplo, vuelve sobre el propósito original.

* Premio Cervantes, ex vicepresidente de Nicaragua.

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