La relación se quebró. Y no tendría retorno, salvo que algún espanto los una, como deslizó una experimentada voz del peronismo. O bien que alguien con respaldo político y ascendencia institucional los conmine a no perjudicar gestiones. Pero hoy la desconfianza es mutua, no tanto por lo que dicen o callan, sino por lo que hacen o dejan hacer. Entre ellos hay enojo por acciones del otro. Hoy parece imposible que Manzur levante el teléfono e invite a tomar un café amigable a Jaldo -y que este acepte-, ni siquiera por la pandemia, porque las diferencias se han agudizado al margen del coronavirus, y ninguno le pone freno al desgaste. No se vislumbra la movida local que pueda detener ese proceso de ruptura. La promulgación, o no, de una ley puede revelar algo respecto del distanciamiento, como ya veremos.

Hace unos días el gobernador invitó a su despacho a Alfaro porque sus responsabilidades institucionales los obligan y porque comparten similares preocupaciones ejecutivas frente a la crisis, pero con el vicegobernador la tensión política tiene otro marco de referencia, es una interna muy propia de la visión que se tiene en el justicialismo sobre el ejercicio del poder. Y la necesidad de aferrarse a él. La foto de Manzur y Jaldo juntos hoy es de imposible concreción. Debajo de ellos, manzuristas y jaldistas se reparten culpas a la hora de señalar a los responsables políticos del quiebre y apuntan desaciertos de ambos referentes, pero comparten igual preocupación: tener que exponer públicamente sus simpatías, lo que los convertiría en adversarios internos, y entender que a la larga se pone en riesgo la continuidad en el poder de todos. Aviso para la oposición: el peronismo se puede dividir, o se unen y los enfrentan o se dividen y se alían a algunos de ellos.

Con la cuarentena legislativa se sucedieron las apariciones en soledad de Manzur en las recorridas diarias, con el vice en estado de aislamiento social. Luego, con la reapertura de la Cámara, se produjo el suceso que los enfrentó al punto de no retorno. Porque la Legislatura fue comidilla nacional, no tanto porque decidió sesionar a diferencia de otros cuerpos colegiados y por lo que aprobó, sino por la aparición de los parlamentarios con una protección especial. En el jaldismo están convencidos de que fue una maniobra armada por personas vinculadas al mandatario para desprestigiar al Poder que maneja el tranqueño, lo que sumaría a la ruptura del vínculo institucional, hasta desde el plano personal.

En el medio, además, apareció el banco Macro, o Jorge Brito, como actor colateral en el distanciamiento entre el gobernador y el tranqueño. Brito es el dueño del Macro, el banco que le prestó $ 4.000 millones a la Provincia para que Manzur les pueda pagar los sueldos a los estatales, y es el mismo que recibió el destrato de Jaldo por las aglomeraciones de jubilados del viernes 3 y la sanción de una ley para que prorrogue por 60 días el cobro automático de los créditos personales que tomaron los empleados públicos en la entidad. A Manzur lo auxilia para que atienda a 120.000 empleados públicos, mientras que la Legislatura lo presiona para que ayude de otra forma a esos mismos trabajadores aplazando el descuento. Tranquilamente, Brito se podría preguntar quién gobierna en Tucumán al mirar estos acontecimientos.

Al mismo tiempo, el vicegobernador lo cuestiona por la falta de sensibilidad social para con los miles de pasivos que se juntaron aquel viernes complicado exponiéndose a un posible contagio masivo. Y avanza contra el Macro con planteos ante la Justicia y la Dirección de Comercio Interior por trato digno en medio de la pandemia. En ese marco conflictivo, Manzur y Jaldo se posicionan distinto frente al mismo actor. El empresario le habría manifestado al mandatario su sorpresa por las decisiones legislativa, al margen de que lo incomoden frente a la opinión pública exponiéndolo mediáticamente. Le pegan al banquero que se porta bien con el peronismo; expresó un manzurista para poner en valor la avanzada del jaldismo sobre Brito en el marco de la disputa interna entre los referentes políticos. El Macro vino en auxilio del PE al otorgarle un préstamo de $ 4.000 millones a tasa variable para poder atender la demanda salarial, un crédito que el Gobierno debería cancelar rápidamente por el alto costo de la operatoria. De alguna manera, Brito fue un sostén de Manzur en un momento difícil para la gestión, y cuya tranquilidad depende centralmente de los recursos que les remita la Nación.

