01 Diciembre 2019

Ana María Shua

En la segunda década del siglo XXI, un equipo científico descubrió en Nataruk, al norte de Kenia y a treinta kilómetros del lago Turkana, pruebas de una batalla entre dos grupos de cazadores ¬recolectores que vivieron hace unos diez mil años: la primera guerra documentada de la prehistoria. En la fosa común había veintisiete cadáveres de hombres, mujeres y niños muertos con violencia o con las manos atadas. Los esqueletos tienen incrustadas puntas de flechas, contusiones con garrotes en el cráneo, costillas fracturadas, manos, pies y rodillas severamente golpeados, huellas de cuchillos de piedra en el cuello. Uno de los esqueletos perteneció a una mujer joven a punto de dar a luz en el momento de su muerte. Otros cinco corresponden a niños menores de seis años. Al parecer, las guerras entre diferentes grupos de homo sapiens eran raras en aquella época, pero a partir de entonces, poco a poco, aprendieron a disfrutarlas. Siempre, desde el comienzo, con esa idea tan humana de que se no se trata de matar sino de vencer al enemigo, pero entretanto, qué placer.

* La guerra (Planeta).

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