Los dos papas y la posibilidad de pensar
En la película de Fernando Meirelles, recientemente estrenada en Netflix, se presentan los perfiles de los dos últimos papas. Dos visiones teológicas y sociales. Ratzinger -que encarna el tipo intelectual, amante del lujo y alejado de los problemas sociales- duda de sí mismo y dice que es difícil escuchar la voz de Dios. El cardenal Bergoglio, en cambio, es un hombre popular que gusta de las comidas en la calle, da misa en una villa, está preocupado por los curas pedófilos y se interesa más por la gente que por el lujo.
Por Fabián Soberón / Para LA GACETA - TUCUMÁN
La película
Los dos papas simplifica y reduce a una silueta audiovisual y dramática a los papas. Pero también es cierto que la formación y la mirada sobre la realidad de ambos tienen -en la historia personal de los dos papas- diferencias notables.
El director Fernando Meirelles, el guionista Anthony McCarten y el equipo de realización construyeron una película con diálogos largos que representan perspectivas opuestas sobre diversos asuntos: Dios, el poder, el lujo, la vida, la relación con la grey, la homosexualidad, los abusos sexuales. Las actuaciones de Anthony Hopkins y de Jonathan Pryce son notables. Además del parecido físico, el actor Pryce brinda una caracterización emotiva y verosímil del cardenal Bergoglio. Para enfatizar su posición contraria a la del personaje de Ratzinger, Bergoglio dice: “Siento que ya no somos parte de este mundo. No pertenecemos a él. No estamos conectados”.
En el centro del largo diálogo que mantienen en la Capilla Sixtina hay una serie de flash backs que dan cuenta de la función compleja de Bergoglio en la etapa más dura de la historia argentina, esa en la que -en la ficción-Bergoglio negocia con el militar Massera para salvar la vida de dos curas jesuitas. Si bien Los dos papas imagina y conjetura aspectos menos conocidos de Ratzinger y Bergoglio (por ejemplo: el rechazo del matrimonio con una novia de juventud en el caso de Bergoglio; la interpretación de música de Smetana en el piano por parte de Ratzinger), lo que más está desarrollado en los insertos es el pasado turbio y problemático de Bergoglio. La película enciende la polémica y eso no debería escandalizar ya que lo hace desde el ámbito libre de la ficción. Los dos papas brinda una lectura de los sucesos controversiales y produce una incógnita sobre lo narrado. Al focalizarse en la figuración oscura y difícil de Bergoglio, se convierte en una especie de biopic del futuro papa Francisco y, a su vez, se erige como una hipótesis sobre las razones de la renuncia -histórica-de Benedicto XVI.
Los hechos
En el libro Francisco y Benedicto. El Vaticano ante la crisis global, el filósofo José Fernández Vega compara las perspectivas teológicas y sociales de Ratzinger y de Bergoglio. El libro muestra claramente que ha habido un evidente cambio de estilo entre los papas. A Ratzinger le interesaba fortalecer la doctrina de la iglesia. Ya antes de asumir, Ratzinger era un “teólogo de referencia” y un “polemista sofisticado”. Frente a la crisis de la institución, Ratzinger quería hacer de la iglesia “una minoría convencida y sólida”. Bergoglio, en cambio, se dedicó -desde los inicios de su papado-a la relación con “el pueblo de Dios”. El papa Francisco se llamó a sí mismo “cura callejero” y no tenía rechazo de ese mote. Francisco poseyó esa “gracia de estado” de la que habla el catecismo de la iglesia y que la sociología denomina “carisma del cargo”. Con documentos bibliográficos y material de archivo periodístico, Fernández Vega refuerza la oposición entre ambos papas.
Es importante destacar lo que ambos opinaban y opinan sobre la misión actual de la iglesia y sobre el rol de la doctrina. Fernández Vega sostiene que ambos papas no resisten la comparación. Ratzinger es un probado y prestigioso teólogo que reflexionó y escribió sobre los problemas teológicos más agudos mientras que Bergoglio es alguien que, si bien se formó como docente de literatura y psicología, no alcanza el estatus de intelectual. En palabras de Fernández Vega Bergoglio es, en todo caso, “un pastor”.