Colateralmente, mientras esa asistencia prosiga se avienta el fantasma de la aparición de las cuasimonedas en Tucumán. Si la Nación no quiere que las provincias hagan lo mismo, debe coparticipar con emisión; se admite en el Ejecutivo. Porque nadie cree que sobrevenga una reactivación en esta crisis económica y que se recupere la recaudación para mejorar las arcas provinciales. Los $ 120.000 millones que el Gobierno nacional resolvió distribuir entre las provincias (Programa para la Emergencia Financiera Provincial) va en la línea de atender esos desequilibrios. En el palacio gubernamental reconocen que mientras no haya reactivación, la única salida es que la Nación colabore. La semana pasada, el poder central remitió $ 20.000 millones en concepto de ATN, de los que a Tucumán le corresponderían $ 941 millones. Para la administración provincial, atender las cuentas es un día a día, y el agente financiero de la Provincia le salvó uno a Manzur facilitando la liquidación del remanente de la masa salarial de marzo. Se garantizó la paz social, se escuchó decir desde el PE.

Sin embargo, el agradecimiento que nacía desde la 25 de Mayo y San Martín chocaba con los instrumentos originados en Muñecas al 900 que mostraban al banco como el malo de la película. La Legislatura jugó fuerte, dijo el vicegobernador, dejando abierta la puerta a la libre interpretación sobre si se refería a la interna del oficialismo o a la transferencia de $ 293 millones al área de la Salud para enfrentar al covid-19. Lo cierto es que la norma aprobada por la Legislatura vino a poner políticamente entre la espada y la pared al titular del Poder Ejecutivo, ya que si la veta se enfrenta a la insistencia de la Cámara o bien, si la promulga, se arriesga al malestar de Brito, el amigo financiero del Ejecutivo. La ley aún no fue comunicada por la Legislatura al PE, lo que sucederá mañana.

Si Manzur no le da curso enviará una señal de ratificación del quiebre definitivo con su compañero de fórmula, ya que la no promulgación implicaría el reconocimiento tácito de una confrontación abierta, y cuyo campo de batalla sería la Legislatura; porque se obligaría a los simpatizantes de cada lado a sacarse las máscaras y a enfrentarse entre sí por uno u otro jefe. En esa lid, el tranqueño juega con ventaja, porque se supone que le será más fácil imponer la insistencia. De ocurrir se verificaría el punto final a la sociedad y el inicio de una nueva etapa interna en un oficialismo fragmentado. De cualquier forma, hay legisladores que admiten estar incómodos y molestos por las presiones a que los someten desde arriba -para ellos- de manera incomprensible. Esto se superaba con una llamada de teléfono antes de la sesión, sostuvo un parlamentario peronista. El gobernador, en principio, promulgaría le ley.

Hay 120.000 estatales que miran lo que hacen sus autoridades: uno facilitó el pago de marzo con la ayuda del Macro, y el otro obliga al banco a postergar el cobro de créditos. Lo que parece una disputa por mostrar quién hace más y mejor las cosas por la “clientela” gubernamental, en el fondo revela las diferencias existentes entre el uno y el dos; tanto es así que lo que resuelva Manzur sobre esta ley permitiría analizar la continuidad de la relación del binomio gubernamental. Si bien de cómo continúe la sociedad depende centralmente de ellos, la situación está tan tensa que sólo alguien con ascendencia podría conminarlos a limar asperezas, más que nada porque necesitaría que el peronismo llegue unido a los comicios del año que viene, y hasta por su propio bien: Alberto Fernández. Claro, el Presidente puede intentarlo, pero los muchachos que se cobijan bajo otra persona apellidada Fernández pueden apostar a lo contrario. Porque los entornos también juegan. Lo único valedero para el oficialismo que mira al 2023 es que antes está el 2021 y que si no gana esos comicios intermedios la provincia puede tornársele ingobernable. La fractura preanuncia esa línea. Pero si hubo foto con Alfaro, cómo no podría haberla con Jaldo. El desafío es para ambos.

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