Casi un mes ha transcurrido desde el comienzo del aislamiento obligatorio en el país por el avance del coronavirus y desde entonces se han sucedido varios episodios relacionados con la política que podrían servir de lección para la dirigencia en general. Oficialistas y opositores podrían tomar nota de los acontecimientos que se produjeron durante esta situación sanitaria extraordinaria, que magnifica las consecuencias tanto de las buenas como de las malas decisiones de ahora y del pasado reciente de Argentina. El ojo de la ciudadanía está por estos días más atento y concentrado en el accionar de sus representantes. Esto es positivo y obliga, en paralelo, a los políticos a estar más conectados con los intereses y problemas de la gente y a ser más cuidadosos en sus acciones.

El primer aprendizaje surge de los primeros gestos políticos palpables durante esta emergencia. En cuestiones de interés público, quienes ocupan cargos de gobierno y quienes integran la oposición pueden trabajar en conjunto sin que esto signifique un síntoma de debilidad, renunciar a posturas distintas ni dejar de ser crítico. Todo lo contrario. El caso más visible es sin dudas el que protagonizan el presidente, Alberto Fernández (PJ); el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof (PJ) y el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma, Horacio Rodríguez Larreta (Juntos por el Cambio). Al margen dejaron las cuestiones electorales y las rencillas de los primeros meses de las respectivas gestiones. No sólo compartieron conferencias y anuncios, sino que también coordinaron operativos y declararon que se consultan permanentemente la pertinencia de tal o cual medida.

Qué tan difícil puede resultar extrapolar esta experiencia y pensar a los dirigentes trabajando codo a codo para darle pelea a otros asuntos graves y sensibles como la pobreza o a la inseguridad. En Tucumán, antes de que el coronavirus acaparara la atención estatal, ambos problemas estaban al tope de las preocupaciones de los tucumanos. Muchos otros asuntos, como las adicciones o la desocupación, podrían anotarse en esta lista.

Cuán lejos estaremos en la provincia de que las fotos del gobernador Juan Manzur (PJ) en la Casa de Gobierno junto a dos de los líderes de la oposición, como el intendente de la capital Germán Alfaro (Partido por la Justicia Social) o el diputado José Cano (Juntos por el Cambio), no sean noticia por lo inéditas.

La segunda lección cayó por la imprevisión o la desidia. Hay cuestiones en las que los Gobiernos no pueden relajarse, más allá de las urgencias que existan o de lo bien que se esté manejando una situación de crisis. No haber tomado los recaudos para que los jubilados, pensionados y beneficiarios de programas sociales puedan cobrar en condiciones adecuadas es imperdonable. Las consecuencias podrían ser caras y en la población más vulnerable. Si bien ya mejoró relativamente la organización, las resultados del caos que hubo en las calles de todo el país el primer viernes de este mes podrían medirse por estos días y, lamentablemente, en número de contagios.

La última experiencia que deberían capitalizar los gobiernos es que hay áreas del estado en las que el manejo del dinero público, la estructura y la jerarquía tienen necesariamente que ser impecables. Un escándalo por los errores y presuntos sobreprecios en las compras de comida en el ministerio de Desarrollo Social de la Nación es inadmisible, así como los duros cuestionamientos porque en la Ciudad de Buenos Aires se compraron barbijos de $ 3.000. Los desaciertos no son patrimonio de las administraciones actuales.

La situación de la pandemia por la enfermedad covid-19 vuelve la mirada hacia el pasado reciente, cuando el Gobierno macrista degradó el Ministerio de Salud y lo fusionó con el de Desarrollo Social y recortó fondos para la ciencia. Ambas decisiones, ampliamente repudiadas, dan cuenta de que hay áreas clave en donde este tipo de definiciones podrían pagarse demasiado caras. Las medicina y la ciencia son precisamente dos sectores que requieren ser privilegiados en materia de fondos, de políticas y de reconocimiento. Por estos días queda muy en claro el porqué.

El resto que queda de esta etapa de aislamiento, un tiempo aún incierto según el propio Presidente, seguramente dejará estas y más lecciones para la clase dirigente. Es una oportunidad excelente para extraer experiencias valiosas de esta crisis.

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