La ficción
Más allá de la construcción simplificada de los perfiles propuesta por la versión ficcional de Los dos papas habría que pensar cuál es el rol de la ficción en el cine y en la vida. No interesa tanto que lo que se narre haya ocurrido de esa manera. Lo que Los dos papas propone es una intervención y una interpretación de la realidad. Es decir, el guionista MacCarten y el director Meirelles presentan una lectura de los hechos. No debemos pensar que esa lectura es la única ni la más adecuada. Lo que ellos trabajan en la ficción es una interpretación de lo sucedido y, en ese sentido, es un acto lícito y bienvenido. De este modo, la ficción puede ser pensada como una forma de reflexionar sobre el pasado, como una manera posible -aunque no la única- de inquirir sobre los debates internos en la Iglesia Católica y los conflictos políticos de Occidente.
En esta dirección, se podría considerar a la ficción como una pregunta sobre el pretérito y no como una respuesta necesaria y obligatoria. Los dos papas -y las decenas de libros que indagan en los perfiles y en el pensamiento teológico y social de ambos papas- dan cuenta de una serie de preguntas sobre el papado y sobre el contexto social, político y reflexivo de ambas personas y del futuro de la Iglesia Católica como institución. La película indaga en estos aspectos y -en el espacio-tiempo reducido de la cinta- presenta otra forma de pensar los problemas mencionados. No creo que debamos cometer el error de identificar a los personajes creados por Hopkins y Pryce con los humanos de carne y hueso que son Bergoglio y Ratzinger. Aunque el carácter indicial de las imágenes capturadas por Meirelles puedan llevar a engaño, Los dos papas es solo -y no otra cosa- la posibilidad que nos brinda la ficción de leer la realidad en clave dramática. Esta posibilidad nos impulsa a las preguntas. Como dijo el poeta Samuel Colerigde, la ficción nos permite una “suspensión momentánea de la incredulidad”. En esa suspensión, en los instantes privilegiados de la suspensión, podemos pensar qué entendemos por realidad y cómo creemos que puede ser el futuro de la iglesia y del papado en la sociedad capitalista del siglo XXI.
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Fabián Soberón - Escritor, guionista,
profesor de Estética del cine en la UNT.
Confusiones
El problema de estos films -que son una cruza de Fiction y non-fiction (perdón por los anglicismos) es que la mayoría de la gente los da como ciertos. Se interpreta una película o una serie de televisión como si fuera realidad. Nadie lo discute, nadie lo cuestiona.
El film Los dos papas, que tiene indudables méritos estéticos, cae en el mismo error que una lamentable serie italiana sobre el Papa Francisco, y para ellos la vida de Bergoglio antes de ser Papa se reduce a quiénes salvó (o dejó de salvar) de la dictadura. Nadie habla de la situación imperante en la Argentina, jaqueada por la guerrilla de izquierda. Bergoglio parece no haber tenido actividad pastoral, ni educativa, ni siquiera religiosa. Su único logro fue ayudar a algunos a salir del país.
Conozco al Papa desde 1964, fue mi profesor y prologó un libro mío, lo considero y me considera amigo. Creo hablar con conocimiento de causa. Y esta película, ya para alguna gente, tiene el valor de un registro antropológico. Es así como la Historia se tergiversa.
Nadie negará a Meireilles el derecho a fabricar la película que quiera, pero ello no implica que la gente deba creer que las cosas son tal cual las narra. El antagonismo entre ambos papas, al igual que la carencia de información sobre la historia argentina y sobre la relación entre ambos, son tour-de-force que se utiliza para dar vigor a un guion taquillero.
Me consta el reconocimiento que hace Bergoglio a Ratzinger: “Soy el único Papa que se puede dar el lujo de tener como asesor a otro Papa y Benedicto tiene, además de sabiduría, una generosidad intelectual sin límites”.
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Jorge Milia - Periodista y escritor. Autor de De la edad feliz, libro en el que narra los años en que fue alumno de Jorge Bergoglio.