Un siglo después, Banfield quiere repetir

A River se lo dio por “muerto” antes de tiempo. Pero, ahora que sí ya quedó definitivamente eliminado de la final de la Libertadores, Marcelo Gallardo encontró sin embargo motivos sólidos para seguir su ciclo formidable. “Murió”, sí, pero su gran victoria en la vuelta contra Palmeiras demostró que el sello Gallardo está más vivo que nunca. Curiosamente, donde se habla de recambios necesarios es en Boca, tal la magnitud de su caída. No por la derrota y ni siquiera por el marcador. Es fútbol y todo es posible. Pero algo extraño sucedió para que algunos jugadores afrontaran el duelo con tanta displicencia. Es una situación que, sabemos, podría complicarse si Boca repite también hoy esa misma conducta en la final de la Copa Diego Maradona contra Banfield. Por la pandemia, claro, no habrá hinchas en el estadio en San Juan. Pero el ruido, si no hay un cambio claro, será inevitable.

Para peor, Boca ofrece hoy una estructura colectiva inferior al Banfield actual, el mejor equipo del torneo y que está cumpliendo a la perfección uno de los argumentos centrales que ofreció la AFA para anular descensos y administrar presupuestos más ajustados en plena pandemia. Mientras otros equipos echaron técnicos y no pudieron dar tiempo mínimo a ciclos nuevos, Banfield aprovechó para experimentar con DT novato y jugadores del semillero. La apuesta salió formidable.

El fútbol, sabemos, tiene algo de extraordinario. Porque todos los fines de semana pueden sorprendernos. Sentencias que parecen inapelables un día pueden revertirse a la fecha siguiente. Pero, a su vez, su historia más que centenaria obliga a revisar archivos. Algunos lo hacen por su amor a los números y al pasado, otros como posible dato de esperanza o desesperanza y otros, muchas veces, porque prefieren llenar de estadísticas y cábalas lo que suele ser un mundo dominado por las emociones.

Como sea, no deja de ser un dato extraordinario que la única vez que Boca y Banfield definieron un título en final directa se remonta exactamente a un siglo atrás. El 30 de enero de 1921 Banfield venció a Boca 2-1 en la final de la Copa Honor, con goles de Bernardo Pambrún y Adolfo López, mientras que Marcelino Martínez había abierto la cuenta para el perdedor. En tiempos de amateurismo y Asociaciones divididas, Boca había sido el mejor en 1920 en el Campeonato Asociación Argentina, que cerró el 19 de diciembre de ese año con goleada 7-0 ante Nueva Chicago para terminar campeón cómodo con 43 puntos, doce más que su escolta, justamente Banfield (en el otro campeonato de la Asociación Amateurs el campeón ese año fue River, con dos puntos más que Racing, dato que ayuda a recordarnos que ciertas hegemonías no son nuevas).

La temporada de 1920 fue caótica (eso tampoco es nuevo, poco cambió un siglo después) y obligó a reprogramar para enero de 1921 esa definición de la Copa de Honor Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires que Banfield terminó ganándole a Boca en cancha neutral, Sportivo Barracas, título que la AFA recién reconoció de modo oficial en 2013. Banfield había quedado eliminado en la etapa inicial, pero las partidas de otros clubes a la otra Asociación lo devolvió al torneo. También Banfield cambió luego de Asociación y perdió entonces el derecho de jugar la Copa de Honor Cusenier ante Universal, campeón uruguayo, lo que podría haberle dado su primer título internacional. Su lugar fue ocupado por Boca.

El dato extraordinario de la final que se repite tras un siglo exacto me lo avisó días atrás un querido amigo, Sergio “Checo” Smietniansky. Conocido referente de Banfield en temas de Derechos Humanos, Smietniansky aporta un dato más. Me recuerda una noche inolvidable de 2019 en la que Banfield, con su salón desbordado de gente emocionada, restituyó carnés a sus socios que habían sido asesinados y desaparecidos durante la dictadura de 1976 a 1983. Creó para eso la categoría “Socio Detenido Desaparecido” y abrió un camino para otros clubes. A la presidenta Lucía Barbuto se le quebró esa noche la voz cuando pidió perdón “por haber demorado” tantos años la decisión hacia personas “que amaron a este club como lo amamos nosotros”. ¿Por qué el recuerdo? Porque Roberto Matthews, desaparecido el 29 de setiembre de 1976 y cuya familia estaba aquella noche para recibir el carné, es sobrino nieto de un campeón de 1920. Todo eso suele ser el fútbol. Victorias y derrotas. Y también historia. A veces, historia de domingo a domingo. Y, otras veces, historias que tienen un siglo de vida.

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